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INCERTIDUMBRE
ОглавлениеUna sociedad que elude reconocer su vulnerabilidad, su culpabilidad, que busca desconocer la muerte, ha comprobado que los problemas globales exigen soluciones globales. Asimismo, ha confirmado que el supuesto equilibrio entre seguridad y libertad tiende a vencerse en favor de la seguridad.
Es hora de compartir enunciados negativos como aviso para las personas que no deseamos pasar por alto datos e impresiones negativas, pero no desesperanzadoras.
Afrontemos la escapista realidad como lo hace el héroe español don Quijote, sin superpoderes.
Abordemos el síndrome posUCI, que afecta aproximadamente a un 40 % de los pacientes que abandonan los cuidados intensivos, que pueden tardar meses en recuperar sus capacidades motoras y cognitivas.
Además, la medicación puede inducir delirios y, en el caso del coronavirus, los pacientes han sufrido aislamiento de sus familiares. Sí, habrán de apreciarse posibles lesiones o daños neurológicos en quienes, cuando estuvieron hospitalizados, tuvieron que ser intubados.
La ciudadanía ha sufrido, y más de lo que muchos perciben; la colectividad está desorientada. El esperado crecimiento postraumático no aflora, cuesta entusiasmarse, apasionarse con esta aletargada vida de mascarillas, rebrotes, hidrogeles, cuarentenas.
Los clínicos estamos atendiendo a quienes muestran los síntomas de estrés postraumático y a quienes conviven con lentitud cognitiva, fallos de memoria, angustia, depresión, crisis de pánico.
Se percibe una acallada tristeza generalizada, una melancolía del alma, una difícil elaboración de lo acontecido y de lo que queda por vivir. Y es que nuestro cerebro, nuestra mente, nuestras conductas siguen siendo, y en gran medida, un misterio.
Respecto a convivir con un vulnerable, por edad o por patologías previas, esta convivencia obliga a extremar la prudencia, las medidas de seguridad, a decir no a muchas actividades en el exterior del hogar, a comprometerse desde la renuncia y la generosidad por amor. En todo caso, los vulnerables habrán de aislarse en gran medida y llevar a cabo un confinamiento voluntario, no impuesto, más difícil, pues el resto disfruta de la libertad que dota a la vida de color. Su esperanza está en esos congéneres a los que no conoce y que seguro que descubrirán la vacuna. Cuestión de tiempo, de amor a la vida.
Tiempos de zozobra, de duelo, de miedos, de búsqueda de una seguridad inexistente. La especie humana ha comprendido su vulnerabilidad, su intrascendencia para el planeta, para el universo, para otras especies.
Humanos que nos desconocemos, pero percibimos la capacidad de cooperación, de solidaridad, de adaptación, de supervivencia.
En Madrid, a 7 de julio de 2020
Javier Urra
Prof. Dr. en Psicología y Dr. en Ciencias de la Salud Académico de Número de la Academia de Psicología de España Primer Defensor del Menor