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PEDAGOGÍA SOCIAL EN EUROPA Y AMÉRICA LATINA: DIÁLOGOS E INTERACCIONES EN EL MARCO DE LO COMÚN

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Xavier Úcar Martínez

El mundo cambia, y con él el significado de las palabras.

(Richard Swedberg, El arte de la teoría social)

La única praxis instituyente emancipadora es la que hace de lo común la nueva significación del imaginario social.

(Christian Laval y Pierre Dardot, Común: ensayo sobre la revolución en el siglo XXI)

En la actualidad, la pedagogía social, como disciplina y como práctica, parece estar en plena expansión en Europa y en América Latina. Y se está extendiendo también, aunque más lentamente, por el resto de continentes. Se podría decir que asistimos, en estos últimos años, a una revitalización de los discursos y las prácticas en torno a lo social y a lo comunitario. Dicha revitalización obedece a un conjunto muy complejo de causas y de factores, entre los que, probablemente, tienen un lugar destacado la emergencia de sociedades individualistas y de consumo, la consolidación de formas novedosas de relacionarnos a través de las tecnologías y la presión economicista y neoliberal a la que personas, organizaciones y comunidades se ven sometidos. También, y de manera especial en la última década, las nuevas vulnerabilidades y necesidades —vitales, antes que sociales— derivadas de las situaciones de guerra y de pobreza que están padeciendo muchas personas. Estas situaciones están dibujando nuevos espacios y ámbitos de necesidad y de actuación que nos obligan a revisar y replan-tear las formas tradicionales de intervención socioeducativa.

Los tiempos que vivimos nos exigen pensar en cómo ser seres sociales sin perder los atributos y valores de lo individual, y viceversa. De lo que se trata es de construir sociedades que otorguen libertad a la construcción personal, grupal y comunitaria, sin dejar de lado los vínculos y las interdependencias que nos unen y nos configuran como personas, comunidades y sociedades. También, de articular y construir vínculos que no ahoguen la creatividad y la libertad de expresión y de acción de personas, grupos y comunidades. Unos vínculos, por último, que nos hagan fuertes frente a cualquier tipo de muro o de frontera que pretenda excluir o discriminar a las personas en orden a cualquier rasgo personal o situación concreta que les haya tocado vivir.

A menudo se ha hablado del “nosotros” como una forma de protección frente a las problemáticas o las vulnerabilidades de las personas. Creo que es una visión que, en más de una ocasión, ha podido amparar situaciones de injusticia. El referente ético y normativo de la pedagogía social no puede ser un “nosotros” que genera coartadas para la exclusión. Tiene que ser algo anterior y más primigenio. Nuestro referente es el “somos” antes que el “nosotros”; un referente asociado a una identidad anterior a cualquier tipo de identidad cultural: la identidad de especie. Nuestra identidad en cuanto seres humanos que compartimos nuestra humanidad en un territorio único y común: el planeta Tierra. Lo común es, desde mi punto de vista, una versión actualizada de lo social. Una actualización que concreta y especifica el contenido de lo social en todo aquello que compartimos y que nos hace miembros de esta identidad primigenia de especie que configuramos y nos configura como seres humanos.1

Esas son las reflexiones y preguntas a las que la emergencia de una pedagogía social compleja, ajustada a las complejidades de la vida en las comunidades y sociedades actuales, trata de responder. Y pretende hacerlo acompañando a las personas y las comunidades en el proceso de aprender lo social y lo común al mismo tiempo que lo construyen y lo viven. Lo social y lo común no pueden ser sino contexto y contenido de cualquier pedagogía actual que pretenda responder, de manera eficaz, equitativa y sostenible, a las situaciones y problemáticas de las realidades que nos ha tocado vivir.

A través de la multiplicidad de formas metodológicas, profesionales y ocupacionales, en las que se encarna en los distintos contextos vitales y territoriales de este planeta, la pedagogía social aparece hoy como un ámbito emergente, innovador y muy prometedor para responder a las realidades y problemáticas que se presentan en el campo de la sociocultura.2

Para mostrar la riqueza y versatilidad de la pedagogía social voy a organizar este trabajo en tres partes. La primera trata sobre la evolución de la pedagogía social y la educación social en el contexto español. Una evolución jalonada por múltiples influencias que convergen en lo que hoy son y significan ambas en España. La realidad española puede ser un buen ejemplo de cómo la pedagogía social bebe de diferentes realidades contextuales y se halla siempre en un proceso de cambio y construcción constante que se da en paralelo a los también continuos procesos de cambio y construcción en los que las personas, los grupos y las comunidades nos desenvolvemos diaria y cotidianamente. La segunda plantea unos breves apuntes sobre el estado actual de la pedagogía social en el mundo y se centra, sobre todo, en las formas como se está desarrollando en América Latina. La tercera, por último, describe los, desde mi punto de vista, rasgos específicos actuales de la pedagogía social, aquellos que le otorgan complejidad y la convierten en un planteamiento y una estrategia pedagógica útil para tratar con las complejidades de las comunidades y sociedades actuales. Cuestión esta última que explica y justifica, con toda probabilidad, su expansión actual por todo el mundo.

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