Читать книгу Spinoza: Educación para el cambio - Germán Ulises Bula Caraballo - Страница 33

Conclusión

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¿Es concebible una Ética en prosa ordinaria? Nada impediría que un argumento en prosa contuviera las mismas ideas que contiene la Ética; llamémoslo Ética B. Ahora bien, ¿produciría la Ética B el mismo efecto en el lector? Así como un texto ordinario invita a una lectura lineal y un acróstico requiere una lectura en dos sentidos, la Ética invita al lector a reconstruir los argumentos que se presentan, a que compruebe por sí mismo su validez recorriendo la forma en que están articulados.

Hemos visto que la Ética pretende, mediante este ejercicio de lectura, transformar al lector, hacer que para él ciertas cosas se hagan evidentes a través de procedimientos deductivos. Esto entronca con la ontología y la epistemología enunciadas en la propia Ética: el entendimiento deriva consecuencias de las esencias del mismo modo que las esencias, en su afirmarse en su ser, producen efectos. La reforma del lector que pretende la Ética (Rojas, 2005, p.16) tendría que poner al lector en camino del telos ético y cognitivo de ella: intuirse a sí mismo como eterno, como derivado de la esencia eterna de Dios. Estos efectos solo los conseguiría la Ética B si activara en el lector los procedimientos que activa la Ética: pero esto querría decir que la Ética B tendría que disfrazar de prosa ordinaria un orden geométrico subyacente, o lo que es lo mismo, tendría que tener un orden geométrico.

Si asumimos que la Ética tiene como propósito transformar al lector, más que transmitir ciertas proposiciones, entonces hay que reexaminar la pregunta por si el orden geométrico es un método de exposición o de descubrimiento. El saber, en Spinoza, no es un contenido proposicional desligado del proceso por el cual se llega a este (razón por la cual el conocer que 4 es a 2 lo que 6 es a 3 puede representar desde el más bajo hasta el más excelso género de conocimiento; TIE, § 23-24; E2P40S2); un mismo contenido proposicional no es equivalente a otro si se ha arribado a uno por vía de la deducción y al otro por vía de la mera noticia verbal. Desde este punto de vista, el método de exposición de la Ética tiene que coincidir con su método de descubrimiento, porque es el lector quien debe llevar a cabo lo segundo.

En este capítulo he sentado algunas posiciones respecto al sentido y propósito del método geométrico. En el siguiente, quisiera dar mayor sustento a estas ideas examinando la metáfora espinozista de que las proposiciones son los ojos del alma. Lo que quiero explicar a fondo es qué quiere decir entender una demostración.

Este problema se examinará en relación con algunas ideas de Husserl, quien defendió, en el siglo XX, la validez e importancia del conocimiento racional-deductivo. Me parece importante que este libro sobre Spinoza no se vea como un aporte a la historia de las ideas, sino como un aporte vigente a los problemas de la educación. Para ello, es importante enfrentarse a la idea de que el racionalismo es una reliquia de la modernidad temprana, que ha sido superada por el pensamiento científico, el único que puede reclamar validez (Reichenbach, 1975). La mejor defensa del tipo de investigación que emprende Spinoza es una explicitación de esta; se mostrará en ella no solo la manera en que el conocimiento deductivo garantiza su validez, sino también su importe ético y pedagógico, en cuanto se relaciona con la autonomía.

Spinoza: Educación para el cambio

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