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La narratividad como inventio
ОглавлениеIndependientemente de que estos modelos tienen, ciertamente, su propia operatividad y utilidad para los fines que los análisis plantean (por ejemplo, analizar la estructura argumentativa en análisis conversacional2), es posible contrastarlos con la articulación narrativa canónica propuesta por Greimas originalmente para los relatos en general, pero ulteriormente restringida para los relatos de búsqueda, la cual reconoce un componente inicial de reconocimiento de la carencia de un bien, la prueba decisiva que consiste en la superación de esa carencia y la etapa final de sanción mediante la cual se reconoce que la carencia ha sido subsanada. Como se puede ver, los componentes narrativos en esta otra teoría son más densos semánticamente: es así como podemos encontrar relatos de pérdida o adquisición de valores, relatos organizados alrededor de la figura del don o de la prueba, relatos de permanencia o de transformación de estados, relatos de manipulación, de sanción o de acción. Actualmente, se considera que todos estos tipos de relato configuran modelos canónicos de narratividad susceptibles de ser encontrados en áreas culturales muy diversas.
Sin embargo, una crítica a este modelo, señalada por Rastier (1989: 69), reside justamente en su pretensión a la transculturalidad, cuando afirma: “su ambición teórica se ve obstaculizada por su debilidad descriptiva: impedida por su universalismo de discernir la especificidad de los textos, la semiótica narrativa proyecta sobre todos ellos una misma rejilla a priori, y se congratula de encontrarla por todas partes”. Esta crítica ha sido asumida en los más recientes trabajos de los semiotistas y los ha llevado a restringir la validez universal de los esquemas narrativos de la semiótica de los años sesenta y setenta en provecho de una mayor atención puesta en la variabilidad de los relatos (J. Fontanille, 1993-1994: 145): “La semiótica narrativa, elaborada a partir de los relatos míticos y folklóricos, particularmente los estudiados por C. Lévi-Strauss y V. Propp, descansa, en lo esencial, sobre el esquema de la búsqueda...”. Otros esquemas narrativos pueden ser considerados, y en particular aquéllos que dan cuenta de la fobia, en el seno de un universo de valores inestables o en descomposición. La pregunta que se plantean, podría resumirse rápidamente así: ¿el absurdo tiene un sentido y produce una forma reconocible en el discurso? Y, asimismo, la pregunta corolaria: ¿la huida está organizada, como la búsqueda, en un esquema canónico? Al plantear interrogantes como éstas, la semiótica abre una nueva orientación en los estudios narratológicos de capital importancia, puesto que conducen a un examen de la variabilidad cultural y tipológica de los relatos. Tal variabilidad multiplica y relativiza el valor de los esquemas narrativos con los que opera, pero, al mismo tiempo, refuerza el análisis en términos del contenido evenemencial de los relatos: es decir, justifica con mayor énfasis un análisis centrado, más que en una estructura retórica de la dispositio3, en una tipología de acciones del orden de la inventio, es decir, en una tópica.
Las propuestas de Greimas suponen que los contenidos evenemenciales no son expresados forzosamente mediante cláusulas, sino que algunos de ellos son expresados léxicamente. Por ejemplo, el contenido accional en una frase puede ser expresado mediante un sustantivo y no necesariamente un verbo: utilizando un ejemplo muchas veces examinado por Greimas, es posible decir que al identificar a un personaje como un pescador, el relato asume por ese hecho desarrollos narrativos alrededor de la acción de pescar, sin que forzosamente encontremos en un relato frases explícitas que se refieran a esa actividad mediante el verbo conjugado. Esto quiere decir, que es posible postular una unidad esquemática subyacente a ambos tipos de manifestación —nominal o verbal—, con su correspondiente estructura actancial.
Cabe señalar que, por el hecho de reconocer estas otras formas de manifestación lingüística de los contenidos narrativos, para Greimas basta con un enunciado para que pueda, en casos extremos existir un relato, lo cual contrasta con otras propuestas (Labov) que reconocen la narratividad únicamente a partir de la copresencia de al menos dos cláusulas.
En el ejemplo (5) vemos que la elasticidad del discurso se erige en un fenómeno semántico que la semiótica considera de vital importancia para el análisis de la narratividad, un fenómeno que es sistemáticamente ignorado por los modelos argumentativos del relato. Podemos reconocer, en el interés por la elasticidad discursiva, las raíces lexicográficas del modelo greimasiano, su origen en el análisis componencial tal como es planteado en Semántica estructural (1966), que establece un vínculo entre el análisis microsemántico de los lexemas (manifestaciones condensadas) y la organización macrosemántica de los relatos en unidades narrativas (manifestaciones expandidas). De manera que es necesario reconocer que la manifestación lingüística de nivel de frase no constituye un criterio que permite juzgar el valor narrativo de una cláusula. Pero al reconocer lo anterior no es posible dejar de señalar una limitación inherente al modelo greimasiano: su independencia con respecto a la lingüística.