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El pasado del futuro

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Era claro que en estas épocas ya se empezaban a jugar ideas sobre las tecnologías que eventualmente Jobs iba a reemplazar. Las primeras que conseguirá reemplazar serán la gráfica y la imprenta. En los 70, se trabajaba en un tablero. Primero se dibujaba con lápiz, luego con tinta y finalmente con lapiceras que regulaban el flujo de tinta, que se llamaron Rotring. Y, sobre el tablero, se utilizaban diversos dispositivos; por ejemplo, para lo que era dibujo técnico se hacían cálculos con una tabla de logaritmos.

En la imprenta, en tanto, todavía se usaban equipos que técnicamente no se habían alejado demasiado de la creada por Gutenberg. Se utilizaban tipos móviles, gracias a los cuales los caracteres de distintas tipografías se armaban en planchas. Luego, estos se imprimían en una plancha o en una rotativa dependiendo de su uso posterior: para un libro, revistas o diarios.

En ambas industrias, los procesos requerían de la calidad artística de quien creaba la tipografía o diseñaba las ilustraciones de un modo manual. Para 1973 o 1974, un especialista gráfico o un propietario de imprenta desconocían las computadoras.

En paralelo, otra rama del arte estaba a punto de cambiar: la fotografía se manejaba con lentes ópticos que se enfocaban sobre papeles sensibles, luego se hacía un proceso de revelado y ahí se obtenía un negativo o un positivo, dependiendo del uso que se le iba a dar después.

La impresión de las fotografías, por su parte, en general era muy diferente de la imprenta tradicional, ya que se aplicaban métodos químicos y se formaban los colores de manera muy distinta. Aún, por una cuestión histórica, siguen usándose palabras como “revelado digital”, un proceso que en realidad no existe. Hoy la impresión digital puede ser tanto de una fotografía como de cualquier otra cosa que se decida imprimir, puesto que la tecnología digital fusionaría las tecnologías de gráfica y de fotografía. En la actualidad, por ejemplo, se cuenta con todas las variantes del Photoshop, que se aplican mayormente a la fotografía; y con las derivaciones de Illustrator, destinadas a la ilustración. La tecnología permitiría más tarde mezclar ambas técnicas en la computadora, y la impresión final no necesitaría separar los caminos de acuerdo al trabajo que se deseara concretar.

El video también sufriría cambios irreversibles. Por entonces, la producción fílmica estaba dividida en cine y TV. El video de televisión analógico seguía normas tecnológicas desarrolladas en los años 50 cuando se produjeron los sistemas de televisión. Poseían una serie de requisitos técnicamente necesarios. Por ejemplo, las pantallas de televisión no se armaban punto por punto, sino que se iban armando en líneas, las cuales se llenaban en forma alternada, y era el ojo humano el que finalmente lograba ver una imagen.

Por el contrario, el cine se asemejaba a la industria fotográfica: una filmadora corría el negativo y sacaba fotos sucesivas. Esta metodología tenía un costo muy superior, porque se debían obtener 24 fotos por segundo y se utilizaba una gran cantidad de celuloide no reutilizable. En cambio, el video se grababa sobre cintas que, por lo menos algunas veces, se podían regrabar. Una o dos décadas atrás, se filmaba en negativo de 35 o 16 milímetros. Este se copiaba a positivo y en la moviola (equipo en el que se cargan las películas) se cortaba, es decir, se editaba a mano. Allí se armaban las películas. Con ese positivo, se confeccionaba una lista de corte: el laboratorio cortaba el negativo y generaba la película completa en una sola tira. Finalmente, de ahí se hacía otro negativo del cual se realizaban todas las copias.

El avance que vendría con el video digital tuvo que esperar muchos años, ya que la potencia necesaria en la tecnología debía ser muy superior. El primer hito sería el QuickTime de Apple en los años 90. Aun así, seguía siendo una alternativa no profesional, dado que la tecnología inicial solamente permitía videos pequeños de baja calidad. Pero 20 años más tarde, esta situación habría de cambiar en su totalidad, hasta hacer converger ambas tecnologías en herramientas digitales que permitirían reemplazar todas las máquinas anteriores y lograr muchísima más efectividad en el uso, flexibilidad, costo, etc.

El audio analógico de los 70 gozaba de una calidad casi perfecta. El nombre de este sistema deriva de la palabra “analogía”. En él se utilizan señales eléctricas que representan, o son analogías de, otras señales. Por ejemplo, el sonido es una onda; en un equipo analógico se la transforma a través de un traductor (micrófono) en una señal eléctrica que se procesa, se amplifica, se graba y se reproduce a través de otro traductor (parlante). La fidelidad alcanzada era perfecta. Por lo tanto, para esa década, ya se pudieron fabricar equipos superiores a cualquier requerimiento humano.

También se empezó a trabajar en torno a los instrumentos acústicos, porque requerían de gente muy especializada tanto para diseñarlos como para construirlos. Empezó a surgir en los 50 la idea de generar instrumentos electrónicos. Primero, fueron los sintetizadores, que también en sus inicios eran analógicos. Después, comenzaron a aparecer los instrumentos digitales propiamente dichos y los secuenciadores: como una pianola, pero digital. La pianola permitía grabar en una cinta de papel lo que se tocaba en un piano y reproducirlo.

Todo esto se sustituiría por instrumentos electrónicos. Sus fabricantes se pondrían de acuerdo en utilizar una misma norma, que se llamaría MIDI, de modo que entre los equipos pudieran compartir información e interconectarse.

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