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¿Qué es el vacío?
ОглавлениеEl vacío es un lugar hueco, sin contenido, una etapa de nuestra vida que es árida, en la que pareciera que no dejamos de agonizar. Es el espacio que transcurre entre dos universos. La solitaria y confusa travesía que realizamos entre lo que debe morir, los desechos acumulados por años, y los talentos escondidos, esas piedras preciosas que aguardan, en lo más profundo de nosotros, ese momento en que podamos apreciarlas. De algún modo, representa un cambio de piel: desprendernos de aquellas creencias, hábitos y comportamientos que ya no necesitamos y proveernos de los recursos que serán útiles para el resto del viaje.
La desilusión es la vía rápida al vacío, cuando se rompe esa burbuja fantasiosa que envuelve nuestro modo de estar en el mundo. Rodeamos las experiencias y los sentimientos de un mundo de fantasía, inspirados en una idea de felicidad que proviene de afuera, de los otros, de los logros conseguidos, del reconocimiento que nos brinden. Sufrimos al desilusionarnos, cuando, en verdad, es gracias a la desilusión que podemos encontrar nuestra realidad más profunda. A pesar de lo desgarrador que parezca, crecemos al deshacernos de la ilusión.
Hasta ahora, intentamos esconder las frustraciones acumuladas y disfrazamos el sufrimiento para continuar. De pronto, no podemos seguir haciéndolo. No obstante, nos queda la pregunta ¿cómo será vivir sin contar con la ilusión? Tampoco vemos con claridad otra manera de comportarnos y es difícil estar sin saber qué hacer. Si la conmoción fue brusca, nos dejó desamparados, pero fue de una vez y, al tocar fondo, lo único que podemos hacer es ir hacia arriba. Por lo tanto, estamos en mejores condiciones de cambiar la atención de lo externo hacia el interior de nosotros mismos y atendernos con urgencia. Por el contrario, si el proceso transformador es lento y progresivo, nos mantenemos durante mucho tiempo sin un horizonte prometedor. Sentimos que estamos a disgusto pero no creemos que lo que nos pasa tenga la entidad suficiente como para realizar un cambio y seguimos negociando con el entorno, desautorizando nuestros sentimientos en aras de un supuesto deber ser que quiere mantener el statu quo.
La mitad de la vida es un punto de inflexión y, para cada uno, simboliza un límite cronológico diferente. Una nueva oportunidad para dirigirnos hacia nuestro ser sagrado. La anhelada verdad ontológica. Nos enfrentamos a la mayor encrucijada de la existencia: nos preparamos para morir, manteniendo las cosas como están, o nos disponemos a renacer.