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ADIÓS PREJUICIOS: MITOS Y MIEDOS SOBRE LA SEDUCCIÓN

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Varios prejuicios y miedos en torno a la seducción inducen a que muchos hombres y mujeres se sientan como excluidos de la posibilidad de seducir a alguien, o que tengan serias limitaciones y barreras para hacerlo. Es por eso que el primer paso para desarrollar habilidades para la seducción es reconocer esos mitos y miedos, someterlos a crítica y superarlos. En caso contrario, siempre serán una piedra pesada en tu maleta, que va a entorpecer tu viaje hacia el crecimiento personal.

Voy a comenzar entonces criticando los cinco mitos más comunes sobre la seducción:

a) No se puede aprender a seducir. Uno es seductor por naturaleza o no lo es

Se trata de una idea muy divulgada desde el sentido común: las personas se dividen en quienes seducen y quienes no seducen. Esta idea da lugar a que si te ubicas dentro de la categoría “no seductores” pierdes la oportunidad de investigar si realmente vas a llegar a serlo. Entonces te pones un cartel por delante que te limitará para siempre.

Desde mi punto de vista, tú vas a encontrar en ti mismo cualidades que te permitan ser más seductor, pero solo si te lo propones. Como dije antes, cada uno tiene sus capacidades innatas y sus limitaciones propias, lo cual facilita o quizás obstaculiza el trabajo, pero siempre está la alternativa de superarte. Revisar y descubrir aspectos de tu imagen y de tu personalidad que son potencialmente seductores es el punto de partida para explotar tu sensualidad.

Y claro, si este mito fuera real, el libro no tendría sentido. Por el contrario, parto de la premisa opuesta, ya esbozada anteriormente: la seducción es un arte que se puede aprender. Al final de la obra, vas a sacar tus propias conclusiones.

b) Solamente seducen las personas lindas

Otra gran mentira: tú y yo conocemos casos de hombres y de mujeres que, de acuerdo con los criterios sociales, no son lindos o bellos y, sin embargo, resultan atractivos. También ocurre lo contrario: observas personas lindas que ni son carismáticas ni tienen atractivo sexual o interpersonal. Seducción no es sinónimo de belleza. Por supuesto que la belleza física o estética colabora y esto nadie sensato puede negarlo, pero ni es absolutamente necesaria ni tampoco es suficiente.

Las opiniones de mis seguidores apoyan de una u otra manera estos conceptos, comenzando por la relatividad de la belleza.

Stella Maris. La belleza es subjetiva. A cada uno lo va a seducir lo que le parezca lindo, lo que no significa que para otro lo sea. Casi siempre pienso: “¿Qué le vio? ¡Tan feo, o tan fea!”, y no solo me parece feo, sino que además lo cela como si fuese un símbolo sexual.

Claro, es verdad que muchas veces la fealdad no es tanto el producto de lo que tienes escrito en tu ADN, sino la expresión de características de personalidad o de hábitos que reflejan lo que eres. Y quizás es eso lo que te produce rechazo.

Alejandra. Depende de qué tipo de fealdad estamos hablando. Si es feo porque su cara no es agraciada es una cosa, a diferencia de que sea feo por descuido en el peso, en su pelo, la barba, o feo por suciedad o mala pinta. Una cara no muy simétrica en una persona segura de sí misma, que se cuide, huela rico, hable y baile bien, es tan efectiva y mucho más fácil de encontrar que una cara bonita con las características que nos gustan. Muchos hombres lindos asumen que por su belleza tienen las de ganar, y olvidan cultivar esos atributos que nos encantan. A ellos les va bien en la adolescencia, ya que nos dejamos llevar por lo que vemos, pero no son tan efectivos en la adultez en donde prima lo que queremos.

Las personas no tan agraciadas físicamente muchas veces desarrollan cualidades para poder llamar la atención y conquistar, considerando que ese objetivo no se facilita,, como en otros casos, desde un impacto estético.

María Fernanda. Los feos tienen su encanto. Al no ser los más guapos, ni contar con características atractivas para los exigentes gustos de las mujeres, los hombres feos tienen un as bajo la manga: técnicas maravillosas para seducir. Lo hacen con la palabra, una mirada encantadora y un despliegue de neuronas que demuestra gran inteligencia y, de esta manera, terminas rendida ante su encantadora fealdad, viendo su interior, su verdadero corazón.

La sensualidad, el sex appeal, va más allá de prototipos de belleza. Más bien es una cuestión de actitud.

Paola. Ser sexy es lo más importante, y no siempre las caras y cuerpos bellos tienen esa virtud. La inteligencia emocional es sexy, el sentido del humor es sexy; el respeto a sí mismo es sexy.

Juan David. Aunque no todos son favorecidos con la lotería genética de la vida, yo pienso que hay algo que sí está en nuestras manos: el quererse a uno mismo, eso quiere decir prepararse día a día, cuidar el cuerpo, la piel, los dientes, la presentación personal. A raíz de ese amor, la persona se va llenando de confianza y sus actos entonces son de alguien que se valora. Ese “yo valgo y me quiero”, apoyado con un lenguaje corporal, una presencia y confianza, termina siendo contagiado (ley del contagio emocional).

Marihely. Seducir es un arte, y el ser bonito no es tan importante. Un hombre bien arreglado, limpio y perfumado, seguro de sí mismo, que se establece como objetivo conquistar a determinada mujer, puede hacerlo. Nada más sexy y seductor que un hombre inteligente y seguro. Lo mismo aplica para las mujeres, ¡a mí me funciona!

Sobran ejemplos de famosos feos y atractivos, así como de lindos que no te mueven la más mínima energía erótica.

Rodrigo Sabio. Keith Richards nunca fue lindo. Y encima hoy en día su cara es una arruga al lado de la otra. Pero cuando aparece en la tercera película de la saga de Piratas del Caribe: en el fin del mundo (Pirates of the Caribbean: At World’s End, Gore Verbinski, 2007) en el rol del padre de Jack Sparrow, interpretado por uno de los tipos más sexys y lindos del mundo, es decir, Johnny Depp, Keith no tiene nada que envidiarle a Johnny. Richards es un Rolling Stone, es leyenda, es un sobreviviente, y de sus entrañas salen muchas de las lindas melodías jamás compuestas. Conseguir ser muy feo, pararte al lado de Johnny Depp en la misma escena y que te miren a ti y no a él, eso demuestra que aún la fealdad extrema puede ser superada.

Jack Black no es particularmente bien parecido. No es alto, es más bien enano, y gordito. ¡Pero tiene tanta onda que es imposible dejar de verlo! En Escuela de rock (School of Rock, de Richard Linklater, 2003) hace de un maestro de colegio que apócrifamente comienza a enseñar música, pero en realidad intenta sacar una banda conformada por esas jóvenes mentes de colegio privado, de rígida educación, y volverlas amantes del rock and roll. Cómo se mueve, cómo muerde las palabras, cómo viste y refuerza de intencionalidad sexual cada fonema que sale de su boca y cómo se vuelve por momentos un pervertido, un adalid de la libertad social y un alma sensible —pero siempre creando un aura magnética a su alrededor— lo transforma en mi elegido como un “feo sexy” sin la más mínima duda.

También están los lindos que no seducen. Por ejemplo nadie puede negar lo bella que es Gwyneth Paltrow, pero vaya a saber si es un problema personal de ella o si es solo por los papeles que le ofrecen, pero lo cierto es que muy pocas veces ha hecho de sexy, y muchos de sus roles son fríos, mentales, desprovistos de cualquier “innuendo” sexual.

c) Solamente seducen las personas jóvenes

Siguiendo con lo anterior, parece que solamente seducen las personas jóvenes. Con respecto a la edad, la juventud es una característica valorada en extremo, lo cual se refleja de un modo muy evidente en los comerciales: allí ves cómo se asocia la belleza y la juventud con los productos que se quieren imponer para el consumo masivo. Esto llega al punto de generar la creencia de que si superas cierta edad ya debes pensar en otras cosas como contar historias de vida, regar las plantas o criar mascotas, y olvidarte de seducir (sobre todo en el sentido sensual del término).

Considero que es otro gran equívoco. Con el paso de los años, si tuviste la posibilidad y la claridad como para aprovechar tu experiencia, incorporas recursos que resultan muy seductores: el manejo de las ansiedades, la seguridad en ti mismo, el autoconocimiento, la posibilidad de comprender los sentimientos y emociones del otro, el control de los impulsos, el reconocimiento laboral, el social, el profesional.

Lo que ocurre con el transcurso de los años no es exactamente que pierdes tu capacidad de seducción, sino que la transformas. Tu seducción se basa en otros pilares, quizás menos en los estéticos (o en todo caso en otra forma de pensar la estética) y más en los aspectos ligados a la personalidad. La manera de seducir cambia: los recursos, los tiempos, te vuelves más selectivo y aprendes a disfrutar del proceso sin pensar tanto en el resultado. También cambia lo que te resulta atractivo. No buscas lo mismo a los veinte años que a los cincuenta. Y esto es producto de un cambio interno y de la misma madurez que te da la vida.

d) Es necesario tener dinero y poder para seducir

Tanto se ha hablado de este tema, que de hecho lo retomaré en detalle más adelante en Carisma mata billetera. Tal como te decía con respecto a la belleza, el dinero y el poder ayudan, llaman la atención y dan realce a la persona. En algunos casos son cualidades de gran atractivo porque representan la posibilidad de alcanzar comodidad y estabilidad económica. Pero en general no son suficientes por sí mismos para generar atracción, siendo más importantes otras virtudes más relacionadas con la personalidad, el trato especial y la imagen.

e) Ser padres y madres equivale a perder capacidad de seducción

Como si la maternidad/paternidad te convirtiera en un ser asexuado, solo dedicado a la función de cuidado y protección de la descendencia. Es verdad, a veces te tomas tan a pecho el rol de madre o de padre que te olvidas de ti en otros planos y también de tu pareja. Esto ocurre sobre todo en personas más conservadoras, estructuradas, y también ante historias muy particulares, por ejemplo de embarazos complicados o de largos tratamientos de fertilidad que tuvieron eficacia luego de años de padecimiento. Pero si mantienes el equilibrio y te ves como un individuo integral, incluyendo otros roles en la vida, esto no tiene por qué ocurrir. Es más, hasta puede ser muy atractivo ver a un hombre o a una mujer desplegando públicamente su relación afectiva con sus hijos.

Es tan frecuente esta situación de madres y padres que matan a la seducción, que le dedicaré unos cuantos párrafos en un diálogo sin desperdicio con una mujer famosa y destacada.

Conocí a Camila Canabal en unas grabaciones que hicimos en Bogotá para su programa Vida mamá de Casa Club TV. Es una célebre presentadora de televisión no solo en Venezuela, su país de origen, sino en todo el continente. Apenas la vi, me di cuenta de que es esa persona que integra todo aquello que podríamos llamar mujer: emprendedora, profesional, empresaria, madre, esposa, carismática, sensual. Y cuando estaba escribiendo esta sección de Mitos sobre la seducción, en particular en lo referente a este último, me acordé de ella y la imaginé como una prueba viva de que la maternidad no tiene por qué consumir a otros roles, que también son tan característicos de lo femenino. De inmediato decidí ponerme en contacto con Camila, y conversamos desenfadadamente acerca del tema.

Lo primero que le pregunté es:

—¿Qué le dirías a una mujer que se dedica solo a la maternidad y pierde su aspecto sensual?

—Perder el aspecto sensual es perder parte de nuestra vida en sí… la maternidad es sublime… en mí la maternidad marcó un antes y un después… es lo mejor que me ha pasado en la vida, pero jamás es una excusa para perder la sensualidad.

Enseguida pensé que esta reflexión quizás era producto de un proceso de aprendizaje, pero que seguramente en algún momento la tentación de la maternidad podría haber afectado a su rol erótico. Así que le pregunté:

—¿Alguna vez te ocurrió eso en alguna parte del camino de ser madre?

—¡Por supuesto! Creo que a todas las madres en algún momento de nuestras vidas la maternidad nos pasa factura. Hay quienes sienten esto al principio, en el momento del embarazo y en los primeros meses de crianza de sus hijos, quizás otras mujeres se desconectan de su lado sensual durante casi toda la infancia de ellos, y no las juzgo. El tiempo, las preocupaciones y las responsabilidades a veces nos abruman.

Camila indaga un poco más en su propia experiencia, y nos cuenta algo con lo que más de una mujer se sentirá identificada.

—A mí me pasó durante el embarazo. Me sentía la mujer menos sensual de la tierra. Creo que ni un día de mis nueve meses con mi primera hija pensé en sexo. Estaba muy ocupada en mi barriga, que crecía a diario, y preocupada a la vez. Era como si me hubiera olvidado de aquello. ¡Qué loca! Nunca necesité excusas… Le fui tan honesta a mi esposo, ¡y gracias a Dios tuvo paciencia! Con el embarazo de mi segunda hija me pasó lo mismo, pero en esta oportunidad sabía que luego de tenerla todo volvería a la normalidad. No sé si está bien o no lo que hice, pero realmente fue lo que tenía ganas de hacer, muy democráticamente saqué al sexo de la ecuación (durante el embarazo). Por favor mujeres: ¡No me copien! Porque según la teoría creo que esto está mal, y la verdad yo corrí con suerte porque la abstinencia no me complicó el matrimonio. Una vez que mis chiquitas estaban fuera de la panza, y luego de los primeros días que son una locura, todo volvió lentamente, poco a poco, a la normalidad.

Camila completa su relato con una tarea que en su momento le sirvió para comenzar con la resurrección de su mujer erótica en el marco de su pareja.

— Con mi primera hija, cuando tenía cinco meses de nacida, invité a mi esposo a un viaje solos. Las abuelas se quedaron con la chiquita. A esa altura yo ya quería recuperar mi vida de antes, ahora con la experiencia grandiosa y sublime de la maternidad, ¡pero rescatando nuestra sensualidad!

Vamos cerrando la charla con Camila, y le pido que ayude a tantas mujeres y parejas desencontradas con la pasión, dando algunas ideas producto de su propio recorrido.

—¿Cuál es tu fórmula para conciliar los roles de madre y de mujer, manteniéndote atractiva y tan femenina?

—Bueno, para ser honesta creo que cada pareja tiene sus propios códigos. Tal como te dije antes, yo puse mis reglas y así (a nosotros) nos funcionó. En nuestro caso creo que hemos integrado muy bien nuestra vida de hombre-mujer con la vida como padres. Si bien en algún momento, como te conté antes, estuvimos medio suspendidos por espacios de tiempo, igual logramos recuperarlo. ¡Nada es perfecto! Creo que hay un tiempo natural donde las madres nos dedicamos más a nuestros hijos, como los primeros meses, o los primeros dos años. Sin embargo, para mí siempre fue muy importante seguir sintiéndome femenina y atractiva. Eso es tan personal como la fórmula. La mía puede servirme a mí y parecerle despreciable a mi vecina. En todo caso, la mía se divide en dos importantes pilares:

—Cada año que pasa en mi vida quiero estar MÁS FELIZ, sonreír más, AMAR más… estar SALUDABLE, atractiva, deseable, ¡y femenina! Principalmente para sentirme bien conmigo misma. En función de esto me cuido mucho y SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE… tengo espacio en mi agenda de LOCOS para MÍ. Para consentirme y sobre todo para cuidarme.

—Quiero que cuando ellas crezcan, tengan a un hombre que las consienta, las ame, las respete, las lleve a cenar, las invite de vacaciones (con y sin hijos), las espere en el balcón de la casa con una botella de vino, que les regale flores, que las invite al cine, que las bese en todo momento, que les agarre la mano hasta que estén viejitos y que guarde SIEMPRE ese espacio para ellas, para ¡amarse! Así que trato de darles el EJEMPLO, porque no hay mejor forma para educar a un hijo que a través de lo que túmisma haces. Por eso en mi vida loca, siempre guardo un espacio para la pareja… esperando que ellas entiendan que el amor de papá y mamá se alimenta de TIEMPO. TIEMPO SOLOS, que debemos buscar por debajo de las piedras. ¡SÍ SE PUEDE!

El mensaje final de mi entrevistada es tan claro y sentido que no admite análisis alguno.

De los mitos voy a pasar a analizar los miedos. Está claro que las creencias erróneas que expuse antes son en parte causantes de esos miedos, aunque también colaboran las malas experiencias personales, la ausencia de modelos positivos para la identificación, los modelos negativos y determinadas características de personalidad.

Algunos miedos que inhiben tu capacidad para seducir son los siguientes:

-Miedo a no resultar atractivo.

-Miedo a decir o a hacer algo tonto.

-Miedo al rechazo.

-Miedo al ridículo.

-Miedo a equivocarte en la elección de la pareja.

-Miedo al compromiso.

-Miedo a no cumplir con las expectativas del otro (que incluye a varios de los anteriores).

Identificar y superar estos miedos es necesario para que explotes el arte de la seducción. El miedo te paraliza, o te conduce a una acción sin convicción y con inseguridades. Trabajar en el autodescubrimiento y el desarrollo de las capacidades de seducción te proveerá de una mayor confianza. Por lo tanto, te posiciona de otra manera para enfrentar los miedos. Dicen que para vencer los miedos es necesario enfrentarlos con la acción. Yo le agregaría a esta idea (que comparto) algo más: la acción con recursos, ya que la acción por sí misma es insuficiente. Y si te da lugar a una experiencia negativa, será aún peor ya que reforzará esos miedos y será más difícil desactivarlos. Es fundamental entonces que incorpores las herramientas mínimas para sentirte más fuerte y, de esa manera, aquellas situaciones que te provocan miedo te parecerán más fáciles de superar.

Además de hacer este trabajo a consciencia, algunas creencias alternativas pueden serte de utilidad para pensarte a ti mismo, a las situaciones y, por lo tanto, a los miedos de otra manera.

a) Nunca serás atractivo para todo el mundo

Que alguien no se interese en ti de la forma en que te gustaría indica, en principio, que no te ajustas a sus preferencias. Pero de ninguna manera significa que no eres seductor. En todo caso, no lo serás para esa persona. Es muy frecuente la conclusión “yo no valgo” luego de una situación en la que no logras concretar una conquista. Pero en realidad es una deducción falsa porque es ser muy parcial. En todo caso, lo correcto sería: “yo no coincido con las expectativas que esta persona tiene respecto de lo que es alguien atractivo”. Cuando aceptes que no tienes por qué gustarle a todo el mundo, sentirás un gran alivio.

b) Puedes equivocarte

Todos cometemos errores y es importante que sepas capitalizarlos para desarrollar tus habilidades sociales y sexuales. Esto implica que reflexiones para aprender de ellos. “¿Cómo actuaré la próxima vez para no equivocarme de nuevo en este aspecto?”. No te martirices pensando en lo que podrías haber hecho. No lo hiciste, y punto. La vida siempre te dará oportunidades para reivindicarte y capitalizar lo aprendido.

c) Reconoce tus aciertos

Así como te equivocas, también llevas a cabo acciones exitosas y para valorarte más es importante reconocerlas. Eso te permitirá poner mayor énfasis en el futuro en este tipo de conductas, superando el poder destructivo de los pensamientos negativos.

d) Todo lo que te permita acercarte a la persona deseada es válido (siempre y cuando no sea violento ni irrespetuoso, claro está).

No es necesario que pienses una frase perfecta, o montar el escenario ideal. Un comentario sencillo, una excusa o algún elemento del contexto puede ser suficiente para romper el hielo y producir el acercamiento deseado.

e) Juega a la seducción por la seducción misma

Si piensas siempre en términos de resultados, eso dificulta los procesos. Si disfrutas el solo hecho de seducir, sea cual sea el desenlace, te resultará positivo como experiencia. Además, quizás llegues a resultados que, si bien no son los que esperabas, podrían ser muy positivos. Por ejemplo, te gusta una chica y quisieras tener una relación de pareja o erótica con ella. Las cosas no se dan en ese sentido, pero al final te queda una bonita amistad, una alianza de trabajo o alguien para compartir una actividad que les gusta a los dos.

f) No te manejes estrictamente con base en preconceptos

Es inevitable que al conocer a una persona organices en tu mente una idea (aunque sea vaga) de cómo es. De hecho, las teorías de la percepción afirman que construyes en pocos minutos una primera imagen de alguien con quien interactúas. Algunos pocos elementos que percibes son procesados de manera automática y sacas unas primeras conclusiones: te interesa o no te interesa continuar adelante. Pero atención... la vida te sorprende: quien parecía poco interesante puede tener atractivos que no supiste ver o en todo caso no supo mostrar. Por eso, probablemente valga la pena internarte un poco más en la experiencia del conocimiento mutuo. Sea cual sea el resultado final, siempre es enriquecedor conocer a alguien nuevo.

El placer de seducir

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