Читать книгу Desde la universidad a la sociedad - Patricio Donoso Ibáñez, Ignacio Sánchez Díaz - Страница 20
ОглавлениеFortalecer la libertad de enseñanza
La educación es más que entregar conocimientos o información. Supone un respeto esencial a las diversidades propias del desarrollo del ser humano y un compromiso con su fortalecimiento como persona. Considerando que el interés por saber más y por acercarse a la verdad es parte inherente del hombre, la educación promueve y facilita su desarrollo pleno, al permitirle ese acercamiento a la verdad y a un conocimiento nuevo y sustentable.
Universidad y calidad
El concepto de universidad parece casi inseparable de la calidad. Nuestro énfasis en la calidad incluye esa necesidad de apoyar de manera decidida el proceso de transformación de una persona que se prepara a dar un salto mayor en su formación humana, valórica, ciudadana, intelectual e integral.
En un sistema de libertad de enseñanza como el nuestro, las universidades son distintas en su vocación y proyecto. La UC, siguiendo su misión e identidad, junto con constituirse en un centro del diálogo fe-cultura, aspira a la formación integral de sus estudiantes y a la generación y transmisión de nuevo conocimiento hacia la sociedad. Sus diferencias deben quedar claras para el público, su calidad ser medida en correspondencia con esos objetivos y las políticas públicas acoger esas diferencias.
Los actos por los que se transmite la cultura, como es la educación, tienen una especial dignidad, directamente relacionada con la condición humana, una dignidad que exige que ella sea respetada por la sociedad y que este respeto, a su vez, se exprese en que exista libertad para su legítimo ejercicio.
La necesidad de mejorar la calidad de las instituciones de educación superior tiene que ser un punto central del proceso de reformas que se lleva a cabo en nuestro país. La riqueza y calidad de una universidad adquiere más fuerza si la presencia de estudiantes talentosos proviene desde diversas realidades culturales y sociales. La diferencia de sus miradas es clave para la construcción de un proyecto universitario variado.
Libertad de enseñanza
Los actos por los que se transmite la cultura, como es la educación, tienen una especial dignidad directamente relacionada con la condición humana. Una dignidad que exige que ella sea respetada por la sociedad y que este respeto, a su vez, se exprese en que exista libertad para su legítimo ejercicio. Esa libertad nace de la naturaleza misma de la persona, dotada de inteligencia y voluntad, ya que sin libertad para preguntar e investigar no habría desarrollo intelectual ni humano.
Considerando que la mirada de la educación desde la libertad de desarrollarse como individuos diversos y únicos es el sustento de la libertad de enseñanza, esta requiere de un reconocimiento social, con un rol subsidiario del Estado, de modo de proteger esa garantía fundamental de sus ciudadanos. En este contexto, cabe hacer la diferencia entre libertad para enseñar, necesitada de protección por parte del Estado y la sociedad, y la libertad para aprender y formarse, que debe ser exigida por los ciudadanos de una nación.
Para poder asegurar estas libertades de enseñanza y de aprendizaje, esenciales en un Estado democrático y sin las cuales no hay libertad de conciencia, se requieren algunos supuestos básicos: compromiso del Estado de promoverla en todos sus niveles, pluralismo y variedad de proyectos educativos, autonomía de los planes educativos y, sobre todo, valoración y reconocimiento social.
Al Estado le corresponde promover y garantizar la libertad de enseñanza, por cuanto esta ha representado un aporte significativo en la historia republicana de Chile y constituye una de las más preciosas conquistas de nuestra República, al favorecer la participación de diversas instituciones en la conformación de nuestra identidad cultural. Ello ha enriquecido la discusión social y ha permitido una sociedad actual más pluralista.
La libertad de educación y de enseñanza no es otra cosa que el reconocimiento, por parte de la sociedad y del Estado, del bien público que representa la existencia de una comunidad educativa como la nuestra, fundada en la búsqueda de la verdad, la libertad y la caridad, que acoge la sabiduría de la tradición cultural e introduce en ella a las nuevas generaciones, que la enriquecerán con su propia experiencia. Desde nuestro proyecto educativo, consideramos que la educación que incorpora el aporte de la trascendencia y la espiritualidad se hace más completa, inclusiva y comprensiva.
La riqueza de esta libertad radica en que permite una sociedad más pluralista, enriquece los bienes culturales, vela por una mayor calidad del sistema y profundiza las bases democráticas de una sociedad. En un entorno de esta naturaleza, profesores y estudiantes están llamados a comprometerse a respetar y estimular las ideas ajenas, ya que la diversidad nos enriquece y permite que podamos ver otros aspectos de la verdad. Así también, esa libertad exige responsabilidad, compromiso y un manejo maduro del balance entre deberes y derechos de todos los integrantes de una comunidad universitaria. Así, se cambia el foco, el que se traslada hacia la entrega y el servicio al prójimo. Ya no se trata solo de poseer algo (mi derecho), sino, más bien, de tener la posibilidad y el gozo de entregar algo (mi deber con el prójimo).
Creemos en una universidad que educa, investiga y que anhela estar muy conectada con la sociedad, para poder comunicar “una buena nueva”, que es “tener vida y tenerla en abundancia”. Seguiremos trabajando por lo que creemos importante para la formación de la juventud, junto con desarrollar nuestra pasión por conocer e investigar.
Publicado en el diario La Tercera el 3 de marzo de 2013.