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25 de enero

Usa lo que tienes

“El sucesor de Aod fue Samgar hijo de Anat, quien derrotó a seiscientos filisteos con una vara para arrear bueyes. También él liberó a Israel” (Jueces 3:31, NVI).

Cuando Samgar salió de su casa para arrear la yunta de bueyes de su familia, nunca imaginó la magnitud del desafío que le tocaría enfrentar. Ese día, el hijo de Anat se enfrascó en una lucha desigual con los filisteos, y apenas con una aguijada de buey hirió a seiscientos enemigos del pueblo de Dios.

Una aguijada de bueyes es una “vara larga que en un extremo tiene una punta de hierro con que los boyeros pican a la yunta”. ¿A quién se le puede ocurrir enfrentar a un ejército con solo una vara? A Samgar. Su acción heroica liberó a Israel del yugo opresor y, de acuerdo con el Diccionario bíblico adventista, permitió que “los caminos, que habían estado bajo el control de los opresores, pudieran ser transitados libremente por los hebreos” (p. 1046).

El nombre de este desconocido personaje bíblico solamente se menciona en dos versículos (Juec. 3:31; 5:6), ¡pero qué lecciones tan valiosas nos enseña! La primera lección que salta a la vista es que cuando le llegó el llamado de Dios para liberar a su pueblo, Samgar estaba listo. No pidió pruebas ni señales, ni tampoco alegó ningún tipo de excusas para liberarse de la responsabilidad. Hizo lo que debía hacer, ¡y en qué forma!

La segunda lección no es menos importante. Samgar usó lo que tenía a la mano: “Una vara para arrear bueyes” (Juec. 3:31, NVI). Y con ella hirió a seiscientos filisteos. Aunque se trataba de un arma ordinaria, esa aguijada de bueyes logró más con la bendición de Dios de lo que sin la bendición de Dios logró la espada de Goliat (Matthew Henry’s Commentary in One Volume, p. 245).

No dudo en absoluto de que, ese día, fue el poder de Dios lo que permitió a Samgar lograr semejante proeza. Pero tampoco dudo de que ese día el poder de Dios se manifestó de manera tan portentosa en Israel porque encontró en Samgar un instrumento dispuesto e idóneo.

¿Puedes imaginar todo lo que Dios podría hacer si estuviéramos listos cada vez que él nos necesitara? ¿Todo lo bueno que sucedería si, al igual que Samgar, echáramos mano de los pocos o muchos recursos que Dios ha puesto en nuestras manos?

¿Qué tal si dejamos de quejarnos por lo que no tenemos, y comenzamos a usar los recursos que tenemos, con el poder de Dios, para la gloria de Dios?

Señor, no importa si mis talentos son poco o muchos, capacítame para usarlos hoy de un modo que glorifiquen tu nombre.

Nuestro maravilloso Dios

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