Читать книгу Una obra de arte - Iván Dario Fontalvo - Страница 10

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Dos

El lugar más desolado que encontró fue un terreno yermo, junto al desierto. El pueblo más próximo estaba a siete kilómetros, así que la soledad no iba a dejar a Brodel tranquilo con facilidad. El precio del terreno —cuatro acres y medio— lo negoció sin hablar con un anciano andrajoso que poseía documentos tan gastados que no había forma de que fueran falsos.

—El precio que le di es muy bueno, ¿no le parece?

El anciano se acercaba a Brodel como tratando de husmear en sus pensamientos, pero Brodel era inescrutable. La primera propuesta la desvió fijándose en la arena rojiza de los alrededores. El viejo —flaco y nervioso— entendió el mensaje.

—Tiene razón, tiene razón —el índice izquierdo agitándose y la mandíbula temblorosa—. La arena está seca, así que bajémosle un poco.

Brodel soltó un suspiro. Se hundió la gorra hasta los ojos y se limpió el sudor de las mejillas coloradas. El anciano palideció.

—Claro —dijo—, el calor es insoportable. Bajémosle un poco más.

Con gestos semejantes, Brodel indicó la ausencia de árboles y de agua, y el viento agreste que soplaba duro sobre tierras en las que alguna vez estuvo el mar. Con una mano en alto, Brodel detuvo por misericordia las rebajas sucesivas del anciano.

Pagó lo que quiso.

Pagó lo justo.

Una obra de arte

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