Читать книгу No quiero ser una muñeca rota - Irene Alonso Álvarez - Страница 10

Capítulo 3

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Volviste a buscarme. Aquello duró semanas, meses… incluso años… lo único que querías era mi luz.

Tumbada en la cama, tuve la amarga sensación del recuerdo. Como una sesión de acupuntura macabra, recordé cómo me follaban. Recordaba cada embestida, cada beso, cada palmadita en la espalda después de tirarme una toalla a la cara, el sonido de la cremallera de los pantalones al bajar… Eloise hizo memoria de una escena en particular con repugnancia, en la cual, su padre había eyaculado en el interior de ella, para luego acusarla de mentirosa, trastornada, histérica y ninfómana.

«Fue la frase del aborto lo que detesté con profundidad —pensó ensimismada—. Llevaba abusando de mí, desde antes de tener la regla. Justo cuando mamá nos abandonó por un abogado adinerado de las afueras de la ciudad. Me había acostumbrado tanto al abuso como al comer. A veces, creo que lo necesitaba e iba a buscarle yo. Esos recuerdos están ennegrecidos, y no los veo con claridad. Como un manto que se cierne sobre ellos. Un manto que yo misma había creado».

—¡La maldita frase! ¡Fue él, el que se corrió dentro de mí! ¡Yo fui la que me quedé embarazada! ¿Cómo se atrevió a decirlo? Qué facilidad para los hombres… follar, correrse y dar dinero para abortar. —Eloise evocó aquellos fatídicos días, con una sonrisa turbadora.

—Hay momentos en los que culpo a mi padre. Otros... a mi hermano; por no quererme lo suficiente, o por quererme demasiado. Pero los momentos más abundantes e incesantes, son los que me echo la culpa a mí misma. Yo… yo maté a mi bebé. Lo destruí para siempre.

»Asesiné a mi hijo y cualquier esperanza, de poder llegar a ser madre alguna vez.

»No sé en realidad quién es el culpable de toda esta situación. ¿Soy una mala persona? O… ¿una persona con malas experiencias?, quizás la psiquiatra tenía razón. Quizás… es verdad, que la realidad no es algo único, tangible, sino… volátil. Quizás… las marcas que me dejó mi padre son… una marca de nacimiento… y yo misma me he inventado una historia absurda y patética para desacreditarlo. O quizás…, siempre he dicho la verdad, pero nadie ha querido quitarse la venda de los ojos o… simplemente observar con un poco más de atención. Qué misteriosa es la realidad de la vida.

No quiero ser una muñeca rota

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