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Los gestos de las manos

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Las manos son la segunda parte del cuerpo que más información comunica.

Si, por ejemplo, hablara con los brazos tomados detrás de la espalda, aunque quisiera expresarme con los gestos de la cara y la postura, incluso si me acercase al otro, necesitaría mis manos para poder expresarme mejor.

Cuando sabemos que no nos observan, somos muy naturales y movemos las manos inconscientemente. En cambio, cuando nos colocan una cámara enfrente o tenemos un público, no sabemos qué hacer con las manos: hay que quitar el mal hábito de querer ocultar las manos cuando hablamos en público o con otras personas. Quien oculta las manos, proyecta menos confianza, menos apertura y menos seguridad personal.

Por lo tanto, mueve más tus manos, que no queden quietas. De lo contrario, los discursos van a salir sin fuerza. Necesitas transmitir tu fuerza y pasión. Por ejemplo, si digo nombres como María, Eugenia o Silvina y me tocó la cabeza, la cara, el hombro o el ojo, demuestro duda y falta de confianza. Si me sueno la nariz, no voy a terminar de construir bien, en la mente del público, aquello que quiero transmitir, no voy a ser creíble y voy a generar desconfianza e inseguridad.

Si vas a subir a un escenario, tus manos tienen que estar libres. Hablar con una birome en la mano y pasarla de un lado para el otro, es muy mala idea. Ponerle y sacarle la tapa, lo mismo. Tironearse los dedos, hacerlos sonar, jugar con las manos, apretarlas, estrujarlas con un pañuelo, suelen ser movimientos inconscientes que transmiten mucha inseguridad.

Taparse la boca con una mano expresa sorpresa o preocupación.

Rascarse la cabeza o la nuca implica duda o acción de pensar.

Mostrar el dedo índice extendido transmite enojo o reprimenda.

Una persona que se apoya el dedo sobre la boca quiere decir algo y debes preguntárselo.


Los 3 secretos para hablar en público sin miedo

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