Читать книгу Todo por un balón de futbol - Jaime Hernán Cortés Torres - Страница 8
El gol mortal Segundo lugar
ОглавлениеJunior David Ramírez Quintero
Papá está en el hospital seguro de que me voy a cagar el partido. Con los otros cuatro árbitros en el camerino, nos damos el abrazo grupal, oramos y vamos al túnel de salida. El estadio está repleto, a pesar del inclemente sol, igual que en la época en que él me vestía con el uniforme del Marmoleros F.C. y nos hacíamos en la grada oriental, con cornetas y pancartas, gritando las arengas que ahora escucho mientras formamos. Es el equipo por el que él demuestra una pasión religiosa, por el que tiene la casa convertida en el museo del equipo.
Cuando supo que sería árbitro lo sentenció como un autogol. La tarde en que le dije que pitaría este partido, su mirada me juzgaba. El corazón tiene a mi padre en el hospital.
Me demoro con los capitanes quienes notan mi incomodidad. Los abucheos no se hacen esperar por el retraso del encuentro. Recalco el juego limpio y les digo que jueguen con el corazón, mirando al capitán de los Marmoleros. Se enfrenta al Atlético Cañabrava. El encuentro decide la permanencia en primera división para ellos; para los otros, un cupo para la Copa Continental; para mi papá, probablemente, su estancia en este mundo.
Doy el pitazo inicial. Ojalá que Marmoleros no me pongan a decidir el partido, pero un mal pase del arquero los pone a perder. Pienso en papá. No es mi culpa, aunque en su cabeza estará que la falla es mía. El estadio enardece, tengo que estar más atento. Con más garra que juego, termina el primer tiempo.
En el camerino hay nerviosismo. Le digo al cuerpo arbitral que la segunda parte va a ser más nuestra que de los jugadores, que van a pesar las tarjetas y las advertencias sobrarán. De nuevo el abrazo grupal y salimos a la grama.
Empieza la segunda mitad. Los Marmoleros atacan a cualquier costo. La grada oriental explota por sacarle amarilla al crack del equipo; una puteada estratosférica, incluso papá me la habrá mentado.
Minuto setenta. Empatan con gol de tiro de esquina. La felicidad la demuestro en el puño izquierdo. La agresividad del encuentro aumenta por expulsar a un jugador de cada equipo. El calor hace relucir el cansancio. Doy tres eternos minutos de adición. Pobre de papá, estoy con el equipo de su vida. Su vida está ante un gol mortal.
Los Marmoleros no dejan nada al paso. El pito es víctima de la presión. Paro el juego unos instantes por la agresividad de los asistentes. La situación es un naufragio. Reanudo el encuentro. Queda un minuto. Los Marmoleros centran por la derecha. Gol. El Línea levanta la bandera; sin embargo, yo señalo al centro y el final. Celebra la oriental. Golpean mi cabeza y caigo, luego patadas por todo mi cuerpo. Papá vivirá.