Читать книгу Abelardo Oquendo: la crítica literaria como creación - Группа авторов - Страница 12

Оглавление

El avaro de Luis Loayza

Hace algo más de un año, en México, un peruano publicó un pequeño cuaderno de prosas: La evasión. Esta cuidada y limpia primera manifestación literaria de un escritor de veintiséis años fue recibida con un interés, si bien fundado en nuestra pobreza de escritores jóvenes con habilidad, era bastante merecido. El avaro, otro conjunto de prosas con que se inicia otro nuevo escritor2, se beneficia menos de esa situación nacional poco feliz: no es frecuente escribir a los veinte años con el estilo de El avaro. Por eso el breve y bello librito de Loayza merece entre nosotros, una cogida amplia y elogiosa.

Los nueve textos que componen este cuaderno, al que uno de ellos presta su nombre, conforman un mundo de delicados placeres solitarios, trasfigurado y mítico. Extraños habitantes de una ciudad inubicable y misteriosa que —en las últimas páginas abandonada y se destruye— lo pueblan. En su conjunto, estos textos demuestran una aguzada sensibilidad, reprimida por una censura siempre alerta. Una voluntad exigente poda todo lo que atenta contra la impecable belleza que se procura alcanzar. Desechada así la espontaneidad, ajeno, lúcido, Loayza está sobre lo que escribe, dominándolo, proclive en veces a una frialdad que podría ser peligrosa pero a la que atemperan el tono levemente confidencial de los escritos en primera persona (la mayoría), y un clima de múltiples sugerencias poéticas.

Un refinado escepticismo sustenta las soluciones negativas con que en El avaro parece afrontarse la realidad: se prefiere el deseo a su satisfacción; a la elección, la dilatada voluptuosidad de las posibilidades; al vano mundo externo se le confiere un valor derivado de los estímulos que ofrece a las vivencias interiores o a escogidos regalos sensoriales. Este desdén o temor por lo que habitualmente conforma la vida parece, a lo largo del cuaderno, negar toda acción fuera de la órbita cerrada de uno mismo. Cuando ella puede tener un significado decisivo, se le funda en el engaño y se le destruye, como en «El héroe», deliciosa historia, la única humorística del conjunto y, también, única construida sobre un tema mítico identificable. Y cuando, en las páginas de clara unidad que se disponen al final, el evasivo relator toma la voz de su ciudad y narra sus sucesos, está obligado por un poderoso motivo: la catástrofe, contra la que nada se hace sino consultar los oráculos y elevar himnos al dios inexorable que la ha determinado.

Pero es en el aspecto formal donde hay que buscar el verdadero valor de las páginas estrictas de El avaro. Bajo este aspecto Loayza puede sumarse ya a los nombres de quienes en la nueva generación poseen una indudable aptitud para escribir y trabajan para lograr su madurez y perfeccionamiento. Los valores más patentes de su lenguaje son: la concisión rigurosa, la adjetivación precisa, el ritmo mantenido y leve, la constante y afortunada discriminación de las palabras, su disposición en una sintaxis personal y segura. El empleo de la puntuación adquiere, en ocasiones, valores semánticos que están más allá de su función habitual. También son notables: una cuidadosa asimilación de las influencias y, sobre todo, el buen gusto implacable y minucioso a que parece someterlo todo este joven autor.

El avaro señala la aparición de un nuevo prosista en nuestras letras. Con sus breves composiciones, Loayza ha demostrado una depurada sensibilidad, un firme sentido estético y un temprano dominio de la lengua. Estas cualidades que ahora saludamos en él le crean un grave compromiso. Porque si la literatura está en el sabio manejo de las palabras, también está más allá de ellas: en la verdad, el fervor y la vida que dan sentido a su belleza, que la sustentan y humanizan.

El Comercio, Lima, 8 de enero de 1956,

Suplemento El Dominical.

2 Luis Loayza: El avaro, Talleres Gráficos de P.L. Villanueva. Lima, 1955. Edición numerada.

Abelardo Oquendo: la crítica literaria como creación

Подняться наверх