Читать книгу Reinventarse - Inés Olivero - Страница 26
ОглавлениеEn la mitología griega, el rapto de Perséfone simboliza las peripecias que atraviesa el alma humana y puede ayudarnos a comprender la desolación que se siente al atravesar este proceso. La hija de Deméter y de Zeus es arrebatada a los infiernos por su tío Hades, hermano de su padre, y es secuestrada y violada. Esto sucede mientras su madre, diosa de la Tierra, ha viajado a fundar la primavera en otras latitudes: Perséfone escapa del cuidado de las ninfas, cautivada por el perfume y la belleza de un narciso (su primera desobediencia). En el instante en el que se dispone a olerlo, se abre la tierra bajo sus pies y aparece Hades, el dios del mundo subterráneo, y se la lleva a las profundidades. Cuando Deméter descubre la complicidad de Zeus en la pérdida de Perséfone, se hunde en la pena más profunda. Luego de buscarla afanosamente, abandona su tarea de mantener la fecundidad de los campos y le pide a Zeus que interceda ante su hermano para conseguir el regreso de su hija. Zeus responde, con el fin de que Deméter devuelva a la tierra su fertilidad y envía a Hermes, mensajero de los dioses, a negociar el rescate. Perséfone, angustiada y en la prisa por volver, hace algo que no debe (la segunda desobediencia): come unas semillas de granada. Por ello, queda ligada al mundo subterráneo, al que deberá regresar cada seis meses. De todas formas, el pasaje por la oscuridad la ha transformado y acrecentado su belleza. Al volver, ella y su madre, Deméter, se abrazan y se funden en una.
El mito de Perséfone da cuenta del valor de la desobediencia para ingresar al mundo de los adultos. La joven es arrebatada de sí misma en su condición de hija y obligada por una fuerza irresistible de su ser más profundo. Toda persona vive esta experiencia desde la singularidad de sus circunstancias. Varían los relatos, pero todos hemos de realizar este viaje interior.
Permanecer en el vacío significa entrar en los recovecos de nuestra interioridad. Todo lo que experimentamos responde a una necesidad profunda del conocimiento cabal de nosotros mismos, y esto implica hacernos cargo de todo lo que somos.
Dentro de nosotros, existen el bien y el mal; podemos sentir cualquier emoción humana, odiar con tal fuerza que hasta somos capaces de matar y tener sentimientos tan elevados como los de cualquier santo. No existen buenas y malas personas, existen personas más o menos conscientes de las consecuencias que pueden acarrear las propias decisiones.