Читать книгу No quiero ser una muñeca rota - Irene Alonso Álvarez - Страница 8

Capítulo 1

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Allá en aquellos tiempos querías averiguar qué luz escondía. Buscando, buscando… te encontré y me enamoré sin sentido.

Desde el primer momento que nos presentaron, Eloise se mostraba reticente. Rehusaba mis cumplidos y mis intentos de conversar en la intimidad, se alejaba en cuanto el decoro social se lo permitía, o mentía sobre su disponibilidad, si yo me encontraba en el mismo grupo.

Fui muy tenaz, necesitaba hablar con ella para transmitir el mensaje de nuestro padre.

—Entiendo que nos odie a muerte, de verdad. Nos portamos muy mal con ella, pero… No deja de ser mi hermana pequeña. —Sorbió los mocos que colgaban de su nariz chata—. Extraño tanto su presencia que me duele el corazón al respirar.

Hacía ya un par de días que la había llamado… Pero la muy perra había hecho saltar el contestador nada más escuchar mi dulce voz.

Mi padre me acribillaba a preguntas, y sentía a través de la línea telefónica que estaba tan desesperado como yo.

Tú no lo entenderías. Te encuentras sentado leyendo, sin mayor preocupación que pasar a la siguiente hoja o decidir qué vas a cenar hoy.

Pero mi Eloise lleva desaparecida años... Desde que decidimos llevarla al psiquiatra. Y ahora nos odia, nos detesta. Nosotros lo único que queremos es que vuelva al hogar familiar. Que vuelva todo a ser como antes… cuando ella y yo estábamos juntos y nadie se interponía en nuestro camino. Todo lo que queríamos lo conseguíamos, no había nadie ni nada capaz de pararnos, excepto nosotros mismos. Y eso fue lo que pasó… Eloise decidió abandonarme. Dejarme fuera de juego y robarme a los clientes y todo el dinero que guardábamos lejos de padre, por supuesto.

Por lo tanto, decidí que para no perder más el tiempo en mierdas inútiles iba a presentarme a la salida del edificio donde trabajaba.

Aprovechando que se encontraba con más compañeros de trabajo decidí inventar una historia tan angustiosa e inverosímil, como para que Eloise no tuviera más remedio que acompañarme en un viaje de una hora en coche.

Como decía mi padre… Todo lo que sueñes puede convertirse en realidad.

No podía creer mi buena fortuna, ¿era de verdad tan patética? O ¿solo era una niñata inconsciente? En todos aquellos años… ¿No había aprendido?

Mi hermana pequeña pensó que íbamos a buscar un perro abandonado, para entregárselo a una de sus compañeras de trabajo, y gracias a una actitud pasiva, la baja autoestima y su excesivo temor a ser rechazada por los demás, aceptó el viaje sin rechistar.

Era como cazar a un cervatillo ensangrentado en un bosque cerrado por vallas electrificadas.

Me reí mientras colocaba el cinturón en el aplique, y miraba que el retrovisor estuviera en la posición correcta. Quería volver a estar con mi hermana, pero evitando accidentes mortales a ser posible.

Qué ilusa más apetecible. Qué estúpida más adorable. Qué puta.

No quiero ser una muñeca rota

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