Читать книгу Desde la universidad a la sociedad - Patricio Donoso Ibáñez, Ignacio Sánchez Díaz - Страница 35
ОглавлениеEl modelo educativo de Finlandia y los profesores
En momentos de un debate nacional por una reforma profunda a nuestro sistema educacional, siempre es adecuado analizar ejemplos internacionales de calidad. Por supuesto el contexto y la historia en cada caso son diferentes, pero es evidente que se pueden sacar lecciones y aprendizajes al evaluar otras realidades. Este es el caso de Finlandia, un país desarrollado, de cinco millones de habitantes, que ha progresado a través de potenciar su cultura y el conocimiento.
La educación está a cargo del ministerio del sector, en el cual existe un directorio nacional que desarrolla los objetivos, contenidos y métodos para la educación inicial, primaria y secundaria. También se encarga de la evaluación de los resultados del proceso enseñanza-aprendizaje. Cada provincia tiene un departamento de educación y cultura que se articula con el gobierno central. La gestión local reside en las municipalidades, que tienen un rol crucial en el proyecto educativo. Los niños asisten al colegio más cercano a su casa, en una sociedad con leves diferencias que permiten su estabilidad democrática.
A nivel escolar, debido a su calidad, la gran mayoría de los estudiantes asisten a colegios públicos, los que son administrados por fundaciones dependientes de las municipalidades. Solo el 8% participa de instituciones privadas, las que reciben el mismo aporte económico que las instituciones públicas. Los aportes económicos dependen en un 57% del Estado y en un 43% del nivel municipal.
La formación universitaria, si bien es gratuita, está restringida a los mejores, en especial en las carreras más selectivas, y hay una cultura de gran confianza y cooperación que está a cargo de los docentes.
Las políticas educacionales son de Estado, con características que debiéramos analizar. En primer término son de largo plazo, algunas de ellas con 40 años de evolución. Segundo, se basan en los niveles locales y hay una gran autonomía en la toma de decisiones (a nivel escolar, los directores y profesores son los responsables del currículo). Tercero, la equidad es un tema crucial, con un gran esfuerzo para mitigar las diferencias socioeconómicas del origen familiar; hay apoyo y acompañamiento, con excelentes políticas de inclusión. Además, los alumnos estudian de manera atractiva y creativa, se esfuerzan con gran sentido de responsabilidad. Ellos saben que el camino del aprendizaje es duro, que la sociedad del conocimiento va a ser exigente.
En Finlandia la formación universitaria, si bien es gratuita, está restringida a los mejores, en especial en las carreras más selectivas. Y por último, quizás lo más difícil de incorporar, hay una cultura de gran confianza y cooperación que está a cargo de los docentes.
El profesionalismo de los profesores es clave. Se define como su rol autónomo la autorregulación, el desarrollo de valores y códigos de ética, la empatía y sentido del bien común. Esto hace que se realicen más actividades y menos evaluaciones, más trabajo comprometido con menos rankings. Así, las cifras muestran que el 62% de los profesores se siente responsable de la preparación del currículo, el 70% sabe que son ellos los que deben evaluar el aprendizaje de sus alumnos y solo la minoría siente presión de sus directivos o de los padres para realizar bien su trabajo. La responsabilidad, la pasión por desarrollar su trabajo y el amor por su vocación y profesión son las claves.
En Finlandia, la principal razón que explica desde hace años el éxito educacional de sus estudiantes es la calidad de sus profesores. Los esfuerzos se enfocaron en atraer a los mejores estudiantes (el 5% superior de la promoción escolar) y en enseñarles en facultades de educación de gran nivel y con investigación de frontera. Entendieron que debían implementar los mecanismos para reconocer en el docente un profesional que desarrolla una carrera con un perfeccionamiento continuo. Darles confianza e independencia para implementar el currículo, demostrar respeto por los profesores (algo que cada uno puede iniciar en su propia realidad familiar) y reconocerlos con el prestigio social y remuneraciones acorde con su importancia parece ser el camino.
Este ejemplo es una gran lección para nuestras universidades: la enseñanza basada en la investigación como meta de la formación del docente. Debemos enseñar con exigencia y confianza a nuestros estudiantes de pedagogía para que en el futuro se las transmitan a los niños y niñas de Chile. El futuro se construye entre todos, basado en la confianza y la responsabilidad. Este debiera ser el rumbo de nuestra educación.
Publicado en el diario El Mercurio el 11 de mayo de 2014.