Читать книгу Reportajes - Gonzalo Arango - Страница 7

Prensa y sensación

Оглавление

Al hombre que puso la poesía en estado de alerta, la regó por todo el país y la insufló de manera indeleble en el alma de la juventud, ahora se le quiere desconocer el título de poeta. Por fortuna para su prosa, se dice, la dedicó al periodismo. Pero creo que fue para pagar su plato de frijoles, única comida diaria que se permitía ya avanzada la noche, que tuvo que alquilar su pluma a la prensa. Era, además, la posibilidad abierta de mantenerse en contacto con su público y con sus escritores amigos.

La pasión por la creación le quitaba el sueño. Gracias a su insomnio y a su máquina de escribir de letras cuadradas dejó un caudal de literatura asombrosa expresada en todos los géneros: el poema, el cuento, la novela, el teatro, el ensayo, el panfleto, la carta. Su correspondencia se considera entre las más bellas de la tierra. Muchas de sus obras inéditas conocieron el fuego. Se encuevaba para la poesía y solo para practicar el periodismo retornaba al mundo de los humanos. Y en el periodismo hizo a su vez maravillas: reportajes, crónicas, comentarios de arte y de libros, artículos, columnas. Era un periodismo de combate, de denuncia, de hostigamiento. Pero también de un lirismo blasfemo y un tono juguetón y sarcástico.

Con la fundación del nadaísmo se le abrieron unas puertas y se le cerraron otras. Entre las siempre abiertas estuvieron las cárceles y las redacciones de los periódicos. Gonzalo sabía cómo capturar al lector, atraparlo y envolverlo. Los policías sabían hacer lo propio con él.

Todos los periódicos de Colombia y todos sus suplementos publicaron sus colaboraciones, gratis y remuneradas. Tuvo columnas en El Tiempo (Signo de Escorpión y Bolsa de Valores), en La Nueva Prensa (Todo y Nada), en El País (El Callejón de las Chuchas), en El Heraldo (Heraldo Negro), y la Última Página de Cromos. Dirigió durante ocho números su propia revista: Nadaísmo 70; y fue colaborador estelar de Esquirla, La Viga en el Ojo, El Ojo Pop y el suplemento de El Expreso, órganos nadaístas en distintas épocas. En el semanario Contrapunto de Jaime Soto publicó por entregas sus memorias de presidiario. Los periódicos se compraban para leer a Gonzalo Arango, y Gonzalo Arango muchas veces no tenía para comprar los periódicos donde escribía.

Don Camilo Restrepo, director de Cromos, lo convirtió en su pupilo. Le dio su voto de confianza y lo primero que hizo el Profeta fue presentar en una serie de entrevistas a sus compañeros de generación, mezcladitos con otros importantes personajes del mundo de la cultura. Y los altos personajes de la política comenzaron a aspirar a ser entrevistados por el insolente. Eso daba prestigio y puntaje. Gonzalo hizo unas pocas incursiones en eso tan espinoso y tiró la toalla. Entonces se dedicó a narrar sus aventuras de la errancia. Sus crónicas de Gonzalo el Simbad, en alta mar; o por los caminos de Francisco el Hombre; o en el Pacífico; en las islas de San Andrés y en el Vaupés.

Del itinerario periodístico de Gonzalo, en su primera fase, la de crónicas y entrevistas, da cuenta este libro. La segunda parte contendrá lo que fueron propiamente sus columnas. Hace diecisiete años que Gonzalo Arango leyó un periódico por última vez. Tal vez lo iba leyendo en el vehículo de servicio público cuando recibió la dentellada de un bólido. Sin embargo, lo seguimos leyendo, como si fuera un escritor de ultratumba, porque entidades generosas quieren revivirlo en el corazón de la juventud, tan necesitada hoy de paradigmas.

Jotamario Arbeláez

Bogotá, marzo de 1993

Reportajes

Подняться наверх