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28 de enero

Lo que es adorar a Dios

“Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; adorad a Jehová en la hermosura de la santidad” (Salmo 29:2).

¿En qué consiste adorar a Dios? Una de las mejores respuestas a esta pregunta la leí en un libro de Rosalie Zinke. Dice ella: “La adoración no es, sencillamente, un acto físico, como arrodillarse para orar. Más bien, es un corazón que ama y reverencia a Dios; un corazón que ha sido humillado ante un Creador grande y poderoso. Es un corazón que ha sido quebrantado en el Calvario, consagrado a la muerte al yo y comprometido con el señorío de Jesucristo” (Adoración: de lo terrenal a lo sublime, p. 57).

Dicho de otra manera, adorar a Dios significa que reconozco su soberanía, por ser mi Creador; y su derecho de propiedad sobre mí, por ser mi Redentor. Significa que confío en que ese Dios amante siempre desea lo mejor para mí, y que lo obedezco de todo corazón.

¿Falta algo en esta definición de lo que es la verdadera adoración? Aparentemente, nada. Sin embargo, intencionalmente omití la última parte de la cita de Zinke. Ahí ella dice que ese corazón que ha sido quebrantado en el Calvario, que ha muerto al yo y se ha comprometido con el Señor Jesucristo, “no está buscando la realización de sus propios deseos, sino la gloria de su Creador”.

¿Cómo puedo adorar a Dios de un modo que glorifique su nombre? La misma autora nos ayuda a responder, cuando señala que adorar a Dios es darle lo mejor de lo que tenemos: lo mejor de nuestros talentos, de nuestros recursos, de nuestro tiempo. Lo que esto significa es que adoramos a Dios no solamente cuando de rodillas reconocemos su grandeza y majestad, sino también cuando usamos para la gloria de su nombre los talentos que él mismo nos ha dado.

¿Qué talentos te ha dado Dios? ¿El de la elocuencia? Entonces predica para la gloria de Dios. ¿El del canto? Entonces canta para la gloria de Dios. ¿El de la administración? Entonces administra para la gloria de Dios. ¿El del liderazgo? Entonces dirige teniendo como tu modelo el estilo de liderazgo de nuestro Señor. Dale a Dios siempre lo mejor. Solamente así podrá ser aceptable ante el Trono de nuestro Padre celestial.

¿Puede haber una mejor manera de adorar a Aquel que es digno de recibir honra, gloria y majestad ahora y por la eternidad?

Padre celestial, a partir de hoy resuelvo darte lo mejor de mis talentos, mis recursos y mi tiempo. ¡Mereces eso y mucho más!

Nuestro maravilloso Dios

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