Читать книгу Una obra de arte - Iván Dario Fontalvo - Страница 14

Оглавление

Seis

El músico recorrió los grandes escenarios de Europa, tocó para reyes, jeques y dictadores, apareció como portada en revistas reconocidas y concedió entrevistas a los canales de televisión más importantes del mundo. Un día, sin embargo, despertó en la medianoche de París y se sintió cansado de su vida de fantasía. En la buhardilla clausuró sus instrumentos, cerró con llave su estudio y salió de viaje llevando nada más que un bolso y sus tarjetas del banco.

Decidió hacer senderismo, pero se aburrió pronto.

Visitó África.

Hizo la ruta de la seda.

Podría decirse que estaba buscando algo que desconocía.

Cuando la guerra estalló, se quedó varado en la selva del Brasil, atormentado por la bullaranga de los micos y las cacatúas y el calor amazónico de aquella arena de hojas muertas. Así que, en cuanto supo que la paz había llegado, huyó en la primera expedición de locura que se le atravesó en el destino y tomó rumbo al desierto.

Avanzando a ratos en mula, a ratos a pie, sorteó la crudeza de ese mar de arena que casi reclama su vida. Se extravió. Cuando la mula murió, tuvo que caminar solo por un par de noches entre los cejos suaves de las dunas, esquivando caracolas antiquísimas y escarabajos más vivos. Estaba al borde de la muerte cuando divisó, como un espejismo de mediodía, una hermosa casa en el centro de la nada, en cuyo pórtico colgaba un anuncio ilusorio: «Se alquilan habitaciones para artistas decepcionados». Todo aquello era tan sospechosamente oportuno que se dio un pellizco para comprobar que no lo estuvieran traicionando los sueños. Le dolió. Entonces llamó a la puerta, y un hombre con una gorra de militar hundida hasta las cejas le dio la bienvenida.

Una obra de arte

Подняться наверх