Читать книгу Manifiesto por el progreso social - Helga Nowotny - Страница 16
1. Éxitos globales y catástrofes inminentes
ОглавлениеEn muchos sentidos, las tres cuartas partes de siglo posteriores a 1945 fueron una época dorada para el mundo. De entrada, no hubo una conflagración global similar a la segunda Guerra Mundial. Ha habido una tendencia de largo plazo de aumento del ingreso promedio, impulsada por el incremento del comercio y de la innovación tecnológica. El crecimiento del ingreso estuvo acompañado por la disminución de la pobreza mundial en su conjunto. China registró la reducción de la pobreza, por lo que toca al ingreso, más espectacular de la historia humana. Los indicadores globales de desarrollo humano como escolarización, mortalidad infantil, mortalidad materna y esperanza de vida han mejorado de forma indiscutible comparados con los de hace siete décadas. Ha habido una constante expansión de la democracia, con una ola de descolonizaciones en la primera mitad de ese periodo, y la caída del comunismo y de muchas dictaduras en la segunda. La posición de las mujeres en las estructuras de gobierno ha mejorado, aunque lentamente, y los derechos civiles han avanzado en muchas partes del mundo.
Pero el exitoso desempeño global, en general y en promedio, esconde profundos huecos de progreso lento, incluso con retrocesos. La cifra absoluta de pobres en África ha aumentado, pues el crecimiento económico no ha seguido el ritmo del crecimiento poblacional. La peor crisis económica desde la década de 1920 golpeó al mundo en 2008, un golpe del cual la economía mundial se sigue recuperando. Aunque la desigualdad entre individuos en el mundo en su conjunto ha caído por el rápido crecimiento de China, la desigualdad en los países desarrollados como Estados Unidos ha aumentado abruptamente, en especial durante los últimos 30 años. Ese aumento en la desigualdad combina ingresos muy altos en las altas esferas con declives relativos en los sectores medios y bajos de la distribución del ingreso, pues muchas industrias y ocupaciones tradicionales han sufrido fuertes presiones. Esos dos rasgos —el rápido crecimiento de algunos países pobres y el rápido aumento de la desigualdad en los países ricos— están relacionados con el avance de la globalización y de la tecnología, y con la forma en que los actores y las instituciones han orientado tales procesos. La brecha relativa entre países ricos y países pobres se ha cerrado, una vez más, por el rápido crecimiento de países como China, la India, Vietnam y otros, pero la brecha absoluta es grande y sigue aumentando.
FIGURA 1.1. Mil años de crecimiento económico global
NOTA: el ajuste en la paridad de poder de compra (PPC) sigue el valor real de las divisas en mercados nacionales.
FUENTE:www.gk1world.com/NewOurVision.
La degradación ambiental y el uso excesivo de agua han aumentado y el cambio climático añade más presión a los ecosistemas en una dimensión escandalosa. Aunque la democracia formal haya avanzado y no ha habido guerras a gran escala, los conflictos de menores proporciones han aumentado, algunos de ellos ocasionados por la escasez de recursos. El aumento del terrorismo en los albores de tales conflictos ha desestabilizado el entorno político, normalmente tranquilo, de muchos países. Una combinación de conflictos, degradación ambiental y desigualdades entre naciones ha aumentado de manera significativa la presión migratoria de refugiados que buscan seguridad y migrantes económicos que buscan una vida mejor. El aumento de la presión, a su vez, ha producido una reacción violenta en los países receptores de migrantes, sobre todo aquellos donde los ingresos medios y bajos se han contraído por las fuerzas del comercio y de la tecnología. En las democracias establecidas, los procesos políticos formales han puesto en el escenario a líderes y discursos animados por la xenofobia y con una fuerte vena autoritaria. Los líderes de opinión no han temido hacer comparaciones con la turbulenta década de 1930, cuando la inseguridad frente a los rápidos cambios llevó al auge del fascismo en algunos países. Incluso ya no parecería ciencia ficción pensar que Estados Unidos pudiera tener un gobierno protofascista, racista y xenófobo que simpatizara con los regímenes autoritarios del mundo y con una diplomacia voluble que pudiera provocar una escalada nuclear.
Por lo tanto, conforme nos acercamos a la tercera década del siglo XXI, resultan palpables la confusión y la aprehensión de la población a pesar de todos los logros de los últimos tres cuartos de siglo. El miedo es que el progreso de largo plazo de la humanidad se descarrile en las próximas décadas conforme las crecientes presiones sobre la equidad, la sostenibilidad y la democracia se influyan unas a otras, y que las tensiones resultantes destrocen el tejido económico, político y social. Los éxitos de los últimos 75 años no deberían esconder que ahora estamos al borde de un abismo. Si logramos sobrepasar el obstáculo con éxito, las probabilidades de que continuemos con un progreso social de largo alcance son buenas. Pero es importante asomarse al abismo para entender cómo hay que cruzarlo.