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5. Los procesos integracionistas y el rol del individuo
ОглавлениеDesde la década del ‘50 comienzan a gestarse los movimientos integracionistas en todas las regiones. Los Estados se enfrentan a una nueva era donde parte de su cometido consiste en engranar la ‘formalidad’ de su estructura, con la vigencia y validez de sus acciones en un ámbito regional ampliado. Es el Derecho Internacional general un conducto para luego transitar un esquema de derecho surgente, el derecho de la integración. “A consecuencia de la globalización, la integración constituye en el siglo XXI una herramienta política que permite mejorar las condiciones de inserción en el mundo ya que implica mayor poder de negociación y competitividad para sus componentes, que ahora pueden actuar como bloque”.[12]
En los tiempos actuales, desde los años ’60, la necesidad de ser parte de un bloque regional, que aúne esfuerzos para superar diferencias y trabajar hacia una comunidad integrada, es más acentuada día a día. Ello nos obliga a replantear el papel del Estado fronteras hacia afuera, y consolidar la posición que necesitamos sostener ante la Comunidad Internacional que se reorganiza. “Cada proceso de integración será definido y caracterizado en virtud del objetivo que los Estados intenten alcanzar, y en función de ese objetivo se habrán de determinar los institutos jurídicos y políticos con que se le ha de dotar, a efectos de hacer realidad su concreción”.[13]
Este mismo fenómeno de la integración se orienta en función del ser humano como fin último. Es decir, cada paso que dan los procesos de integración hacia un proceso supranacional, se justifica en la figura del ciudadano como beneficiario directo de estos avances. Y en la necesidad de recurrir a los comportamientos humanos para comprender procesos estaduales, incluimos también su re dimensión sobre los procesos de integración. Así, “la sociedad humana; en ella, la integración actúa por primera vez. Hasta el momento, desde su fundación como especie, el actor humano no ha llegado a unirse en un único espacio social, en una sociedad universal. Lejos de ello, se ha formado una diversidad, constituido un mosaico de espacios sociales.”.[14]
En suma, también podemos ver que el derecho de la integración –manifestado en la actividad de los Estados parte– exalta la figura del individuo como bastión para sus actuaciones y decisiones, sosteniendo de base que los resultados de estas transformaciones internacionales dan alternativas en el desarrollo de la vida cotidiana de los ciudadanos que formamos parte de un bloque regional.