Читать книгу Cuentos de Arena - Hélène Blocquaux - Страница 12
Secretos de la arena
ОглавлениеLas mujeres luchan por la vida, pero algunas contadas se atreven a hacerlo también en el ring. Dicen los aficionados que las gladiadoras dan el mejor espectáculo de la cartelera luchística. La Dama Blanca sabe por qué y por quiénes arriesga su vida varias veces a la semana. Tiene que dar la mejor lucha con sonrisas y besos lanzados al público aunque al bajar del ring abrace a sus dos hijos todavía asustados por los lances y llaves ejecutados por su madre. “No pasa nada, aquí sigo y aquí seguiré”, les contesta sin vacilar e invariablemente la Dama Blanca.
El entrenamiento previo al campeonato es un día sagrado para los luchadores. Para aquella ocasión de gala, la Dama Blanca había decidido alargar su rutina.
Corriendo entre las gradas, sintió que no se encontraba sola en la arena sino que una presencia la acompañaba, siguiendo sus pasos cada vez más acelerados. La Dama Blanca volteó con preocupación. La silueta mal esbozada que acababa de ver se iba tal vez a pegar a su cuerpo como una segunda piel de luchador. Pensó que podía tratarse de una broma de sus hijos que la estaban esperando en el vestidor e intentó sorprenderlos para regañarlos. Bajó de las gradas conservando el mismo ritmo de su correr y se asomó al vestidor. Su ropa se encontraba colgada tal como la había dejado y el lugar seguía luciendo tan solitario como su vida sentimental. ¿Quién sería el valiente que se atrevería a subirse al ring de la vida con ella? Armándose de valor y recogiendo sus fuerzas, subió nuevamente a las gradas. La Dama Blanca tenía que ser la mejor en el ring al día siguiente. Al terminar la primera vuelta, oyó además de su trote regular y su respiración, unos suspiros de rebote. Sus pasos se escuchaban dos veces debido al eco que golpeaba las paredes de la arena como si algún luchador le estuviera haciendo segunda.
En los días muy cotidianos de la Dama Blanca, no cabe el miedo. El valor que le confiere su soledad de mujer y las pláticas con sus hijos llenan cada momento libre entre dos luchas. Pero en este preciso momento, los pretextos y las hipótesis múltiples ya no eran suficientes para evacuar el sentimiento de temor que estaba a punto de paralizarla. Antes de que sucediera, recogió a sus retoños y huyó de la arena procurando callar lo sucedido.
Existe la creencia indestructible entre luchadores que los murmullos de voces mezcladas o suspiros que invaden la arena, aparecen fugitivamente como remembranzas de las grandes figuras de la lucha libre mexicana. Sus luchas, penas, heridas y alegrías quedaron impresas como huellas de esfuerzos intensos en las paredes de la arena que a veces salen para contar una hazaña de antaño o alentar a su manera muy particular las futuras estrellas del pancracio.