Читать книгу El placer de seducir - Ezequiel López Peralta - Страница 14
EL PRIMER BESO, UN MOMENTO QUE MARCA EL FUTURO
ОглавлениеSeguro que tú y yo estaremos de acuerdo en algo: no hay mejor test de reacción química entre dos personas que un beso. Porque en esa danza entre los labios y las lenguas se activan, o no, las feromonas, así como cada uno de los cinco sentidos. El beso comprende al tacto, al gusto y al olfato, y también a la vista y al oído. Entonces, no sería raro que alguien te encante desde todo punto de vista, y sea la persona que estás esperando desde que tienes uso de razón. De hecho, esta sensación es muy frecuente entre dos personas que se están conociendo vía internet, sin haber tenido un contacto sensorial. Pero llega ese momento tan esperado. Se acercan, se miran, se huelen, se saborean… y en un segundo las ilusiones se desvanecen. No te atrae su olor. El aliento no tiene el olor esperado. Su comportamiento al besar es torpe, o quizás muy suave. Claro, el escenario opuesto también es viable. Conoces a alguien que no te provoca mayor cosa. Te besa desprevenidamente, y te movió todo desde la cabeza hasta los pies, pasando incluso por tu alma.
Cuando explicaba las etapas del cortejo, viste que entre la fase de la Charla de enamorados y la del Contacto físico es en donde, por lo general, se produce ese momento tan deseado del primer beso. La pregunta es, ¿cómo llegas a ese instante? Porque a veces ocurre naturalmente, casi sin anunciarlo, como parte de un proceso de seducción en el que se siguen todos los pasos sin obstáculo alguno. Pero en otros casos llegas a ese punto y sientes como una traba, no sabes si están dadas las condiciones o no, y te da miedo equivocarte y echarlo todo a perder, ya sea por actuar a destiempo o por no actuar.
Un amigo mío dice: “Es preferible equivocarse por hacer, antes que por no hacer”. Estoy de acuerdo. Pero si haces, que sea con inteligencia. Dentro de este escenario de la acción, tienes varios caminos.
El camino directo. Te dejas llevar por tu impulso, y sin mediar palabra alguna estampas un beso inesperado. Puede funcionar, siempre y cuando leas correctamente las intenciones del otro de querer besarte también. Si no, quizás lo estropees todo.
El camino de la palabra. Los seductores más inseguros, con tal de no correr riesgos de equivocarse, hacen la pregunta directa: “Tengo ganas de besarte, ¿puedo?”. Claro, se pierde todo el encanto. Un beso anunciado mata la magia que produce la sorpresa.
El camino de la seducción. Encierra diferentes señales de lenguaje corporal, que se van encadenando con armonía, llevando la una a la otra. Acercarte sutilmente, morder tus labios con suavidad, observar los suyos con una mirada deseante, jugar con sus manos, ponerte un poco más cerca. El momento llegará solo. Como dicen en el boxeo: ¡Se viene el knock-out!
Entonces, no todo depende de ti. Que exista compatibilidad química, literalmente, con la persona que te gusta es algo que está relacionado con muchos factores, algunos de ellos ni siquiera los conocemos a fondo quienes estudiamos la sexualidad y la seducción de forma científica. Pero sí es tu responsabilidad el camino que elijas para ese primer beso. Y allí tienes quizás la primera página de una historia que deje una huella en tu vida, o de repente la crónica de una muerte anunciada.
Para completar este sabroso tema, nada mejor que unos cuantos relatos de experiencias y opiniones sobre los primeros besos en una relación. Aquí tienes, para comenzar, testimonios de buenos besos.
Alejandra. Conocí en una fiesta a un chico que me gustaba en la universidad, pero yo tenía que ir a otro lado y luego regresar. En esa despedida supuse que me daría un pico “andeneado”, ¡pero me metió la lengua por poco hasta la garganta! Me dio un ataque de risa en su cara, pero regresé por más. No le fue tan mal.
Yajaira. Estábamos bailando en una reunión de amigos, nosotros en un balcón, yo mucho más baja de estatura que él. Le enseñaba algunos pasos de merengue, y comenzó a llover a las 2:00 a.m. Todos entraron, y cuando le propuse resguardarnos para no mojarnos me estrechó y sacó la capucha de su suéter. Me dijo: “Esta nos tapa a los dos”. Me miró fijo, me cubrió y nos respiramos muy de cerca. No hubo un gran beso, pero la forma en que se rozaban nuestros labios y en que nos besamos con la mirada, las manos, y ese respirarnos punta de nariz con punta de nariz, aliento con aliento y sin perder el contacto visual, fue lo máximo en mi vida. Jamás lo podré olvidar.
Ana. He salido con varios hombres, lo confieso, pero solo un beso hace dos años aún permanece en mis recuerdos. Un beso lento, sensual y sexual a la vez, con muchas caricias y toques rápidos. Recuerdo su olor a perfume fresco y su sonrisa tentadora como señal de querer más. Sencillamente inolvidable.
Daniela. Primer beso a costa de una amenaza muy tentadora como lo es un mordisco (sutil, pero mordisco al fin y al cabo), por sacar la lengua en forma de coqueteo, a lo cual mi “amenazante” dijo que la próxima vez que lo hiciera me mordería. Lo dijo tres veces, como Pedro negando a Jesús, y asimismo no cumplió su amenaza, a lo cual le dije: “Es la tercera vez que lo dices y no haces nada”. Y… nació el primer beso.
María. Un beso prohibido, hace algunos años. En el trabajo, un amigo me dijo que tenía unos labios muy provocativos, a lo que contesté: “No juegues con candela que te quemas”. Y nos quemamos. Por un lado porque ambos estábamos en otras relaciones; por otro, por el lugar, en fin... uno de los mejores besos del mundo: apasionado y tierno a la vez, y lleno de adrenalina.
He sentido un beso que cuando se acerca a los labios, el simple roce logra que todo mi sistema nervioso se altere. Al cerrar los ojos, me lleva a una dimensión en la cual no existe nada más que los labios en movimiento, se convierte en una transferencia donde las almas se encuentran y se unen para ser una sola. Ese magnífico beso, cuando termina, me hizo lanzar una mirada de placer y suspiro que solo quería culminar en los brazos de aquella persona, besándonos toda la noche sin parar.
A veces los que se hacen esperar son los mejores.
Marcos. Tuve un primer beso que se demoró siete años en llegar. La conocí en la universidad, pero ambos éramos de países distintos. Después de siete años comenzamos a hablar por Skype, nos empezamos a reconocer y nos enamoramos. Luego de meses decidimos vernos, esos días de espera fueron eternos. Yo traté de que todo fuera perfecto, cuando llegó al aeropuerto nos dimos un abrazo tan fuerte que no se lograba escuchar a la gente alrededor nuestro. El primer beso vino después, la sentí como si siempre hubiéramos estado juntos, no me pareció un cuerpo extraño. Fue un beso lento, suave, reconociendo al otro y reconociéndome con el otro.
También tengo lectoras que son expertas en el arte de besar.
María Paulina. Al parecer en este aspecto mi fuerte son los besos. Aquí tres historias. Un compañero de trabajo me parecía súper interesante, pero nunca me animé a intentar nada. Cuando se retiró del sitio donde trabajábamos nos reunimos a conversar, y entre charla y charla me preguntó: “¿Tú me darías un beso?”. Y sobra decir la respuesta… interesante, claro y directo. En otra ocasión, salimos varios amigos a tomar algo, y en un cóctel había una cereza que tomé para mí. Un amigo me dijo que le diera, y yo simplemente la partí a la mitad y le ofrecí. Me miró y me dijo: “Así no”. Le ofrecí de nuevo poniendo la cereza en mi boca y bueno… fueron unos besos interesantes y dulces. La última, hace poco —simple y llanamente— decidí robarle un beso al chico que me gusta, así sin más, y resultó bastante interesante. Entre otras cosas porque fue una sensación buenísima, dado que el chico me encanta y desde que me separé (hace dos años) no me sentía tan así.
Afortunadamente, solo un relato hace referencia a un beso poco feliz.
Viryi. Aún recuerdo un primer beso que me marcó, pero por lo desagradable. Además de baboso, ¡la lengua me llegó a mi garganta! Era como rebuscar algo que se le había perdido entre mis dientes y mi garganta. ¡No, no, no! ¡Totalmente inaceptable!