Читать книгу Desde la universidad a la sociedad - Patricio Donoso Ibáñez, Ignacio Sánchez Díaz - Страница 86

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Los profesores universitarios

El debate de fondo de la educación superior habitualmente omite uno de los aspectos más importantes de todo proceso educativo: los profesores universitarios. En la Edad Media se acuñó la denominación de universidad para referirse a una “corporación de maestros y escolares”, lo que es más que una descripción: se estaba fijando un contenido y un estilo. La universidad es una actividad social, una convivencia de individuos pertenecientes a generaciones distintas, libremente asociados en torno al perfeccionamiento compartido en el saber. Una universidad es una comunidad académica que, de modo riguroso, contribuye al desarrollo humano y a la herencia cultural, mediante la investigación, la enseñanza y los servicios que se ofrecen a la sociedad. Es la institución que debe buscar el sentido de la verdad, valor fundamental sin el cual desaparecen la libertad, la justicia y la dignidad del hombre.

El pilar fundamental de una universidad son sus profesores, los que a su vez, con sus capacidades y méritos, van a atraer y formar a los mejores alumnos. La labor del profesor no consiste solo en preparar a sus discípulos. Comprende la investigación y creación de nuevo conocimiento, la difusión del saber y su orientación hacia los grandes problemas que afectan a la sociedad. Para un profesor universitario, el ser superado por un discípulo es señal de que ha tenido éxito, que ha sido capaz de entender su vida como una entrega al servicio de los demás.

Para un profesor universitario, el ser superado por un discípulo es señal de que ha tenido éxito, que ha sido capaz de entender su vida como una entrega al servicio de los demás.

Es importante detallar algunas características que destacan a un buen docente e investigador universitario. En primer lugar, la tarea científica es enemiga de la presunción, y solo quien está dispuesto a trabajar de manera silenciosa, por un largo tiempo y con tesón, podrá entregar una contribución docente o de investigación significativa. En segundo lugar, hay que trabajar con un fuerte nivel de exigencias, con autocrítica, con rigurosidad similar a la que exigimos a nuestros alumnos.

El tercer concepto es que de manera constante hay que abrirse a nuevos horizontes, y no quedarse solo con nuestro estilo de trabajo, con una realidad particular. Hay que soñar y volar alto para poder conocer otras realidades en este mundo cada vez más globalizado. Por último, poseer determinados conocimientos y destrezas no debe ser un elemento de autoafirmación y superioridad, sino más bien, con sencillez, es necesario sentir por ello una gran responsabilidad. La parábola de los talentos nos recuerda que el profesor universitario, el académico, es una persona que ha tenido más oportunidades en la vida y, por tanto, se encuentra en una posición privilegiada para hacer de su existencia un gozoso servicio a los demás, entregando generosamente sus conocimientos, que han sido fruto del estudio permanente y de la experiencia acumulada.

Una de las virtudes que debemos preservar es la gratitud por nuestros maestros y profesores. Desde los orígenes de las universidades, los maestros nos recordaban a los que nos transmitieron el arte, la ciencia y el oficio. Nos enseñaban que debíamos quererlos como a nuestros padres. Son ellos quienes han entregado lo mejor de cada uno en la construcción y desarrollo de las instituciones. La comunidad universitaria se funda y renueva cada año en su cuerpo de profesores.

Publicado en el diario La Segunda el 16 de mayo de 2013.

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