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Práctica
de meditación

Sugiero grabar estas prácticas que propongo al pie de cada capítulo, para escucharlas después. Podemos hacerlo nosotros o pedirle a otro que las grabe con su voz.

Los espacios o los puntos suspensivos dan cuenta de tiempos silenciosos entre uno y otro párrafo.

Es importante contar con un cuaderno donde anotar lo que nos conmueve, lo que nos sorprende y todo lo que consideremos de importancia para acompañar este profundo recorrido.

Luego, ubicados en un lugar tranquilo, sentados en una posición en la que nos sintamos cómodos, las escucharemos con los ojos cerrados, disponiéndonos a iniciar un camino hacia el interior, hacia el encuentro esperanzado de nuestro Ser.

Comenzamos la grabación así:

Vamos a contar lentamente de 5 a 0, en orden descendente…

5… 4… 3 … 2… 1… 0

Nos concentramos en la respiración y nos preparamos para el encuentro con el misterio que escondemos interiormente…

Comenzamos a caminar por un sendero bordeado por árboles añosos de gran follaje…

Observamos que el camino se va deslizando en una suave pendiente sinuosa y con cierto temor nos disponemos a continuar…

Llevamos unos improvisados bastones de ramas, en los que podemos apoyarnos, porque el terreno es muy irregular…

Luego de andar un largo rato, llegamos al pie de una montaña, el sol fue bajando y nos sorprende el atardecer con sus tonos rojo, naranja y un amarillo rosado que se borronean en el horizonte…

Descubrimos que la montaña, que nos había parecido enorme, en realidad es un cerro de mediana altura y nos disponemos a caminar a su alrededor…

De pronto, al voltear la cabeza, aparece ante nosotros una cueva…

La cueva despierta una serie de emociones en nosotros… Curiosidad, miedo, deseos de avanzar, necesidad de detener la marcha…

Nos detenemos a prestarle atención a lo que se mueve en nuestro interior, a las sensaciones que aparecen, y nos quedamos a experimentarlas…

Nos preguntamos:

¿En qué otra situación de mi vida me sentí así?

¿Fue hace mucho?

¿En la infancia?

¿O es algo que me sucedió hace poco tiempo? Quizás, nunca antes sentí algo parecido…

Luego de registrar mentalmente lo que nos moviliza, juntamos fuerzas y elegimos cómo continuar…

Avanzamos rápidamente para que pase pronto este momento, lo hacemos lenta y cautelosamente o nos quedamos indecisos, paralizados, sintiendo que el tiempo no pasa…

Nos preguntamos: ¿Cómo me siento?... ¿Qué temo encontrar?

Retomamos la marcha para entrar en la cueva...

De pronto… al girar hacia la derecha, en medio de la penumbra, un hueco inmenso aparece en el suelo… Podríamos haber caído si no fuera por los bastones que tuvimos la precaución de llevar.

Al tantear el piso, descubrimos el gran agujero… Sorprendidos, nos quedamos observándolo con atención… ¿Tiene agua…? Sí, tiene agua y acercamos una vasija para recogerla… Es agua cristalina… aunque no sabemos si está contaminada… Pensamos si probarla o no… Tampoco conocemos el nivel de profundidad del pozo… nuestros bastones se hunden en su totalidad y no tocan fondo…

Dentro de la cueva, en el lado izquierdo, aparece una leyenda escrita por algún visitante previo… que dice así:

“Solo lo que te atrevas a conocer será tuyo”.

Conmovidos por el mensaje, nos preguntamos qué repercusión tienen esas palabras para nosotros…

Repasamos todo lo que sentimos, si fuimos temerosos y no continuamos avanzando… ¿Eso es ser prudentes?...

El pozo marcó un límite que no quisimos atravesar… No obstante, tuvimos coraje para entrar en la cueva, encontramos el pozo con agua, pudimos hundir el bastón…

Bebimos el agua o no lo hicimos…

Nos detuvimos a observar las paredes rugosas y pudimos leer la leyenda en el muro…

No alcanzamos a apreciar totalmente el misterio que se nos ofrecía, pero sí pudimos conocer algunas de sus características…

Nos damos las gracias por atrevernos a penetrar en la oscuridad del mundo interior y por haber respondido como lo hicimos... Lo que hicimos es lo que nos correspondía hacer... Hemos podido evaluar el grado de riesgo y determinar qué decisión tomar... Lo hicimos…

Suavemente volvemos sobre nuestros pasos y caminamos en medio de la oscuridad de la noche hasta encontrar el sendero que nos trajo hasta aquí…

Satisfechos, encaramos el regreso al punto inicial, nos sentimos más confiados que al principio y dispuestos a registrar la experiencia con todas las emociones sentidas.

Volvemos a contar, pero ahora de 0 a 5...

Al oír 5, abrimos los ojos...


(Es conveniente anotar en el cuaderno una reflexión sobre lo que representa para nosotros cada elemento: la cueva, los muros, el pozo y aquello que nos quedó sin conocer).

Reinventarse

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