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El Haka y el amedrentamiento

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Según el diccionario de la RAE, amedrentar implica la acción de infundir miedo y temor en alguien a partir de diversas prácticas que se conocen a priori y que, por tanto, se sabe que causarán el efecto pretendido en el destinatario. El amedrentamiento (es decir, el acto y el resultado de amedrentar) implica ejercer una presión o depositar una carga simbólica en la persona que recibe la acción. De esta manera, se espera que el sujeto amedrentado actúe de acuerdo con las exigencias de quien se encarga de amedrentar. Encuentro un ejemplo claro de esta acción en el texto inicial del libro El principio de la presión, de Dave Alred (entrenador de kicks de Jonny Wilkinson entre otras estrellas), donde un oficinista junta las notas arrugadas que le sirvieron de apoyo formando un bollo de papel para arrojarlo desde su silla hacia el cesto que se encuentra en la otra punta de la oficina, y luego se felicita a sí mismo por haber encestado con un tiro perfecto (“todo el mundo es un campeón cuando nadie lo mira”, aclara Alred en su escrito). Un colega ingresa a la oficina sonriendo maliciosamente para apostarle una libra “a que no podría hacerlo de nuevo”. El oficinista acepta considerando que no hay mucho en juego y aprovechando que su confianza se encuentra en alza luego de su tiro perfecto… Pero cuando está a por apuntar al cesto, su colega le propone hacerlo más interesante y convoca a los demás compañeros del piso ofreciéndoles también apostar. Sus pares atestan la oficina y las apuestas suben haciendo que la libra inicial se transforme finalmente en un pozo de algo más de mil. El autor explica como el protagonista comienza a sentir las miradas clavadas en él; el bollo de papel entre sus manos ya húmedas y frías; un nudo en el estómago y la boca seca; el pecho, que se le vuelve tenso mientras el corazón se le desboca, mientras piensa en las mil libras y en los colegas que lo perforan con la mirada. Comienza a sentir que es el protagonista del penal del último minuto en la final de la Copa del Mundo y que su oportunidad de hacer historia en la oficina se desvanece a la vez que se pregunta cómo fue que hizo para lograrlo antes. El autor también describe la ansiedad, la aceleración del ritmo cardíaco, el sudor, la sensación de hombros y cuello endurecidos, el dolor de cabeza, el cosquilleo en el estómago y las náuseas como algunos de los síntomas físicos que podemos experimentar como resultado de la presión. Y los efectos mentales: como la confianza, la concentración, la memoria, el control de emociones, el sentido de perspectiva y la capacidad para mantenerse presente en el momento, entre otros, que se ven comprometidos impidiéndonos hacer cosas que podríamos manejar con facilidad en un entorno más relajado. Alred propone adoptar una definición sencilla de presión a sabiendas de que el problema no es la presión en sí, sino el impacto que ocasiona sobre nosotros: “es la interferencia en la capacidad de concentrarse en un proceso, consciente o inconscientemente, provocando un deterioro en la técnica y una merma en el nivel de rendimiento”.

Esto significa que la visión de reto/desafío o amenaza que obtengamos de diferentes situaciones es lo que determinará mayores o menores probabilidades de superar los obstáculos que se nos presenten. Una de las claves del trabajo con mis pacientes deportistas y con equipos, y que destaco con insistencia en mis conferencias, es que una patada a los palos es objetivamente la misma ante treinta mil espectadores que la que se ejecuta a solas en el entrenamiento, y que un line out objetivamente es el mismo cerca de mi ingoal o cerca del ingoal contrario, en cualquier momento del partido e inclusive en el último minuto y aunque de ellos dependa su resultado final. Lo único que los transforma en diferentes es la traducción mental que haga de cada escena cada uno de los protagonistas. Se trata, entonces, de traducir mentalmente las situaciones a conveniencia para ser beneficiados en vez de amedrentados por el escenario ocasional.

La clave de la concentración

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