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Y LOS AGRICULTORES, ¿CÓMO NOS SENTIMOS?
ОглавлениеEl peor legado que ha dejado la Revolución Verde es que, en el fondo, la libertad del agricultor se ve menguada por la elevada influencia de la agroindustria sobre las decisiones cotidianas de su oficio. Ya no me refiero solo a que la mayoría de plantas se encuentran bajo un registro y, por lo tanto, hay que pagar un dinero para cultivarlas, sino que los lobbies agrícolas definen, en función de sus intereses, la dirección que toma el sector primario en cada momento.
Al practicar un modelo tan ligado a todos los factores externos comentados en los párrafos anteriores, los agricultores solo tenemos derecho a quejarnos: del precio, del tiempo, del Gobierno… Y cuando esto pasa, cuando cada día al llegar a casa nuestros hijos reciben su dosis de queja diaria, lo más probable es que esos niños no desarrollen nunca el amor por uno de los oficios más dignos y agradecidos que ha existido nunca. Algo muy triste para las personas y para el planeta. Hace falta, pues, generar un empoderamiento y un incremento en la autoestima del agricultor, fácilmente contagiable a la familia y a la sociedad en general.
Pero cuidado, en el campo muchas veces para combatir la falta de autoestima no hay nada mejor que un buen tractor, y aquí hay otra trampa. Si bien para cualquier agricultor de los países ricos sería casi humillante no poseer uno, en muchos casos es precisamente la compra innecesaria o sobredimensionada de maquinaria lo que pone a una empresa agraria en una situación delicada desde el punto de vista financiero. En el campo no nos han hecho falta anuncios, como ese de una marca de automóviles en el que a unos vecinos se les cae la baba al ver pasar el nuevo y flamante coche del protagonista, para comprender que hay que comprar un buen tractor y, si es posible, con más prestaciones y potencia que el tractor del vecino. Durante unos años ese vehículo se ha convertido casi en un símbolo de la masculinidad. Una mayor presencia de mujeres en los órganos de toma de decisiones de cada explotación probablemente corregirá esta desviación evolutiva que tenemos los machos de nuestra especie. Las mujeres siempre han estado presentes en el campo, pero a menudo realizando tareas menos relacionadas con los cultivos, como la gestión de la casa y la familia o el cuidado del ganado. Al menos, esta es la imagen que tengo de mi infancia, cuando pasaba las vacaciones en casa de la abuela Mercè o de la abuela Rossita. Actualmente los roles están cambiando, aunque demasiado despacio.