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Inicio con buena estrella Entre las obligaciones y los placeres

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lfonso cumplió diecinueve años en 1240. En la época eso significaba que un varón alcanzaba la mayoría de edad. El infante entonces comenzó a actuar públicamente como heredero de la corona de Castilla y León junto a Fernando III o a atender asuntos de gobierno que su padre le delegaba. También, a vivir con una independencia en la que se manifestaron las inquietudes de hombre joven por las delicias mundanas, sus intereses intelectuales y un marcado apego a las mujeres.

Fernando pretendía que su heredero adquiriera experiencia en la administración de las cuestiones de Estado. Le confió el gobierno y la representación real del territorio leonés que una década atrás se había anexado a Castilla. Para eso dotó a Alfonso de casa propia, rentas y servidores que lo atendían como cuando vivía en la corte.

Sus señoríos o infantados se ubicaban en el sur leonés del reino. Comprendían las villas y ciudades de Salamanca y León, entre otras. Y a lo largo de esta década, cuando el infante no estaba en campaña militar reemplazando a su padre o luchando junto a él, ejercía en nombre del rey poderes judiciales en todo el territorio que se le había encargado.

Recibió asimismo señoríos en la Andalucía cristiana. Hacia 1240, Fernando III le entregó las tierras y las rentas de Écija, ganada a los islamitas ese año por los castellanos. El joven señor confió la administración de esa ciudad a su amigo Nuño González de Lara (hacia 1215-1275), quien se convertiría en su favorito dentro del grupo de los ricohombres del reino. Pero ¿estaría escrito en las estrellas que ese camarada y futuro compañero de armas sería uno de los tantos nobles que iban a sublevarse contra Alfonso durante su reinado?

Las rentas que el heredero comenzó a percibir le permitieron disponer de una corte de primer orden. En ella se codeaba con hidalgos castellanos. Uno de los principales era Juan García, hijo de quien había sido su ayo y compañero de infancia en sus días en Villaldemiro y Celada, quien más tarde se convertiría en uno de sus más destacados colaboradores.

Esta corte pretendía emular a la que –según lo relatado por su madre– había rodeado al emperador Federico II. Y era un preanuncio de la opulencia que Alfonso ostentaría a partir de 1252 después de ser proclamado rey.

El heredero se convirtió en un personaje muy famoso en el reino. A diferencia del entorno regio de su padre, en su corte vivían trovadores, artistas plásticos, músicos y hombres de letras a los que comenzó a patrocinar. Con sus cortesanos practicaba deportes, como la cetrería y otras formas de caza, aunque el ajedrez y los dados eran prioritarios en sus momentos de ocio. También por las tardes, tras la comida o en las noches pasaba largas veladas durante las cuales se danzaba, se contaban chismes, se galanteaba a las damas, se cantaban las últimas trovas de Provenza.

Ya entonces se hablaba de su prodigalidad hacia el entorno más cercano. Pero también muchos nobles y reyes irían maliciando respecto de un futuro rey frívolo, cuya personalidad parecía caracterizarse por la pedantería, la ostentación, la vanidad.

El infante disfrutaba a pleno de la independencia de un heredero que en cualquier momento pasaría a ocupar el trono.

Aunque le faltaba algo que él consideraba importante para reafirmar su figura política: con diecinueve años, su padre ya debería haberlo casado o al menos haber concertado un matrimonio a futuro con una mujer de su mismo rango, cuando no de más alto linaje.

La candidata apareció en 1240 y provenía del otro gran reino peninsular: Aragón.

Se llamaba Violante, había nacido en 1236 y era hija del rey Jaime I el Conquistador.

Con ese matrimonio, el padre de Alfonso y el monarca aragonés anhelaban mantener la paz, amistad y cooperación entre ambos territorios que venían pendiendo de un hilo debido a potenciales conflictos limítrofes. ¿Otra de las movidas de la sagaz doña Berenguela? Aunque retirada de la vida pública, seguía aconsejando a su hijo desde las sombras. Y es probable que con este compromiso buscara mantener a raya a quien no convenía tener como enemigo.

Pero por entonces Violante era una niña de cuatro años. Y Alfonso debería esperar un buen tiempo hasta que ella cumpliera la edad permitida para que una mujer consumara un matrimonio. Hasta tanto, el joven sabría atender los llamados de su libido de varón y sus necesidades sentimentales viviendo amoríos que en algunos casos fueron pasajeros, aunque también hubo otros que lo acercaron al enamoramiento.

La figura pública del infante fue ganando importancia tempranamente en todo el reino. En esto colaboró el que entre 1241 y 1242 lo designaran alférez mayor del rey, el jefe principal de las tropas reales, cargo que hasta entonces había ocupado el magnate Diego López de Haro (hacia 1200-1254).

Sin embargo, la participación creciente de Alfonso en los asuntos de Estado se acentuó a partir de 1243, cuando tuvo que hacerse cargo de las operaciones militares en la conquista del reino de Murcia, en la cual reemplazó a su padre.

Fernando III comenzaba a padecer los síntomas de la hidropesía.

Alfonso X

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