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Plano de Amarna (Tomado de narmer.pl/groby_em.html)

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Excavaron pozo, plantaron árboles y jardines, el desierto árido floreció. Construyeron casa y palacios finamente decorados, así como el templo al dios único.

La visión de Akhenaton de una utopía religiosa se fue convirtiendo en una realidad.

La ciudad se llamo Ajetaton (que significa Horizonte de Aton) se volvió el corazón político y religioso de la nación, el centro de un nuevo culto.

Toda la ciudad de Akhetatón se puede considerar un reflejo de la expresión de la realeza, dado que durante el período amarniano se transformó en el más importante centro político y religioso del poder egipcio, diseñada con el fin de mostrar ese poder re–centralizado.

El acto de crear repite el acto cosmogónico por excelencia, ya que la creación del mundo, y en consecuencia de todo lo que es fundado, lo es en el centro del mundo, puesto que la creación misma se efectuó a partir de un centro (Eliade 1972:16). Por ello la fundación de Akhetatón es una recreación y a la vez un centro de orden divino, y como tal puede y debe considerarse como un espacio sagrado.

La intención de exaltar el poder por parte del faraón también aparece en la disposición de los edificios de la ciudad, en la arquitectura propia de los mismos, en la decoración de los palacios, templos y enterramientos y en la instalación de las estelas fronterizas que la demarcan. Además, es a través de estos rasgos que se puede analizar la relación del soberano y su familia con la deidad (uno de los puntos fuertes que hacen a la legitimidad de la reforma) y cómo se producen

Los templos tradicionales eran cerrados: al entrar al complejo, el piso se levantaba gradualmente, el techo caía y había muy poca luz.

El culto al Sol trajo santuarios al aire libre, algo que se hacía antes pero nunca a tan gran escala.

La ciudad posee un área con templos, palacios y residencias mientras que, a 11 kilómetros en dirección este, se localiza la necrópolis con un Valle Real y un Valle de Nobles, como se observa en la figura 2. El paisaje de la ribera este se puede dividir entonces de dos formas: entre un sector para los vivos (residencial, administrativa y ritual) y otro para los muertos (necrópolis), y entre un sector residencial y otro administrativo y ritual.

Akhenaton había logrado establecer una nueva ciudad, un paraíso religioso en el desierto.

Por otra parte, la división entre un área administrativa y otra residencial, tiene que ver con la diferenciación entre el centro de la ciudad, dedicado a la administración y a los rituales religiosos y los palacios residenciales de la familia real, separando a la realeza del común de los habitantes de la ciudad.

A cada construcción relacionada con la realeza o el culto a Atón en Akhetatón se le dio una ubicación premeditada, congruente con su rol simbólico y funcional como edificio, que además debía encuadrarse con la planta urbana como totalidad cósmica: la vía procesional, conocida como “camino real”, ordenaba el recorrido del faraón, lo sacralizaba y a su vez dividía los sectores de la ciudad diferenciándolos. Este camino de 2.5 kilómetros era la espina dorsal del asentamiento, una ruta que la atravesaba de norte a sur, uniendo el Palacio de la Ribera Norte con la ciudad central, y era recorrida por Akhenatón y su familia en contextos de desfiles y paseos como parte de exhibiciones.

En ocasiones, su desplazamiento se iniciaba en el Palacio de la Ribera Norte (residencia posible de Akhenatón), pasaba por el Palacio Norte y el suburbio norte, para luego entrar en la ciudad central, detallada en la figura 4, en la que se encontraban el Gran Palacio, el Gran Templo de Atón (o Casa de Atón) y el Pequeño Templo de Atón (o Mansión de Atón), donde el faraón cumplía tareas rituales y administrativas.

Se había declarado hijo del Dios y parecía que su revolución religiosa era exitosa. Pero de repente todo empezó a derrumbarse, sus súbditos, incluso los que vivían en la cuidad, realmente no habían abandonado a sus dioses y el faraón se entero de su traición. Entonces ordeno buscar todas las imágenes de los antiguas dioses y destruirlas, y envió a los soldados a o borrar la memoria de los antiguos dioses especialmente el nombre de Amón–Ra de toda la tierra de Egipto.

Es periodo se lo conoce como herético, con la revolución religiosa de Akhenaton, surgen ahora muchos interrogantes, como por ejemplo cual era el origen de Nefertiti, esposa de Akhenaton, o quien fue realmente Semenkhkare, el corregente sucesor del Faraón hereje.


Ubicación de los edificios de la ciudad central.

(1) Gran templo de Atón. Santuario; (2) Pequeño Templo de Atón; (3) Gran palacio. Sala del trono; (4) Casa del Rey. Vigilancia y administración; (5) Casa de la correspondencia; (6) Cuartel militar.

Al lado del Gran Templo se ubicaban almacenes para ofrendas y al lado delGran Palacio tierras para templos y altares.

El hecho de que el clero de Amón, al recuperar el poder y destruir todo rastro del paso por la tierra de la herejía de Akhenaton, ha cubierto con un denso velo, esta fascinante etapa de la historia del Egipto faraónico.

Dee saca un libro de su maletín y comienza a relatar:

En el año 1985, el escritor egipcio Naguib Mahfuz (1911–2006), escribió la novela histórica “Akhenaton”, por este trabajo obtuvo en 1988 el Premio Nobel de Literatura llegando a ser el primer escritor en lengua árabe en lograr tan importante galardón.

La obra se sitúa en los años posteriores a la caída de Akhenaton y antes de la muerte de la bella Nefertiti, probablemente en 1330 a.C.

En su opinión, la reina madre fue la principal responsable de que desde la niñez su hijo Amenhotep IV, se educara en la religión de Aton. Cuando todo el imperio adoraba a Amón.

Tiye era Nubia de origen humilde, que llego a compartir el trono por su casamiento con el faraón Amenhotep III. Se caracterizo por ser una mujer fuerte, inteligente y astuta. Tenía además mucho poder y empezó a interesarse cada vez más por aumentar los estudios religiosos, incorporando el culto de otros dioses, en especial el referido al nuevo dios en el que ella creía por motivos políticos:”Amón es el señor de los dioses de Egipto y un símbolo de poder y quizás de la derrota para los súbditos del imperio. En cambio Aton, es el dios del sol que brilla en todas partes y al que pueden dirigir todas las criaturas sin menoscabo”.

Después tendremos que hablar indefectiblemente de los dioses de Egipto.

Continúa con el libro de Mahfuz: Pero el asunto, asegura, fue más allá el mero interés por otras religiones y se transformó en una nueva forma de la lucha por el poder. La reina, para fortalecer el trono, buscaba incorporar a los sacerdotes de otras regiones y ponerlos al mismo nivel que Tebas. De este modo, limitaba la gran influencia que ellos tenían, puesto que la gente los consideraba siervos de los dioses y del pueblo, maestros, médicos, guías en la religión y en el más allá. La avidez por el poder la llevo entonces a utilizar la religión con finura y astucia para lograr que el rey fuera prescindiendo de los sacerdotes.

Entre las criticas que hace, relata que cuando murió su padre Akhenaton se hizo coronar en un explanada dedicada a este dios y luego empezó a construirle un templo en Tebas la ciudad sagrada de Aton. Más tarde, empezó a divulgar la nueva religión entre sus hombre para elegir a sus colaboradores entre los más adeptos. Estos llegaron a profesar la nueva creencia por distintas razones, pero al parecer solo tenían un objetivo claro, realizar sus ambiciones personarles de poder a costa de la fe.

Poco a poco, agrega, el poder del rey empezó a debilitarse en Tebas y durante una fiesta de Amon hubo muestras evidentes de que el descontento aumentaba. Fue así como el soberano decidió construir una nueva ciudad dedicada al dios Aton y refugiarse en ella con sus seguidores. Fue ahí cuando cambio su nombre de Amonhotep IV en Akhenaton “el que vive en la verdad”.

Los sacerdotes, explica, lo obligaron a emigrar junto a ochenta mil herejes a Amarna, y así ellos quedaron con las manos libres para emprender la batalla sagrada entre Amón y Aton.

Enterado de su debilidad frente a los sacerdotes de Amón, mando cerrar todos los templos de este dios y confisco sus bienes e hizo expulsar a sus sacerdotes, como muestra exagerada de su fuerza.

Luego inicio el viaje por todo el territorio para atraer a sus súbditos a la impiedad. De este modo, el pueblo se dividió entre los seguidores de los dioses de Amón y los seguidores de Aton.

Para otros la religión de Egipto para de ser politeísta a monoteísta, como los judíos.

Pero la bonanza que Egipto había disfrutado por tanto tiempo se estanco: los mercados empezaron a quedar vacios, las mercaderías ya no se vendían y los esclavos pasaban hambre.

A fin de evitar una guerra civil, los sacerdotes de Amón, atreves de intermediario, exigieron a Akhenaton restablecer la libertad de culto y enviar ejércitos para defender las fronteras, ya que los enemigos comenzaron a no reconocer las fronteras y invadirlas, pero él no acepto.

Luego señala que pidieron la renuncia al trono permitiéndole a cambio poder conservar su religión e incluso hacer proselitismo. También se negó a esta alternativa y como respuesta nombro a su hermano Samankhara como corregente. Los sacerdotes ignoraron esta designación y, por su lado, designaron a Tutankhamon para sucederlo. Un joven a quien si podían manipular. Los hombres de confianza lo abandonaron, dejaron Amarna y volvieron a Tebas y juraron lealtad al nuevo faraón.

Así termino el reinado, sin guerra ni destrucción. Los Templos volvieron a abrir sus puertas y los fieles pudieron acudir a ellos con libertad, después del largo periodo de prohibición. El Rey hereje en tanto enfermo y murió desolado junto a la reina Nefertiti sufriendo la soledad y el destierro.

El sacerdote de Amón entrega esta descripción final de Akenaton:” No era ni hombre ni mujer. Era débil hasta el límite de odiar a los fuertes, fueron hombre, sacerdotes o dioses. Se invento un dios a su imagen y semejanza, débil y femenino, padre y madre a la vez y le atribuyo una sola función: el amor. Su culto era el baile, el canto y la bebida. Se hundió en la estupidez olvidando sus obligaciones reales, mientras los mejores hombres del imperio caían ante el enemigo, pidiendo ayuda si recibirla. El imperio finalmente se perdió, Egipto quedo destruido, con sus templos vacios y sus gentes hambrientas. Ese fue el Hereje, el que se hizo llamara Akhenaton”.

“¡Duras las palabras de este sacerdote!”, comenta Lein. ¿Fue tan así?, y ¿Que esperarías que dijera un enemigo del rey?, responde Dee. Eso nunca lo sabremos.

Veamos la versión de Ay, consejero real:

Amenhotep III y la reina Tiye lo nombraron encargado de la educación de sus hijos. Es asi como empezó a ser el maestro del príncipe heredero, cuando este teia solamente seis años. Con la autoridad que le daba el haber sido el preceptor real, hace notar la gran inteligencia y sensibilidad que el joven heredero poseía, opinión en la que coinciden varios escritores.

En cuanto a Tiye, relata que pertenecida a una noble familia Nubia, y que con sus sabiduría y energía sobrepasaba a la misma Hatshepsut. La reina junto madre, junto a Amenhotep III, supo conducir la política de forma consciente y mesurada, sin embrago el hijo creció a ciegas y dedico su reinado a la nueva fe hasta el extremo de sacrificar a su pueblo, al imperio y el trono. Los sacerdotes de Amón, lo acusaron de ser la primera persona responsable de que Akhenaton desviara su creencia en Amón.

En cuanto a la cuidad de Tebas, cuanta que Akhenaton no creía que era una ciudad sagrada, sino un antro de comerciantes ambiciosos, libertinos y prostitutas. En relación a los sacerdotes, pensaba que pedían a los pobres una parte de sus limitados ingresos, los que seducían a las jóvenes bajo la excusa de bendecirlas y quienes convertían los templos en centros pendencia y corrupción. Y que aunque esta casta sacerdotal, como acontecía, constituyera el fundamento mas solido del trono, un poder basado en estas mentiras y artimañas le parecían indigno.

Del mismo modo, se oponía a Amón por considerarlo el dios de los sacerdotes, mientras que Aton era el sol que ofrece sus rayos a todos de igual forma.


El relato de Ay, destaca que Akhenaton durante su reinado disminuyo sus impuestos y utilizo el amor en lugar del castigo. Pero al mismo tiempo su relación con los sacerdotes de Amon se fue empeorando hasta el punto en que ordeno que se construyera una ciudad consagrada al dios único. En la nueva capital, durante un tiempo se vivió una época de felicidad y el corazón de todos se abrió a la nueva fe. Sin embargo, el rey de dedico por entero a su misión y en nombre de la paz, del amor y la alegría emprendió la guerra más desbastadora conocida en la historia de Egipto. “No tardo en hacer cerrar los templos. Desterró a los dioses e hizo borrar sus nombres de las lapidas. Incluso cambio su nombre y emprendió sus famosos viajes por todo el país para hacer proselitismo a favor de su religión, la religión del amor, de la paz y la alegría, en todas partes era recibido con entusiasmo y amor”.

Luego menciona los hechos del nombramiento de su hijo Tutankhaton como rey a quien llamaron Tutankhamon en referencia al dios Amón. Ante la gravedad de estos hechos todos sus colaboradores le abandonaron y dejaron la cuidad de Amarna, solo quedo Akhenaton desolado junto a la reina Nefertiti y un gripo de esclavos y vigilantes. La enfermedad no tardo en apoderarse de su cuerpo.

“Esta es la historia de Akhenaton, a quien hoy maldicen y llaman hereje. Sin minimizar los hechos que cayeron sobre el pueblo por su causa, pues perdió el trono y el imperio. Sin embargo debo confesar que no puedo borrar de mi corazón el amor y la admiración por el. Dejemos la sentencia final para el tribunal de Osiris, juez del mundo eterno.”

La versión de Horemheb jefe de la guardia real, y hombre de confianza del Akhenaton que mantuvo su cargo durante el reinado de Tutankhamon, le encargaron terminar con la corrupción en el país y restituir la paz en las provincias y en ambas misiones tuvo éxito. Hasta el gran sacerdote de Amón había dado testimonio en su favor, apoyando también por el sabio Ay que había sido considerado un héroe en la gran crisis vivida.

Había sido compañero de la infancia y amigo del rey antes de ser nombrado en este cargo de confianza y afirma: “Desde que le conocí has el instante del último saludos, no tuvo en la cabeza nada más que la fe en Aton y su religión.”

En relación a la nueva fe y a los contactos que establecía el rey con el pueblo para anunciar la buena nueva de amor, la alegría y la igualdad, Horemheb coincidió con las apreciaciones que tenía el sabio Ay.

Relata que cuando murió Amenhotep III y el príncipe heredero fue llamado a ocupar el trono, lo primero que hizo fue llamar a sus hombres para instruirlos en la religión de Aton, advirtiendo que quien quisiera colaborar en su gobierno debería profesar la fe única.

Según Horembed, los sacerdotes los despreciaron diciendo que era débil, culpando a la reina madre Tiye de inculcarle esas creencias y al apropia Nefertiti de obstinada. Pero esa imagen es falsa, asegura, pues todas las ideas surgieron de su cabeza.

Además con el hecho de trasladar la capital desde Tebas a Amarna o Akhenaton “el rey declaro la guerra a todos los reyes. Tuvimos días de victoria, felicidad y tranquilidad, seguí sus incursiones en regiones y vi con que fascinación le recibían a las muchedumbres.”

Y cuando al final sobrevino lo inevitable, prosigue “Rompimos nuestra fidelidad hacia un hombre que no pensaba más que en el amor. Su locura le había dibujado un sueño extraordinario que pretendía que compartiéramos en su felicidad imaginaria..., jure mi lealtad al nuevo rey Tutankhamon y las tinieblas se cernieron sobre el mayor drama que encendió el corazón de Egipto. Mira lo que hizo aquel loco con la gloria de nuestra noble y antigua tierra.”

Horemheb termina la narración diciendo que Akhenaton no pudo superar esta gran derrota y que cuando sintió que su dios los había abandonado, su fe quedo muy afectada, se enfermo y murió.

Naguib Mahfuz nos presenta a Akhenaton como “el que vive en la verdad”, de acuerdo al título original de su novela. En su obra demuestra que el desempeño que tuvo durante su reinado, corresponde al de un sacerdote intransigente, imbuido de una profunda fe, que pretende transformarse en el único intermediario entre el pueblo y su dios único. Y además está convencido de que su misión es anunciar y difundir la nueva religión, aunque esta convicción le acarree graves problemas en otros ámbitos de la competencia de su cargo.

Si él vivió en la verdad de su fe, no podía estar interesado en lo político, en lo social y en lo militar. Fue consecuente hasta el final y no transo en sus creencias ni en su forma de actuar, porque tenía un gran anhelo: que todos vivieran en la verdad.


El Código

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