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Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH)

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El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) fue creado mediante la Ley 1448 de 2011 (artículo 147), y entre sus funciones se encuentran: “contribuir al esclarecimiento de los hechos, los responsables y las condiciones que hicieron posible el conflicto armado en Colombia, consolidar el papel de la memoria como derecho en la institucionalidad y la sociedad y como patrimonio público, diseñar el Museo de la Memoria como un espacio de dignificación de las víctimas y de promoción de una cultura respetuosa de los derechos humanos, y conformar el archivo de Derechos Humanos y Memoria Histórica” (CNMH, 2014). Esta entidad cuenta con una amplia actividad y producción en acompañamiento psicosocial a las comunidades víctimas del conflicto. Entre otras, hacen uso de ejercicios de memoria para rememorar y contribuir en la reparación de hechos con alto grado de violencia y violaciones de derechos humanos cometidas por diferentes autores (Fuerza Pública, guerrillas, paramilitares) en el devenir del conflicto.

De la amplia producción de esa entidad, y con referencia al libro La masacre del Tigre, Putumayo. Un silencio que encontró su voz, es posible ver cómo esta institución reconstruye mediante la memoria escenarios pasados del conflicto. A grandes rasgos el trabajo está organizado de esta manera, relativamente común en otras de sus investigaciones:

a. Reconstrucción de hechos (masacre del 9 de enero de 1999), en donde describen la configuración socio espacial del departamento y el contexto de este hecho.

b. Muestra cómo a partir de la masacre se configuró un nuevo escenario de violencia y control para asegurar el silencio de la población.

c. Identificación de los daños y las consecuencias de la violencia en la región, antes, durante y después del hecho de la masacre.

Una referencia que merece ser nombrada por ser uno de los estudios fundacionales de la memoria histórica del conflicto es Trujillo: una tragedia que no cesa, que intenta demostrar el vínculo existente entre la construcción de memorias y la construcción democrática, para ello parte del reconocimiento de: (a) el carácter político de la memoria; (b) el papel fundamental de la memoria histórica en los procesos de democratización en situaciones de conflicto; (c) la memoria histórica no es de ningún modo sustituto de la justicia; (d) la memoria es en sí misma una forma de justicia; (e) la memoria histórica es una forma de reparación; (f) la memoria es un mecanismo de empoderamiento de las víctimas (Grupo Memoria Histórica, 2008, pp. 26-27).

El estudio en mención se organiza en tres partes:

1. La primera da cuenta del contexto (político, social, económico, espacial; etc.) de la masacre, los hechos y los actores involucrados, tanto víctimas como victimarios, considerando especialmente los mecanismos de terror utilizados.

2. La segunda parte muestra las dimensiones de memoria, olvido e impunidad suscitadas a partir del hecho de victimización, poniendo especial énfasis en dimensiones de sexo y género propias del conflicto.

3. La tercera comprende los procesos de reparación, justicia y verdad, mostrando la respuesta de los mecanismos gubernamentales nacionales y supranacionales involucrados.

Para lograr atar estos contenidos con la experiencia real empírica de la violencia, los autores del estudio, además de conceptualizaciones académicas propias del conflicto, recurren a diferentes técnicas de recolección de información aplicadas a todos los actores involucrados en los hechos examinados, estas son: entrevistas semiestructuradas, testimonio oral, informes de organizaciones de víctimas, cartográficas (mapas de la región con convenciones específicas de la masacre), cuantitativas (tenencia y uso de la propiedad rural en la región), demográficas (datos censales), material visual (fotografías), cartografías sociales y talleres de la memoria.

Estos documentos se inscriben en ejercicios cognoscitivos de la historia académica, recurren a diversas fuentes cartográficas, estadísticas, censales, de contexto histórico, además de la aprehensión de la tradición oral de la comunidad afectada y finalmente, hacen unas recomendaciones para seguir en materia de verdad, justicia y reparación para el tratamiento de este suceso.

Otra labor imperativa de esta institución tiene que ver con su trabajo para entender y caracterizar la naturaleza de los distintos documentos que pueden ser entendidos como fuentes de un proceso de esclarecimiento de la verdad y de construcción de memoria histórica. A diferencia de las consideraciones de las Fuerzas Militares, reconocen que además de las dependencias públicas, diferentes comunidades, agencias de cooperación internacional, organizaciones sociales de víctimas y de la academia han generado una contribución innegable a incrementar el acervo documental sobre la guerra, la violencia, las distintas violaciones de DD. HH. y DIH, que se expresan en diversos soportes como “galerías de la memoria, murales, obras de teatro, testimonios, cartillas educativas, cartas personales, informes, denuncias, documentos oficiales, entre otros registros […]” (CNMH, 2015, pp. 12, 27). En consecuencia, “la información, documentos y archivos de las organizaciones sociales y de víctimas adquieren un lugar medular en la búsqueda de la verdad […]. Si estos registros desaparecen, si no son protegidos y usados de manera adecuada, la sociedad colombiana corre el riesgo de perder las huellas de su historia, de que la verdad siga siendo esquiva y se sigan reproduciendo problemáticas como la impunidad y la denegación de justicia” (CNMH, 2015, p. 12).

En cuanto al armazón metodológico de los ejercicios de construcción de memoria histórica realizados por esta institución, se destaca la publicación Recordar y narrar el conflicto. Herramientas para reconstruir memoria histórica. En ella se muestran diferentes técnicas e instrumentos para evocar la memoria. A la luz de este documento, “un aspecto fundamental en la construcción de memoria histórica es el de la articulación de unas preguntas que guían la exploración sobre el pasado, los eventos violentos y sus impactos” (CNMH, 2013, p. 63). Afirman que estos interrogantes pueden ser agrupados en estas áreas: (1) identificación del pasado; (2) evaluación del impacto de la violencia y (3) perspectivas hacia el futuro.

Partiendo de lo anterior, algunos de los métodos empleados en la evocación de memorias son: talleres de la memoria que utilizan herramientas de la historia oral así como material audiovisual, mapas mentales y del entorno para ubicar el espacio, mapas andantes (recorridos vivos), inventarios (identificación) del paisaje de la memoria, líneas de tiempo, biografías visuales, mapas del cuerpo, teatro narrativo, fotografías, colchas de memoria en imágenes, entrevistas, historia de vida, organización de la documentación y construcción de un archivo de los hechos rememorados (CNMH, 2013, pp. 65-134).

Uno de los talleres que se realizan con esta metodología tiene el objetivo de facilitar un proceso de reconstrucción de memorias (sobre un evento en particular) con el fin de contribuir a la construcción de una memoria histórica integradora. Para este fin cuentan con las siguientes características y actividades: (a) presentación de participantes mediante una actividad llamada ‘telaraña’, tejida en lana; (b) establecimiento de grupos de trabajo (c) realización de actividades previamente definidas, como lo es, por ejemplo, la creación de una línea de tiempo en la que “se identifica un evento o fecha que los participantes consideran marca un ‘antes’ y un ‘después’ en sus vidas. Esta fecha se ubica-escribe-ilustra en un papel en la pared o en una cartelera, induciendo a reflexionar sobre el evento pasado mediante el recuerdo de ciertas imágenes, olores, personas (Grupo de Memoria Histórica-CNRR, 2009, pp. 13, 27, 28). De esta manera se busca conducir la memoria generada para que abarque las nociones de perdón y reparación.

En suma, el CNMH posee herramientas de construcción de memoria histórica que han sido puestas en marcha en escenarios de conflicto, demostrando que este ejercicio es factible y ayuda a la superación de dinámicas arraigadas de violencia, además empodera y moviliza a las comunidades en defensa de la vida y la dignidad. Habría que tener en cuenta que estos ejercicios han sido muy planificados y cuentan con una gran elaboración de trabajo psicosocial y comunitario con las personas afectadas por hechos del conflicto, de lo contrario su realización se torna estéril y en el peor de los casos podría conducir a la revictimización.

El reto de la construcción histórica del conflicto en Colombia

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