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LA SEDUCCIÓN, MUCHO MÁS DE LO QUE VES

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Para el ojo estudioso, la seducción va más allá de un acercamiento en el espacio físico y sus consecuencias. Haciendo una radiografía detallada, encontrarás elementos muy interesantes que forman parte de un proceso de seducción. Comprenderlos no solo tiene una finalidad de estudio, sino también de autoconocimiento y de desarrollo personal.

La seducción se compone de aspectos innatos y aprendidos, conscientes y no conscientes.

Los aspectos innatos de la seducción involucran a aquellas actitudes y conductas que heredas de tus antepasados por el solo hecho de ser parte de la especie humana, así como de tus padres biológicos. Algunos comportamientos arquetípicos han sido estudiados en varias investigaciones: todas concluyen que existen coincidencias, independientemente de las variables culturales. De este modo, hay manifestaciones típicas del hombre y de la mujer cuando estás en una situación de cortejo, y que son comunes a todas las épocas y a todos los lugares.

Por otro lado, tienes aquellas cualidades físicas como la voz, la belleza facial, la estatura, la contextura corporal y el color de ojos, entre otras, que recibes en tus genes. Esas cualidades son consideradas más o menos deseables de acuerdo con cada cultura. La belleza es una construcción social, ya lo expresé antes, y por lo tanto la misma persona que en un cierto tiempo y espacio es considerada bella, tres siglos antes podría haber resultado poco atractiva. Del mismo modo, hay que destacar que existe una programación genética para que determinados rasgos y características tiendan a ser considerados atractivos, independientemente de la cultura. Por ejemplo, las mujeres tienden a buscar hombres altos, con una contextura física fuerte, un rostro simétrico, voz grave y conducta proactiva. Los hombres deseamos mujeres en las que observamos una cierta distribución de la grasa corporal, acumulada principalmente en sus nalgas, caderas y pechos. Esas características estudiadas por la biología evolucionista —en la bibliografía se citan algunos autores— serían indicadores de cualidades saludables masculinas y femeninas, respectivamente. No quiere decir que si no tienes esos atributos quedas fuera del casting, así que no te vayas a deprimir. Solo son tendencias generales, pero como te conté antes la seducción va más allá de los factores biológicos.

Los aspectos aprendidos de la seducción se refieren a aquellos recursos que desarrollas a partir de tu experiencia personal y que serán objeto de análisis y de trabajo un poco más adelante: rasgos de personalidad (como la simpatía, la inteligencia, la sensibilidad, la suavidad, el sentido del humor, la autoafirmación, las habilidades sociales) y el perfeccionamiento de las estrategias de conquista.

Para aprovechar al máximo tus condiciones innatas es necesario identificarlas y potenciarlas. Eso implica que necesitas un trabajo profundo al observar tus acciones, escuchar los comentarios constructivos de otros, aprender del comportamiento de los demás y ensayar diferentes recursos para seducir mientras vas encontrando tu propio estilo.

Los aspectos conscientes de la seducción comprenden a aquellas estrategias planificadas: las palabras, los piropos, los tiempos, la preparación de la imagen, las formas de acercarte. Desde este punto de vista, la seducción incluye un plan de acción en el cual utilizas las herramientas que de acuerdo con tu intuición, experiencia y conocimiento te permiten conseguir determinados fines. Por ejemplo, si tienes una cita con alguien a quien consideras bastante formal, quizás la vestimenta que uses sea más seria que de costumbre para sintonizar mejor con esa persona. También adoptas una postura corporal y utilizas un lenguaje acorde con esa situación. No es lo mismo una primera cita en un bar rockero que en un club de la alta sociedad.

Finalmente, los aspectos no conscientes de la seducción incluyen a los comportamientos de los cuales no eres consciente: tu tono de voz, tus gestos faciales, tu postura corporal, la distancia entre los dos, la dilatación de tus pupilas, tus miradas. El mismo comportamiento puede ser gobernado por la consciencia en algunos momentos y ser involuntario en otros. En ocasiones pones una voz melosa y acariciante en acción, pero quizás más adelante se haga un hábito incorporado que no requiere de la intervención de la consciencia. O, incluso, pienso que algunas conductas, las mismas, son puestas en marcha voluntariamente por algunas personas y son involuntarias en otras. Están quienes tienen una mirada espontánea y naturalmente sensual, así como también los que ajustan detalles de su mirada (intensidad, profundidad, duración, movimientos de las cejas) de manera planificada. Es interesante que tomes consciencia de lo que estás haciendo al seducir a alguien. Quizás te des cuenta de algunas zonas de tensión corporal que en vez de generar un acercamiento producen rechazo. Por ejemplo fruncir el ceño, cruzar los brazos o una mirada esquiva. Y también aprovecha ciertos recursos que, según lo que observas, están teniendo una buena aceptación en la persona deseada: la mirada sugerente, la voz susurrante o los juegos de tus dedos con el cabello.

El placer de seducir

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