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¿Cuál era el verdadero Rubicón?

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Ya deberíais haberlo entendido por el diálogo entre César y Hortensio, pero tratemos de resumir un poco lo que había sucedido a lo largo del tiempo.

Los historiadores han debatido y se han devanado los sesos durante siglos sobre qué pudo ser el verdadero Rubicón debido al hecho de que, según fuentes históricas, relatos y reconstrucciones geológicas, a veces parecía ser un río que pasaba cerca de Cesena, a veces otros ríos entre Savignano y Santarcangelo di Romagna,11 lo que era verdad en cierto sentido, pero faltaban algunos detalles que creaban algo de confusión.

La confusión se debió al hecho de que hace mucho tiempo, en los tiempos del cónsul Flaminio, los romanos habían creado una defensa compuesta por tres líneas defensivas dispuestas una detrás de la otra, como indicaba la técnica militar de la época, para cerrar el paso nada menos que al cartaginés, o púnico, Aníbal,12 que había atravesado los Alpes con sus tropas y algunos elefantes y podía descender hacia Roma pasando por la vía Flaminia, que acababa de construirse unos pocos años antes, llamada por el pueblo Roman-Dia y también Roman-Via, que significaba Travesía Romana o Vía a Roma, si así os parece.

De esos términos derivaron después los nombres Romània, Romandiola y la actual Romaña.

La última línea defensiva del Rubicón se trazó casi toda sobre el río que hoy se llama Uso.

Las otras dos líneas del Rubicón eran: una sobre el río Pressatellum, hoy llamado Pisciatello, y la otra sobre el río hoy llamado Fiumicino. Y probablemente ambas, si no las tres, estaban conectadas mediante canales y compuertas hidráulicas con las fuentes montañosas del Urgon, otro río cuyo nombre los historiadores creen que significaba Rubicón en dialecto romañolo, pero que en etrusco significaba algo muy distinto, como leeréis más delante.13

Bastantes millas de esa frontera sobre el río Uso estaban cerradas por una hilera de altas estacas y tablas de madera engarzadas mediante hierros y abrazaderas metálicas y, hasta 1750, todavía existían restos de esas empalizadas sobre las orillas del río Uso, hasta el punto de que los campesinos del lugar solían tomarlos para fabricar aperos agrícolas.

Si pensáis que una obra de este tipo sería bastante grande o imposible para los romanos, deberíais saber que Craso, triunviro contemporáneo de César, hizo en torno al año 70 a.C. una obra similar, dividiendo en dos la Calabria, desde la costa del Tirreno al Jónico, como una empalizada de cuatro metros de alto, para aislar la revuelta de Espartaco y sus gladiadores rebeldes que se habían refugiado en el Aspromonte.

Además, el Rubicón tenía piedras y arenas coloreadas de rojo sobre el río Uso que hoy ya no existen, pero que hasta el siglo XVIII todavía existían, como los historiadores académicos de la época refirieron y discutieron durante mucho tiempo, llegando a suponer que habían sido los romanos los que las habían coloreado de rojo para que se supiera que aquello era el Rubicón.

Sin embargo, no eran realmente piedras y arenas coloreadas a propósito de rojo por los romanos, sino el pigmento rojo púrpura caído al suelo que en su momento coloreaba la empalizada de madera y que poco a poco se fue desprendiendo por las lluvias y las riadas, a medida que pasaba el tiempo y se descomponía la madera de dicha empalizada.

Además, el Rubicón podía acrecentarse abriendo diques y canales de agua de las montañas de las fuentes del Urgon y tenía bordes escarpados levantados artificialmente14 para hundir en el lodo los ataques de quien intentara atravesarlo a pie y a caballo, por no hablar de los elefantes de Aníbal.

A las tierras donde se encontraba el Rubicón se las llamó Roman-dia, diámetro, entorno o área romana, porque servían a las legiones para atravesar o estacionar unidades enteras de legionarios antes de entrar en territorio romano o para reconstituir nuevas legiones, entre veteranos y personajes a la espera de enrolarse que estaban en los parajes antes de marchar hacia el norte o las Galias.

Por eso, cuando alguien dice que la Romaña siempre ha sido una tierra alegre y hospitalaria, llena de fiestas y diversión, está diciendo la verdad, porque también lo era entonces, como lo fueron todas las tierras de frontera, donde los legionarios de diversos lugares dejaban las armas, recogían su estipendio y se dedicaban a fiestas y ocios diversos, mientras esperaban nuevos reclutamientos y reemplazos.

Y tal vez tampoco sea casual que desde hace siglos muchos ciudadanos germánicos y del norte de Europa continúen viniendo a la Romaña para sus vacaciones y la consideren como una segunda patria, pero eso que lo averigüe otro.

Los Secretos Del Rubicón

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