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GEOPOLÍTICA: UNA DELIMITACIÓN CONCEPTUAL

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A quien contempla racionalmente el mundo, el mundo le ofrece a cambio su aspecto racional. La relación es mutua.

Georg Hegel

Hablar de geopolítica es referirse a una disciplina fascinante y con enormes puntos de interés para los estudios de seguridad global y relaciones internacionales. En palabras de Clover (1999), pocas ideologías modernas son tan caprichosamente englobantes, tan románticamente oscuras, tan intelectualmente descuidadas y tan propensas a su vez a iniciar una tercera guerra mundial como la geopolítica. En la medida en que el territorio es la base física esencial del Estado, pues estos ocupan inevitablemente un espacio de suelo más o menos bien definido, fruto a menudo de un proceso histórico cultural que no escapa a turbulencias o fricciones, desde sus inicios disciplinares, la importancia de la geopolítica se ha visto relacionada en la manera en que puntualiza e instrumentaliza el territorio como elemento fundamental para la consecución de objetivos estratégicos o incluso vitales para los Estados (Sanguin, 1981).

Por ello, vale la pena hacer algunas aclaraciones para la adecuada comprensión geopolítica que pretende desarrollar este texto. Por un lado, si bien existen regiones con unas particularidades de gran relevancia para el sistema internacional, son pocas las que pueden llegar a equiparar la especial connotación del norte de África, Medio Oriente y el golfo Pérsico respecto a sus múltiples escenarios de antagonismos. Por ejemplo, si comparamos las realidades propias de estas zonas y las contrastamos, con los antagonismos de los Estados europeos, podemos evidenciar que principalmente estos últimos se han desarrollado tradicionalmente con enorme fuerza por actores estatales propios de sus inmediaciones geográficas, mientras que en estas regiones iniciales ha predominado el intervencionismo de actores foráneos.

Adicionalmente, respecto a estas zonas hay que puntualizar que mientras el modelo de Estado-nación existió en Europa durante varios siglos y era ya un concepto asimilado en el viejo continente a principios del siglo XX, su implementación al norte de África, en el Medio Oriente y en el golfo Pérsico resultaba una idea confusa, abstracta y problemática. Ello en razón de que tan solo sería hasta la década de los cuarenta cuando la región adquirió características westfalianas, es decir, cuando en ella se originan Estados-nación con independencia política de los poderes europeos5 (Lawson, 2000).

En este análisis introductorio es menester presentar una relación de algunas de las más importantes definiciones conceptuales y aproximaciones que sobre geopolítica se han elaborado y su relación con la línea investigativa de esta obra. En este sentido, según Parker (1998), el término “geopolítica” se desprende, desde el punto de vista etimológico, de las raíces griegas Gaia, diosa de la tierra, y Polis, proveniente del concepto de las islas Estados-nación de la antigua Grecia. Por lo tanto, por lo menos desde su sentido etimológico, la geopolítica hace especial referencia a la intrínseca relación de los conceptos de la tierra y/o el territorio, como el hogar físico y ancestral del ser humano y la forma de control y organización que se ha implementado en ella a través del Estado y la política.

En virtud de esta relación inherente, es necesario afirmar que la geopolítica, como resultado de las observaciones respecto a la interacción constante entre las relaciones del hombre con el suelo, equiparadas a las del Estado con su territorio, es, por ende, una disciplina de larga gestación. Esta afirmación puede sustentarse en la forma evidente como el espacio determinó la vida de muchos pueblos a lo largo de la historia de la humanidad. En este sentido, por ejemplo, se observa cómo diversos factores físicos, como la cercanía a fuentes hídricas, la protección en medio delas barreras naturales que se encontraban en las montañas y el entorno en general, determinaban razones suficientes para el asentamiento en determinados lugares por encima de otros, promoviendo inclusive la transformación de sociedades nómadas en pueblos sedentarios.

Por ello, si contemporáneamente se reconoce la influencia que ejercen los factores geográficos y físicos en el desarrollo de la política exterior de un país y las dinámicas de poder en el sistema internacional, también en la antigüedad el espacio y el territorio tuvieron una influencia notoria en la vida política de la humanidad (Renouvin y Duroselle, 2001).

Como consecuencia, diversas culturas de la antigüedad tomaron asiento en áreas geográficas que parecían más atractivas que otras, pues estas permitían desarrollarse de manera más favorable según sus intereses. Por ende, si el espacio geográfico era inadecuado para proporcionar los medios que garantizaran su supervivencia, simplemente se desplazaban y/o conquistaban otros territorios, en aras de anexarlos a su espacio geográfico original6. De ahí entonces que los terrenos fértiles, la vecindad de los ríos, el acceso al mar, los accidentes montañosos de interés y el control de las rutas comerciales, por ejemplo, se convirtieran en la antigüedad en objeto de interés de aquellas formas primitivas de organización social y política y, por supuesto, también en la era contemporánea sean fuente de interés de los Estados modernos.

Por lo tanto, se puede afirmar que aun sin la aparición de una denominación definitiva, la geopolítica ha existido desde tiempos remotos, pues la influencia de los factores geográficos sobre la conducción política se ha mantenido siempre en la mente del estadista. Como bien lo señala Kolakowski (2004), la connotación histórica de la geopolítica enriquece la actual relevancia de la disciplina, y por ello, las lecciones de antaño deben ser tomadas en consideración aun en escenarios contemporáneos, pues desacreditarlas o restarles importancia sería casi tan absurdo como decir que no importaría si de pronto se borrara la memoria del propio pasado personal, solo porque, evidentemente, se vive en el presente y no en el ayer. En tal virtud, tal como se evidenciará en los siguientes capítulos de análisis en torno al conflicto armado en Siria, la historia de las generaciones pasadas es nuestra historia, y es necesario conocerla para saber quiénes somos; de la misma manera que la propia memoria construye la identidad personal.

Ahora bien, no existe un consenso exclusivo y vinculante respecto a la definición conceptual de la geopolítica. De hecho, de la geopolítica podrían citarse tantas definiciones como autores han estudiado esta disciplina. Por lo anterior, debido a que la geopolítica adolece de una definición única que sea vinculante y universalmente aceptada, ha sido usada indiscriminadamente para referirse a temas tan dispares como conflictos interestatales (ver Gyorgy, 1943), guerras civiles (ver Asseburg, 2013), estrategia (ver Rosemberg, 2017), finanzas globales (ver Park, 2018), energía (ver Grigas, 2017), defensa (ver Dalby, 2003), resultados electorales (ver Trinkunas, 2017) y hasta sociedades fraternales como la masonería (ver Arrieta, 2016).

Acudiendo a los inicios de esta disciplina y algunas de sus aproximaciones más tradicionales, es menester mencionar que Rudolf Kjellen, inventor del término “geopolítica” en 1899, la definió como la teoría que explicaba la influencia de los factores geográficos sobre el desarrollo político en la vida de los pueblos y Estados (Dodds, 2007; Cahnman, 1943). A su vez, desde mediados del siglo pasado Karl Haushofer (2003), considerado uno de los principales teóricos de la geopolítica en la escuela tradicional alemana, la definió como una ciencia estatal que permite la consecución de objetivos estratégicos, fundamentada especialmente en el determinismo espacial de todos los procesos políticos y su relación con la geografía.

Esta disciplina sería posteriormente revisada por diferentes corrientes del pensamiento político contemporáneo de Europa y Norteamérica. A partir de ello se señalaría que además de estudiar la influencia de los organismos geográficos en el Estado, estudia también otros factores de diverso orden que influyen decisivamente en la comunidad política. La razón de ello, es que es una disciplina que permite visualizar los caminos más convenientes para el futuro del Estado, de tal forma que el estadista pueda dirigirlo y conducirlo de manera acertada y sin caer en los estragos de la improvisación (Ibáñez, 1985).

En este sentido, desde espacios más contemporáneos también se han generado múltiples definiciones conceptuales en torno a la geopolítica. Por ejemplo, Ladis Kristof (1960) la definió como una herramienta de análisis de fenómenos políticos que intenta dar una interpretación geográfica de estos fenómenos. Lo propio hizo el general Pierre Gallois (1990) en su obra Geopolitics, ways to gain power, al definirla como el estudio de la conexión entre la orientación política de un poder, a nivel internacional, y el contexto geográfico de sus acciones (Ezzatti, 2010). Para Geoffrey Parker (1998), la geopolítica es el estudio de las relaciones internacionales desde una perspectiva espacial o geográfica. A su vez, Mary Gilmartin y Eleonore Kofman (2004) entienden la geopolítica como la articulación del arte de gobernar a través de la práctica de estrategias territoriales. Así mismo, John Agnew (2005) se refiere a la geopolítica como el examen de los supuestos, clasificaciones y explicaciones geográficas que participan en el diseño de la política mundial. Por su parte, Colin Flint (2007) expresa que la geopolítica contemporánea es una manera de ver el mundo y comprenderlo, pues frente a sus complejidades identifica las fuentes, prácticas y representaciones asociadas al control del territorio y los recursos asociados a él.

De la misma forma, Saúl Cohen (2009) la entiende como la disciplina encargada de analizar la interacción entre los ajustes geográficos (características y patrones), por un lado, y los procesos políticos (tanto nivel doméstico como internacional), por el otro, siendo ambos ajustes dinámicos y mutuamente interdependientes. De acuerdo con Silviu Costachie (2011), la geopolítica es, pues, una investigación teórica que revela la relación de sustancia entre la posición geográfica de un Estado y su política.

Ante el gran universo de aproximaciones conceptuales alrededor de la geopolítica, y en aras de facilitar la adecuada comprensión de la línea temática de esta obra, en este texto se entenderá la geopolítica como una herramienta de análisis utilizada por aquellos responsables de formular y diseñar estrategias de política exterior en los Estados, tomando en consideración factores geográficos, históricos y políticos. En este sentido, la geopolítica incorpora el determinante valor de la relación Estado-espacio y las influencias del medio físico (incluyendo el espacio y la localización) en el proceso de toma de decisiones internacionales de orden político y económico, ya sea en el marco de rivalidades, tensiones bélicas, conformación de alianzas y contraalianzas o el establecimiento de acercamientos comerciales.

Dicho en otras palabras, la geopolítica toma en consideración aspectos como el poder, la política y la geografía (no únicamente a partir de líneas fronterizas sino también de manera expansiva sobre zonas de influencia) y abarca una enorme interacción entre estos, de tal manera que permite establecer una distinción entre aliados y rivales, entre amigos y enemigos en la compleja competencia hegemónica entre Estados en el sistema internacional.

Esta aproximación conceptual promoverá la comprensión respecto a la influencia de la geopolítica tanto en la reorganización del sistema internacional como en el surgimiento de un nuevo orden mundial y las constantes rivalidades que se originan entre aquellas fuerzas que procuran mantener su alineación y entre esas fuerzas revisionistas que permanentemente procuran su alteración.

Cada una de estas fuerzas enfrenta desafíos comunes a partir de intereses privados, nacionales y regionales, inscritos en una sociedad internacional de Estados que está sufriendo procesos revolucionarios sin antecedentes en la historia humana. Así mismo, la constante reestructuración de nuevos ejes de poder mundial redefine sus identidades a la luz de nuevas prácticas y relaciones productivas, haciéndolos explorar nuevas instituciones e instrumentos que respondan más efectivamente a estas necesidades y realidades.

Conflicto armado en Siria

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