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BUENOS AIRES, ARGENTINA

2.

Henrik piensa que es mejor hombre que los demás hombres, pero pronto entiende que nunca podrá perdonarle el éxito. Ni tampoco la entrega incondicional de los comienzos, de la cual actualmente adolece. Él compró el combo de la mujer que iba a adorarlo siempre, por más desatinada que fuese su vida. Y esa fue la gran traición. Se convenció de que si Greta había migrado escapando de su patria era para disfrutar de una vida sin las estridencias de ningún triunfo. Se convenció de que Greta era como él. Y juntos, en esta parte del mundo, podían fracasar sin estrépito, en el acolchado interior de sus mutuas frustraciones, dejando atrás todo lo que fueron o podrían ser en otro país.

¿Quién es toda esta gente que gesticula y se ríe estrepitosamente, siempre, a su alrededor? Gente de Greta. Henrik siente que ha despertado de pronto en un bar atestado. Por momentos pierde la ilación y no comprende la línea de tiempo que lo lleva de un extremo a otro de los acontecimientos. Como si su vida se hubiese desplazado unos centímetros y ya no fuera la propia. Para él, apenas ayer estaba en la reunión de couchsurfing, y ahora el presente es un matrimonio. Es como pestañear y ya estar muerto. Las pocas personas con las que tiene contacto esporádicamente se lo señalan. No es el mismo. Pero él no nota cambio alguno en su conducta ni en sus sentimientos. Greta se lo dice despacio, como se le dirige la palabra a un animal asustado. De todas formas, no es suficiente para que Henrik comprenda qué mal lo carcome. El mal de la melancolía, la angustia insensata, el desasosiego. Múltiples sinónimos para describir una tristeza que no consigue reconocer frente a nadie, ni aún frente al espejo de sus propias frustraciones. En definitiva, Greta es su cara oculta. Greta es la luna de Saturno, Titán, que es casi como la Tierra, pero al revés. Greta es el negativo de la derrota de Henrik.

Greta una vez ganó una oportunidad y la colocó en uno de los casilleros. Metáfora. Esa oportunidad atrajo otras y así se le llenaron casi todos los casilleros que antes tenía cubiertos de polvo y procuró seguir construyendo nuevos estantes para seguir llenándolos. El metafórico mueble se volvió tan grande que tuvo que alejarse mucho para seguir atrapando y guardando los frutos de las oportunidades. Y gente. Ganó gente. Fueron con Greta a completar casilleros. Así tuvo que alejarse más y hacer otro camino y otro cuarto y las oportunidades llegaron y se dio cuenta de que no podía seguir compartiendo la tristeza de no ganar nunca y eso la fue llevando de cuarto en cuarto hasta que perdió a Henrik de vista. Es doloroso, pero si él no se agarraba fuerte de su mano, Greta no sabía ya cómo agarrarse fuerte de la suya. Porque avanzaban los dos o ambos se quedaban observando casilleros estériles y polvorientos.

Si el matrimonio no es la tumba del amor, el éxito unilateral sí lo es.

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