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Relatos imperfectivos

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Se trata de una secuencialidad aditiva entre acontecimientos autónomos, es decir, de una forma de narratividad, la sucesividad, en que cada proceso sigue a otro y en cierta manera se “substituye” a él; en ella, los procesos son independientes unos de otros y corresponde al observador la tarea de agruparlos cardinalmente (vs. agrupación ordinal) en una totalidad narrativa por composición total como si fueran bloques; el acontecimiento resultante es el producto de la yuxtaposición paratáctica de procesos que, en grados extremos —por ejemplo en las crónicas o en las cronologías— no comparten otras características más que las de aparecer en el mismo contexto y de ser sustituibles unos por otros (no hay traslapes): así por ejemplo, el relato histórico típico está conformado por verbos de acción en pretérito perfecto.

En el ejemplo siguiente, la unidad narrativa de todo el enunciado se encuentra dada por el contenido semántico de los verbos asociado a convenciones culturales: sólo una convención nos sugiere un orden entre el ir al restaurante, ver una película y visitar amigos:

(11) Ayer, FUI al restaurante, VI una película y VISITÉ a algunos amigos.

En cambio en el ejemplo (2) tenemos un caso híbrido: aun cuando el tiempo verbal sugiera una agrupación cardinal y cada verbo sea autónomo con respecto a los demás, el último verbo (vencí) es semánticamente un logro y, por lo tanto, adquiere un valor terminativo que resemantiza a los verbos que le anteceden y los integra en una agrupación cerrada de carácter ordinal.

Aunque algunas reglas del lenguaje, como la elipsis, pueden jugar un papel en la secuencialización —entre venir, ver y vencer se presupone una unidad de tiempo y espacio que el discurso no manifiesta abiertamente más que por el orden de aparición de los verbos— la unidad entre las acciones puede seguir otros criterios, como en el ejemplo siguiente en donde se sigue un orden aparentemente lógico:

(12) Tardaron en llegar más de ochenta años por las grandes pausas y demoras que venía haciendo. Conviene a saber: edificando pueblos, poblando sitios, viendo ser aquellos lugares apacibles y frescos y, también, creyendo ser aquello lo mejor.

Este orden supone que se acepte que el acto de percepción (viendo) siempre antecede al acto de creencia (creyendo) y que el acto de poblar es anterior al de edificar porque el primero se refiere a una ocupación más o menos prolongada del sitio, asentamiento que da inicio con el acto mismo de llegar, mientras que edificar es un acto que supone una llegada anterior (es decir, edificar no da inicio con la llegada). Pero esta lectura no es la única posible: en otra de sus acepciones se puede considerar que poblar es el acto resultativo de llegar y edificar: sólo se puede decir que se ha poblado un sitio si se ha edificado en él, la edificación se convierte en la marca del asentamiento prolongado. Como se ve, aunque aparentemente lógico, el orden de los acontecimientos se encuentra determinado culturalmente y responde a lecturas particulares. De hecho el empleo del gerundio puede ser incluido entre las formas extremas de narratividad, porque, al tratarse de una forma atemporal, corresponde a una forma narrativa definida como una serie acumulativa de estados, como también sucede con series basadas en participios:

(13) Vino comido, bañado, bien vestido...

Nótese que en los cuatro ejemplos anteriores no hay alternancia de tiempos verbales —todos ellos se encuentran en pretérito perfecto, en gerundio o en participio— y que el orden de los dos primeros es básicamente el de su presentación lineal (no así el de los dos últimos), además de que constituyen series abiertas.

Si utilizamos un esquema arbóreo para mostrar la estructura composicional del ejemplo (13), análogo al análisis del ejemplo (2) obtenemos la representación siguiente:


En todos estos ejemplos, si existe un cierre, éste no se da a nivel del encadenamiento de las cláusulas sino a nivel de la existencia de un esquema narrativo que los articule: por ejemplo, o salida de viernes en la noche en (11) conquistar en (2), poblamiento en (12) o visita social en (13). Al respecto, nótese que el esquema narrativo no se asigna de manera rígida, sino que una misma serie de sucesos puede formar parte de distintos esquemas narrativos.

Para la comprensión de la progresión narrativa abierta tenemos dos estrategias de procesamiento, la primera de ellas, correspondiente a una integración de acciones de carácter inductivo, llamada bottom-up; la segunda estrategia, que subraya la existencia eventual de un esquema narrativo que subsume a las acciones componentes, llamada top-down. En el primer caso partimos de un conjunto de acciones que después integramos en una totalidad; en el segundo partimos de la totalidad que descomponemos luego en sus elementos constitutivos. Estas dos estrategias no son equivalentes puesto que, si en el primer caso, tenemos los componentes como dato inicial, la apertura de la serie viene del número ilimitado de sucesos potencialmente constitutivos (una ida al cine, una cena, una visita constituyen una salida de fin de semana); mientras que, en el segundo caso, la apertura viene de la posibilidad de descomponer una totalidad en un número indeterminado de partes (¿De qué se compone una salida de fin de semana? De una ida al cine, de una cena, de una visita, etc.). Es decir, en un caso operamos sobre los sucesos, en el segundo sobre la totalidad del acontecimiento.

En resumen, los procesos agrupados cardinalmente son representados mediante verbos que poseen autonomía semántica, completud de sentido como entidades singulares; cada uno de ellos representa un todo y se agrupan en un conjunto abierto de totalidades integrales, [Ti1 > Ti2 > ... > Tin], (vs. dependencia, contextualidad, incompletud, discursividad, partitividad); es decir, el conjunto no constituye una entidad discreta, por lo menos no en este nivel de análisis—, puesto que la existencia de esquemas narrativos introduce un orden y una clausura pero de otro nivel: por ejemplo, el esquema narrativo proppiano centrado en la sintaxis de la reapropriación y en el combate como elemento climático. Considerado como un agrupamiento de oraciones, un relato constituido así es un relato imperfectivo, es decir, un encadenamiento indefinido y potencialmente infinito de procesos.

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