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Оглавление7 de febrero
Un fiel “barómetro” de la vida espiritual
“Acuérdate del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día es de reposo para Jehová, tu Dios” (Éxodo 20:8-10).
Un fiel “barómetro” de la vida espiritual. Así llama M. L. Andreasen al Mandamiento de observar el sábado como día de reposo.
¿Por qué lo llama de esa manera? Porque ningún Mandamiento promueve la adoración a Dios y el compañerismo con nuestro Creador, tanto como lo hace la observancia del sábado. “En la medida en que una persona olvida el sábado”, escribe Andreasen, “en esa medida olvida también a Dios; y en la medida en que la observancia del sábado se torna descuidada, en esa misma medida se descuidan también otros deberes religiosos” (“The Sabbath”, Review and Herald, 1942, p. 28).
Alguien podría alegar que a Dios lo podemos adorar en cualquier otro día de la semana. El problema con este argumento es que se estrella de frente con esta declaración: “Acuérdate del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día es de reposo para Jehová, tu Dios” (Éxo. 20:8-10). Lo que nuestro texto de hoy nos está diciendo es que el sábado es un día especial porque así lo dijo Dios. No hay en la naturaleza nada que convierta al sábado en un día diferente de los otros seis. ¿Por qué, entonces, es un día especial? Porque después de crear en seis días los cielos y la tierra, el Creador no solo reposó en el séptimo día, sino además lo bendijo y lo santificó.
Sobre ningún otro día de la semana pronuncia Dios su bendición. De ningún otro día dice él que es señal de santificación (ver Eze. 20:12). Nos recuerda, además, que por ser el Creador, él es el único digno de nuestra adoración. “Para que esta verdad jamás se borrara de la mente de los hombres”, leemos en El conflicto de los siglos, “Dios instituyó el sábado en el Edén; y mientras el ser él nuestro Creador siga siendo motivo para que lo adoremos, el sábado seguirá siendo su señal y monumento” (p. 491).
¡Con razón el Mandamiento comienza con un “acuérdate”! Es decir, acuérdate de adorar “a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. Y acuérdate de que tu Creador quiere encontrarse personalmente contigo en el día que él bendijo y santificó.
¿Lo dejarás esperando?
Gracias, Padre celestial, por ese precioso “acuérdate”. Además de recordarme mi noble origen, tu día santo también me recuerda que eres digno de mi adoración y mi alabanza.