Читать книгу No quiero ser una muñeca rota - Irene Alonso Álvarez - Страница 11

Capítulo 4

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Cuando lograste encontrarme, te escapaste entre las raíces de los árboles; solo pudimos amarnos con la mirada llena de regocijo.

Sueño que la muerte mece sus cabellos, le susurra al oído alguna nana que yo habría cantado con suma delicadeza y, acaricia con suavidad los rizos que sobresalen de su débil y fina cabeza.

A veces creo oír cómo balbucea mamá. Es un sonido ligero, etéreo… casi transparente, pero se incrusta en mi cabeza como una desgarradora garrapata.

Otras veces, solo oigo gritar y llorar tan fuerte, que me estremezco en la cama; voy corriendo todo lo rápido que puedo, pero enseguida mis piernas se transforman en gelatina y me hundo. Suelo despertarme cuando el fango y las aguas estancadas me llegan por la barbilla, y las piernas están prisioneras de juncos y algas por doquier.

Es una sensación muy desagradable. Como si unos hielos se deslizaran con sigilo a través de mi espalda cada vez que, evoco la sucia sonrisa que desprendía mi padre cuando me dejó sola en la entrada de la clínica. Aquel día solucioné mi error. O por lo menos, eso es lo que dijo cuando me arropó y dejó que durmiéramos juntos.

No quiero soñar nunca más. El mundo de los sueños me fue arrebatado, hace mucho tiempo. Ahora lo único que me queda es la fría y cruel realidad. Un presente nada alentador, la verdad.

No quiero ser una muñeca rota

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