Читать книгу Los elementos de investigación - Hugo Cerda Gutiérrez - Страница 7

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Desde que apareció en 1991 la primera edición de Elementos de la investigación, el texto tuvo una gran aceptación entre los estudiantes, docentes y personal vinculado al campo investigativo en Colombia y Latinoamérica. Nos enorgullece saber que el libro hace parte de la bibliografía de quienes de una u otra forma se encuentran vinculados a la investigación científica, una de las herramientas fundamentales del desarrollo, innovación científica y tecnología contemporánea. Surge inevitablemente la pregunta: ¿cuál es la clave del éxito en un mercado altamente competitivo en materia de trabajos dedicados al tema de la metodología de la investigación? Creemos que no existe ninguna fórmula mágica en este terreno, sino que desde sus inicios el trabajo estuvo animado por tres premisas básicas: explicar en términos sencillos los conceptos y temas más complejos de la investigación científica, no disociar la teoría de la práctica, o sea, plantearse como principio lo que proclama con mucha autoridad Paulo Freire: la teoría sin experiencia es vacía; la experiencia sin teoría es ciega. Y finalmente, el hacer de la obra una herramienta de formación y no de simple información, o sea que el texto se constituya en una guía para el ejercicio y la práctica de la investigación. Durante treinta años el autor ha estado vinculado activamente al quehacer investigativo y este trabajo no es otra cosa que el resultado de un principio ampliamente destacado por Stephen Kemmis (1986): “Las prácticas cobran un significado cuando se teoriza sobre ellas, y las teorías adquieren una significación histórica, social y material cuando se practican”.

Como ya lo señalamos en el prólogo de la primera edición, este trabajo busca conciliar y articular lo teórico y lo operativo en la investigación científica, los fundamentos epistemológicos con las estrategias técnicas y metodológicas que usualmente utilizan los investigadores en sus prácticas y actividades investigativas. Este hecho por lo demás, no es casual ni accidental, ya que responde a uno de los problemas más agudos que debe enfrentar el estudiante en el instante de traducir en términos operativos lo que conoce y ha memorizado teóricamente. La mayoría de las veces las fallas no sólo debemos buscarlas en la propia incapacidad del estudiante para adaptarse al rigor del pensamiento científico, manejar todo un conjunto de conceptos, principios, procesos y operaciones mentales, y aplicarlas en sus actividades académicas, sociales e intelectuales, sino en la enseñanza y el aprendizaje de los fundamentos metodológicos de la investigación científica. Labor realizada muchas veces por docentes que carecen de una experiencia mínima en el quehacer investigativo y no han hecho investigación. En este terreno los efectos son imprevisibles, ya que su labor se reduce a memorizar algunos datos y conceptos básicos y generales, desligados de la praxis investigativa. Con ello se está olvidando que la investigación científica es ante todo una práctica individual y social, sistemática, reflexiva, generadora de nuevos conocimientos, los cuales a su vez son agentes propulsores de cambios y transformaciones en nuestro medio.

La mayoría de las veces el estudiante y aun el investigador, carecen de una formación básica a nivel epistemólogico, lógico-filosófico, y en algunos casos no les es posible entender y manejar operaciones mentales que a la postre son la base del pensamiento, de la actividad y de la investigación científica. Con ello se está desconociendo los niveles y grados de correspondencia, extensión y relación que existen entre la teoría y la práctica investigativa.

Según Gastón Bachelard, la construcción de la ciencia y particularmente la realización de la investigación científica no se puede reducir a un abigarrado manojo de técnicas y métodos determinados, sino que es fundamentalmente una actitud mental e intelectual, donde operaciones como el describir, explicar, representar, problematizar, identificar, relacionar, generalizar y operar, tienen tanta importancia como el uso de las técnicas estadísticas o los métodos para planificar una investigación y recopilar datos. Porque la investigación, a juicio del filósofo francés, más que una simple herramienta técnica y operativa es de hecho una extensión del proceso modelador y transformador del pensamiento.

EI conocimiento y la transformación de la realidad exige del investigador una formación básica en el orden teórico y práctico, y esto sólo es posible en el proceso operativo de la investigación, ya que estamos convencidos de que la investigación se aprende investigando, así como uno aprende a pensar pensando o caminar caminando. Esto que parece una verdad de Perogrullo, desgraciadamente no se aplica en la práctica, ya que algunos docentes e investigadores buscan en las fórmulas reduccionistas del conocimiento sintético de las técnicas o de los métodos, la solución para forzar al estudiante a asimilar y memorizar las reglas de la investigación científica. La mayoría de las veces se obliga a los estudiantes a aprender de memoria en un par de semestres, lo que con dificultad los docentes y los investigadores comprenden y aplican en varios años de estudio y de ejercicio investigativo. EI aprender a pensar, a solucionar problemas y operacionalizar conceptos es un proceso extensivo y no una fórmula intensiva.

Algunos piensan que la investigación científica es como cierta chaqueta de lujo de la cual se puede prescindir, sin que ello afecte nuestra personalidad o integridad física. Que sólo sirve para adoptar actitudes esnobistas y seudointelectuales: un artículo de moda que no es indispensable para nuestra vida profesional, cultural o social. Probablemente estas críticas provengan de algunos sectores que se sienten molestos por el surgimiento de ciertas élites intelectuales y cientistas que desprecian la labor del docente, al cual consideran un simple reproductor y transmisor de conocimientos, mientras que ellos son: productores de conocimientos, creadores de saberes y transformadores de la realidad. Desgraciadamente, así como existen estratificaciones socioeconómicas en nuestra sociedad, también hay discriminaciones y prejuicios en el contexto del campo intelectual, ya que los viejos mitos que giran en torno a la presunta superioridad de la inteligencia y del pensamiento científico frente a la actividad pedagógica o educativa, no son otra cosa que una extensión de las contradicciones que tradicionalmente se presentan entre el trabajo intelectual y el físico, antagonismos que tienen notorias connotaciones clasistas y sociales.

Creemos que la investigación no es un lujo ni una actitud esnobista, sino al contrario, es una necesidad vital, ya que se trata de una actividad que está íntimamente relacionada con la creatividad, la búsqueda, la autodisciplina, la curiosidad y el asombro, la solución de problemas reales, la conceptualización, la construcción del pensamiento científico, etc. En la práctica social y en el ejercicio profesional se requiere pensar cómo solucionar problemas y tomar decisiones, sin que por ello se proponga hacer una investigación propiamente dicha, por lo menos en los términos tradicionales. Ello quizá nos está demostrando la importancia que posee esta actividad para el desarrollo intelectual, técnico y científico de las personas, que a la postre la convierte en una actitud cognoscitiva, social, afectiva y cultural más que en una suma de técnicas y métodos.

La investigación científica se encuentra estrechamente asociada al cambio y a la transformación social, espiritual, económica, cultural, política o educativa de nuestros pueblos, porque ella contribuye a crear las condiciones básicas que posibilitan estos cambios y transformaciones. La práctica y la experiencia nos han enseñado que sin el apoyo y la ayuda de la investigación no podemos conocer la realidad, y sin este conocimiento no es posible cambiarla o transformarla. La historia de las ciencias, las artes y las culturas nos demuestra cómo la noción de investigación, ya sea en su dimensión teórica, empírica o axiológica, ha estado presente en todos los procesos de cambio. Ello no es extraño, ya que la investigación de hecho se ha constituido en un camino para conocer la realidad y un procedimiento reflexivo, sistemático, controlado y crítico que ha posibilitado interpretar los hechos y fenómenos, relaciones y leyes, plantear problemas y buscar soluciones, y en general preparar el camino y crear las condiciones para estos cambios.

Esta nueva edición surge después de haber analizado y evaluado las recomendaciones realizadas por los estudiantes, docentes e investigadores. En esencia se conservó la mayoría de sus contenidos, porque a juicio de los lectores y usuarios, con los cuales compartimos seminarios, talleres, cursos y actividades investigativas, el orden de ideas planteados, que inicialmente se creyó muy avanzado, con los años se han ido aceptando y consolidando. Por ejemplo, la articulación de lo cuantitativo y lo cualitativo, los puentes mediadores entre teoría y la práctica investigativa o la problemática de la actitud y la cultura investigativa como fundamento de la formación investigativa, conceptos que en su momento fueron mirados con recelo y desconfianza, hoy día hacen parte del acervo cultural del quehacer investigativo. Se hicieron algunos ajustes y cambios en algunos capítulos, particularmente contenidos que tienen relación con tópicos vinculados con la fundamentación epistemológica de la investigación, los peligros del metodologismo, los procesos de la problematización, la complementación paradigmática y la graficación o visualización de la información, como apoyo a diversos temas del régimen operacional de la investigación. Si bien en dos décadas han surgido numerosos estudios y autores que han realizado importantes aportes filosóficos, epistemológicos y metodológicos, creemos que muchos cambios han sido más de forma que de fondo, de ahí que sigan teniendo plena vigencia la mayoría de los contenidos de Elementos de la investigación.

El doble vínculo durante muchos años con la práctica investigativa y la docencia, en diversas universidades e instituciones, me ha permitido detectar las dificultades que debe asumir el estudiante, en la elaboraración de su tesis o monografía de grado como requisito obligatorio de su graduación. Los problemas siempre son los mismos: dificultad por parte de los estudiantes para resolver cuestiones metodológicas, operativas y teóricas fundamentales en el momento de elegir los temas, realizar un proyecto o conceptualizar, planear y ejecutar la revisión de la literatura disponible, plantear un problema, leer críticamente un informe de investigación, interpretar un cuadro estadístico o una información determinada. Son muchos e innumerables los obstáculos que no puede superar en su proceso de aprendizaje, desde aspectos estrictamente epistemológicos, lógicos o filosóficos, hasta tareas que tienen relación con el análisis e interpretación de datos, formulación de problemas y elaboración de informes finales.

Las consecuencias para el estudiante son insospechadas, no porque se le esté negando la oportunidad de convertirse en un investigador científico profesional (un grupo muy reducido de personas desea en la práctica convertirse en un investigador), sino porque la actividad ofrece la oportunidad de desarrollar sus capacidades intelectuales (creatividad, crítica, análisis, síntesis, rigor, disciplina, objetividad, responsabilidad, pertinencia, etc.), sin necesidad de plantearse como cometido el realizar investigación en strict sensu (en sentido estricto). Si la formación de personas de pensamiento independiente –escribe el investigador mexicano Oscar Soria (1985), “es tarea de la universidad, ¿en qué momento, durante la vida académica del estudiante, se intenta de manera sistemática e intencional tal desarrollo? ¿Qué medios se ponen real y eficientemente para alcanzar tal formación integral? Puede argüirse que la investigación sola no fomenta las disposiciones deseables mencionadas. Pero tampoco podrá negarse que la investigación colabora eficazmente en su desarrollo”.

El autor de este libro ha vivido desde adentro la experiencia y la actividad investigativa, y Ie ha correspondido desempeñar diversos oficios dentro de la investigación, desde las funciones de cargaladrillo (encuestador, analista, tabulador de datos, redactor de informes, etc), hasta las tareas de director de tesis de grado, diseñador y director de proyectos de investigación, lo cual le ha permitido conocer desde muy cerca toda la problemática que vive la investigación científica en la universidad o en las instituciones educativas, experiencia que se ha querido reseñar en este texto.

El autor

Los elementos de investigación

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