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La génesis de la informática

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La imagen de entes que piensan surgió en la imaginación humana hace siglos. Ya los mitos griegos tienen ejemplos, como es el caso de Pigmalión y Galatea, en el cual una estatua cobra vida. Aun desde la imaginación de un relato, su importancia radica en que solamente con una idea previa es posible hacer una realidad.

Lady Lovelace en primer lugar y Alan Turing después fueron los dos primeros que hicieron algo concreto a partir de su imaginación. Ella fue pionera en entender cómo el mismo principio de construcción de la primera computadora diseñada por Babbage también puede llegar a realizar otras acciones vinculadas a la cultura. Ella es la primera que logra enfocarlo en algo concreto. Si bien no lo construye, sí lo diseña con bastante detalle.

Turing, en tanto, ya tenía computadoras. Demuestra –primero con la máquina y luego lo profundiza y lo detalla con el Test– que la computadora es una máquina universal. Que puede llevar a cabo cualquier cosa que haga otra máquina. A partir de allí, se empezó a discutir si el cerebro humano era una computadora o no, si una máquina de Turing podía hacer o no cualquier cosa que hiciera un cerebro. Aun hoy esto no se ha dilucidado por completo.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se transforma en el centro del desarrollo tecnológico. IBM (International Business Machines, nacida el 16 de junio de 1911 de la mano de Thomas J. Watson) domina el mundo y esto no es casual. Sus desarrollos militares y el auge de la Guerra Fría la convierten en el centro de las actuaciones. Tener un cliente tan importante como el gobierno norteamericano que no repara en gastos le permitió a IBM lograr un enorme desarrollo. Borró –literalmente– a sus competidores del mercado.

Los equipos de entonces eran impagables, puesto que requerían una gran inversión en investigación y desarrollo. IBM contaba con ese respaldo para afrontarlo. Competir con su crecimiento fue solo posible desde la miniaturización. En 1957, fundada por Ken Olsen y Harlan Anderson, nació la compañía DEC (Digital Equipment), que funcionó hasta 1998, considerada pionera en la fabricación de minicomputadoras. Sus desarrollos comenzaron a aplicarse en áreas donde los equipos de IBM resultaban muy grandes. Con dicho surgimiento, aparece otra novedad en el mercado: sus equipos, en lugar de utilizar un software propietario, como sí hacía IBM, usaban software desarrollado en los ambientes universitarios y en laboratorios privados.

Finalizando la década del 60, nace Unix: un sistema operativo público desarrollado por los laboratorios Bell –que en aquel tiempo era una empresa del Estado–, y también aparece un lenguaje de programación llamado C. Ambos aportan la novedad de estar diseñados para ser transportables.

Antes de esto, a cada equipo era preciso desarrollarle un sistema operativo específico, multiplicándole astronómicamente su costo. Con Unix y el lenguaje C, se logró uno de los objetivos de Turing de la máquina universal: poder trasladar el software entre un equipo y otro aunque no estuviera fabricado específicamente para él, que era lo que sí pasaba con IBM, por ejemplo.

Tan loco como para cambiar el mundo

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