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PRINCIPIOS FUNDAMENTALES A RESPETAR

Al hablar de principios nos referimos a las pautas más importantes que tendremos que seguir o hacer seguir a la hora de realizar las sesiones de entrenamiento, las competiciones y la planificación con respecto a los objetivos que queremos lograr. Es cierto que quizás el carácter para remarcar la importancia que damos a estos conceptos nos lleve a denominarlos así, sin que lleguen en realidad a tan alta definición jerárquica, pero en el fondo es con esta definición como mejor los vemos dentro del compendio general del libro, por lo que aún así hemos decidido mantener este término que, quizás, no sea el más adecuado.

Basar nuestro trabajo en estas pautas nos permitirá estar seguros de que lo estamos enfocando de manera adecuada, dejando a un lado los peligros que puede acarrear el querer conseguir resultados o rendimientos para los que aún no están preparados nuestros jugadores.

Estos principios irán encaminados a abarcar todos los ámbitos que inciden en el dominio y optimización de la interacción motriz, ámbitos que ya hemos visto en capítulos anteriores y que desarrollaremos más adelante. Decir también que los que aquí nombramos se refieren sólo a la etapa juvenil, pero han de verse como una continuación de etapas anteriores y una antesala o preparación de etapas posteriores, y que en diversas publicaciones de la teoría del entrenamiento nos encontraremos con algunos de ellos como verdaderos principios.

Los principios a tener en cuenta que pueden ser más importantes para nuestro deporte y esta categoría son los siguientes, desarrollados en orden alfabético.

8.1ADAPTACIÓN

Podemos decir que es el principio por antonomasia y que los demás existen para favorecerlo, pues el mismo objetivo de cualquier tipo de entrenamiento es adaptar a los jugadores a la competición para la que se les prepara. La planificación y organización de los entrenamientos nos permitirá plantear unos objetivos cuyo cumplimiento posibilitará esa adaptación de la que hablamos.

Para realizar entrenamientos es inevitable utilizar ejercicios adecuados, ejercicios que los jugadores sean capaces de entender y cuya dificultad les permita mejorar. Adecuaremos el nivel de exigencia de los entrenamientos a la capacidad de aprendizaje que los jugadores tengan, pero siempre tratando de “sobre-cargar” al jugador, es decir, tratando de estimularle para que mejore. Para ello antes tendremos que conocer a cada uno de los jugadores y saber qué es lo que les podremos exigir. Como veremos este principio se apoya en los de transferencia, sobrecarga y adecuación.

Contando con que los niveles perceptivo y coordinativo deberían estar en estos jugadores en el grado de optimización, habrá que adecuar los ejercicios para la continuidad en estos ámbitos pero, sobre todo, en los ámbitos en fase de desarrollo-optimización (cognitivo y estratégico), propiciando así el progreso y la adaptación en los ámbitos que más necesitan de ello.

Un punto importante que hay que tener en cuenta es que el trabajo en ámbitos más complejos exige la competencia en los de menor dificultad. Ya hemos hablado de esto antes y hablaremos seguramente después. Éste es un problema con el que muchas veces nos encontramos y no somos capaces de resolverlo por el ansia de querer enseñar facetas del juego que los jugadores en esos momentos no son capaces de asimilar.

Como muestra un ejemplo. Yo quiero enseñar a mis jugadores una salida de presión, pues en varios partidos el contrario nos ha presionado y hemos tenido muchos problemas para sacar el balón jugado, perdiéndolo la mayoría de las veces. En un entrenamiento indico la jugada preestablecida que quiero que aprendan y la hacemos las veces suficientes, sin defensa que pueda interceptar el balón o con esta defensa pasiva, para que los jugadores aprendan los movimientos a realizar. Hasta ahí todo bien.

Pero llega la hora del partido y cuando el otro equipo nos presiona no somos capaces de hacerla ni una sola vez. Cuando sucede esta situación quizás algún entrenador se ponga nervioso y comience a gritar y a criticar a sus jugadores, pero es posible que lo que ocurra sea otra cosa, sea que los jugadores no están capacitados ni técnica ni tácticamente para realizar movimientos de estrategia, y entonces la culpa no será de ellos, será del entrenador por querer que los suyos lleven a la práctica algo para lo que no están preparados. Con la adaptación de los ejercicios conseguiremos que nuestros jugadores trabajen en el nivel para el que están capacitados.

Con el entrenamiento tratamos de conseguir algo. Es decir, intentamos utilizar unos ejercicios para que los jugadores mejoren cierto aspecto del juego o, mejor dicho, se adapten a una situación que antes no sabían cómo resolver o resolvían mal para que en adelante consigan solucionarla mejor. Como vemos, este principio persigue la finalidad que debe tener el entrenamiento en sí, que es la de ser un continuo proceso de adaptación; por esto hemos comentado al inicio que es el aspecto principal de los aquí tratados, y que incluso se le puede dar el rango de principio a seguir.

8.2ADECUACIÓN O ACCESIBILIDAD

Este principio se relaciona con los de transferencia, adaptación, progresión y sobrecarga. Nos explica que es necesario adecuar el nivel de exigencia de los entrenamientos a la capacidad de los jugadores.

Los entrenamientos y los ejercicios utilizados en ellos serán programados teniendo presentes los niveles condicional (físico), coordinativo (técnico) y cognitivo (táctico) de los jugadores, que en cada grupo serán diferentes, aun con jugadores de la misma edad. Deben evitarse tanto los ejercicios en los que la dificultad de la tarea sea muy baja (pueden utilizarse como calentamiento, como transición entre ejercicios de gran exigencia física o como parte final de una sesión, pero no como parte central de la misma), ya que además de no resultar motivantes para los jugadores no conseguiríamos con ellos ningún tipo de aprendizaje; como los ejercicios en los que la dificultad es tan grande que no puede haber mejora, pues si un jugador no llega a comprender lo que debe hacer ni por qué lo hace y no consigue llegar a ejecutar el ejercicio por su dificultad coordinativa, difícilmente podrá después realizar esto en la competición.

8.3INTEGRACIÓN DEL ENTRENAMIENTO (ALTERNANCIA)

Nos viene a decir que el trabajo demasiado orientado a un solo ámbito puede llegar a producir un desequilibrio para la formación del jugador y su posterior rendimiento. Esto es un hecho en muchos deportes en los que el número de horas dedicadas al entrenamiento son excesivas si no se enfocan de la manera adecuada. En el fútbol sala esto es difícil que ocurra, y menos en la categoría juvenil. Seguramente no habrá un sólo equipo juvenil que entrene más de 5 horas a la semana, por lo que es difícil que el desequilibrio del que nos habla este principio se produzca. Sin embargo, no queremos decir que no haya que tenerlo presente.

Es obvio que si disponemos a la semana de 3 horas de entrenamiento (y esto lo firmaríamos muchos entrenadores para nuestros equipos juveniles), no es cuestión de utilizar un tercio de este tiempo en hacer condición física, por poner un ejemplo. Si en este tiempo de que disponemos queremos trabajar la condición física, la técnica, la táctica, la estrategia y el ámbito afectivo, veremos que prácticamente no haremos nada en ninguno, y sin embargo, como ya hemos visto todos son importantes para el desarrollo completo del jugador.

La solución para respetar el principio de la integración del entrenamiento y trabajar todos los ámbitos es aglutinar el entrenamiento de forma que los jugadores desarrollen todos los ámbitos en su justa medida, pero dando prioridad al que en ese momento sea más importante.

Volvemos a un ejemplo, que es la forma más clara de plasmar los conceptos. Podemos trabajar al mismo tiempo la condición física y la técnica si hacemos un ejercicio en el que los jugadores tienen que conducir, pasar o tirar de forma precisa y lo hacen a un determinado ritmo, que imponemos nosotros. Si deseamos desarrollar la resistencia, el ritmo será reducido, pero constante; si deseamos desarrollar la velocidad, el ritmo será intenso y el trabajo a intervalos (con pausas entre una y otra repetición para que los jugadores se recuperen antes de comenzar de nuevo); si deseamos desarrollar la resistencia a la velocidad, el ritmo será intenso y el descanso entre un intervalo y otro será menor que en el caso anterior, etc. Veremos mejor este tipo de trabajo en el apartado de condición física.

No olvidemos también que si lo que queremos es entrenar la táctica también lo podemos hacer con la técnica y la condición física, dependiendo siempre del ritmo que demos al ejercicio. Si los jugadores están aprendiendo a hacer coberturas, no sólo habrá en este ejercicio un entrenamiento de este aspecto defensivo, los que hagan de atacantes tendrán que pasarse el balón o hacer uno contra uno, y en la capacidad de cada uno como entrenador quedará el que les exijamos que lo hagan bien y con el ritmo adecuado para que también les sirva como entrenamiento de aspectos ofensivos, técnicos y físicos.

8.4COMPROMISO

Es un aspecto importante a tener en cuenta para organizar al equipo y para alcanzar en sus componentes el sentimiento de grupo tan necesario a la hora de afrontar una o más temporadas de competición con sus respectivos entrenamientos.

Ya en este nivel hay que dejar claro a los jugadores que en el momento en que deciden incorporarse a un grupo han de comprometerse con la tarea que han asumido hacer, lo que en la mayoría de los casos les llevará también a identificarse con él. Gracias a este factor la marcha en los entrenamientos y en la competición será ideal, pues el objetivo será común y así se ayudarán y anima-rán más unos a otros.

El entrenador tiene mucho que decir para conseguir de los jugadores que están bajo sus órdenes una actitud positiva hacia todo lo que tenga que ver con el equipo. En su mano estará dar a conocer a los jugadores los objetivos que con ellos va a intentar alcanzar, informarles para que colaboren conscientemente en la tarea a desarrollar y sepan en todo momento lo que están haciendo, cómo lo están haciendo y para qué lo están haciendo. Sólo de esta forma se comprometerán y creerán que todo aquello que realizan en el entrenamiento lo hacen para mejorar. En esta parte es significativo el principio de la participación activa y consciente en el entrenamiento, enfocado para aumentar el grado de compromiso de los jugadores.

Este principio es también importante porque exige de los jugadores un grado de responsabilidad de cara a la asistencia a los entrenamientos y a los partidos. Deben entender que todos son importantes para el grupo, y que cada vez que uno falta a una sesión, y no digamos a un partido, todo el grupo se verá perjudicado por ello.

8.5CONTINUIDAD

Está muy relacionado con la necesidad de planificar a largo plazo y de mantener la carga de entrenamiento en el tiempo para conseguir la adaptación, pues nos dice que el entrenamiento es un proceso que necesita continuidad para producir algún tipo de efecto positivo.

El proceso de entrenamiento se basa en la acumulación del esfuerzo realizado una sesión tras otra, pero dentro de una determinada asiduidad. La frecuencia con la que se hagan las sesiones creará el hábito de entrenar en los jugadores en mayor o menor medida, dependiendo esto del número de sesiones realizadas por unidad de tiempo.

Así, si un juvenil de primer año llega a nuestro equipo, en el que hacemos tres entrenamientos a la semana, habiendo realizado uno toda su vida le será difícil adaptarse al ritmo de los demás compañeros, más que por la calidad que pueda tener por la falta de hábito.

Debemos tener presente que la continuidad en el entrenamiento contribuirá a la mejora de los jugadores en todos los ámbitos que inciden en el juego del fútbol sala y además creará en ellos el gusto por entrenar, preparándoles para cuando comiencen a realizar un entrenamiento sistemático en la categoría senior. Por esto debemos hacer entender a los jugadores que el fin del entrenamiento no es en esta edad la preparación del siguiente partido, sino su propia preparación para cuando tengan que competir de verdad, y por ello es necesario que acudan lo más asiduamente posible a cada una de las sesiones.

8.6ESPECIFICIDAD

Si analizamos este principio y el anterior podría parecer que se contradicen, pero en realidad no es así, más bien todo lo contrario. El principio de especificidad nos habla de que es necesario desarrollar unas determinadas características en cada deporte en concreto. Estas características serán particulares y diferenciarán a unos deportes de otros. Por tanto, para mejorar en nuestro deporte tendremos que desarrollar los aspectos del mismo que le hacen ser diferente. En fútbol sala serán la habilidad en el manejo del balón con las partes que permite el reglamento, la capacidad de colocación en un punto concreto de la cancha, en referencia a dónde se encuentren el balón y los demás jugadores, la explosividad en los movimientos, la capacidad de anticipar las acciones del juego y el grado de desarrollo de la atención selectiva, que permitirá diferenciar qué acción motriz de todas las posibles es la más apropiada en cada momento.

Éste es un principio que cobra mayor importancia conforme el jugador está más formado y lleva practicando el mismo deporte durante más tiempo. Pero aunque estamos aún en una etapa de formación, no debemos olvidar que es la última, por lo que el grado de especificidad se elevará respecto a la etapa anterior, tratando de adaptar al jugador al deporte que ha elegido y que en adelante va a practicar.

El problema puede surgir si buscamos conseguir resultados con el trabajo específico cuando los jugadores no están preparados para ello, porque no han completado totalmente su desarrollo corporal o mental. Entonces se pueden llegar a producir desequilibrios, por ejemplo musculares en el ámbito físico, que más adelante podrán acarrear lesiones o desajustes en el esquema motor de algún jugador por no haber llegado a desarrollarlo totalmente, como nos dicen Platonov (1988) o García Manso, Navarro y Ruiz (1996).

Vemos pues que la especificidad del trabajo en el fútbol sala es algo que se debe intentar conseguir, pero en su justa medida. Este principio se basa en los de multilateralidad, adaptación, continuidad, progresión, adecuación y variedad y tiene mucho que ver con el grado de especialización, del capítulo 5.

8.7INDIVIDUALIDAD

Propone que, al ser todas las personas diferentes, el entrenamiento debe adaptarse a las características de cada una en concreto. Más bien está orientado a los deportistas de alta competición, pero hemos de tenerlo presente ya en nuestra categoría.

Es verdad que la base es la misma para todos. Todos los jugadores tienen que aprender a pasar el balón, a moverse, etc., y las reglas están hechas para todos. Pero conforme se deja un poco de lado la preparación general y la especialización empieza a aparecer, y hemos visto que en la categoría juvenil es importante ya buscarla, no todos los jugadores, aun los de parecidas características, evolucionan de la misma manera.

La individualidad del sujeto es la que hace a cada uno decantarse por una demarcación u otra, y esta individualidad es la que hemos de tener presente ya en los entrenamientos para ir mejorando los puntos débiles de cada jugador, así como reforzando los fuertes. Con todos hemos de trabajar los aspectos generales del juego; pero para corregir los pequeños fallos de cada uno, la modificación de reglas de forma individual y nuestra labor psicoafectiva como entrenadores son las mejores armas con las que contamos para hacer que ellos mismos sean conscientes de sus propios defectos y que sean capaces de corregirlos. No olvidemos que para que pueda existir aprendizaje es imprescindible primero que haya conciencia de aquello que se hace mal; después ya vendrá la voluntad por mejorar y el trabajo para conseguirlo. Dedicaremos un capítulo más adelante a este punto para dejarlo del todo claro.

8.8INTERRELACIÓN

Este aspecto afecta a la dinámica del grupo. Las relaciones entre los miembros del grupo son tan importantes para la buena marcha de éste como otras facetas del entrenamiento, pero por desgracia muchas veces se dejan de lado privilegiando esos otros aspectos más tangibles y más fáciles de controlar.

Este factor está íntimamente ligado al de compromiso, pues es clave en el buen acoplamiento de todo equipo que practique un deporte colectivo. El trabajo de estos dos factores permitirá el desarrollo y afianzamiento de la personalidad de los jugadores, mejorando su autoestima y dotándoles del convencimiento de que la cooperación con los demás compañeros propiciará un juego colectivo positivo que aumentará sus posibilidades de rendir óptimamente.

Así mismo, por mediación de la interrelación intentaremos crear un ambiente de colaboración entre los jugadores, haciéndoles entender que sólo con la ayuda de todos podremos llevar adelante el objetivo prefijado. Es imprescindible ya a esta edad que los jugadores abandonen la idea del juego individual, para sumergirse en el pensamiento y el sentimiento colectivos.

8.9MULTILATERALIDAD

Este principio propone que en el entrenamiento se trabajen todos los componentes que influyen en que el jugador sea completo, sin dedicar excesiva atención a ninguno de ellos, lo que podría provocar abandonar el entrenamiento en otras facetas quizá menos importantes a priori, pero a la larga básicas en la formación del jugador.

El peligro que puede acarrear no contar con este principio es el de caer en la búsqueda de una excesiva especificidad para la que el jugador quizá no esté aún preparado. No es bueno orientar todo el tiempo de los entrenamientos a desarrollar un solo ámbito, aunque éste sea el estratégico, que en teoría es el que engloba a todos los demás. Esto puede hacer que los jugadores “olviden” la importancia de los otros ámbitos, como puede ocurrir cuando un jugador está más pendiente de hacer el movimiento que le hemos explicado que de pasar bien el balón antes de hacerlo, con lo cual aunque realice bien el gesto táctico no servirá de nada si antes ha perdido el balón. Problemas así le pueden llevar a adquirir comportamientos demasiado estereotipados, demasiado rígidos, por no tener desarrolladas todas las capacidades que intervienen en el deporte practicado al no haber alcanzado todavía la maduración en ninguno de estos ámbitos.

Este principio se basa en que cada nuevo aprendizaje se apoya en un aprendizaje asimilado anteriormente, y ésta es una realidad en la formación de un jugador que siempre debemos tener presente. Es innegable que para que un jugador pueda defender en bloque, coordinado con sus otros compañeros, antes debe aprender a hacerlo sólo para conocer las bases de la defensa. Una vez conseguido esto podrá aprender a defender junto a los demás, con el grupo, pero sin dejar jamás de tener en la cabeza las premisas que le dictan cómo se hace la defensa individual. Un ejemplo claro del error del que hablamos muchas veces lo tenemos cuando vemos que un jugador está excesivamente atento en ayudar al compañero que marca al poseedor del balón, tan atento que en ocasiones olvida a su propio par, con el peligro que esto puede acarrear. Quizá cuando veamos que se da esta situación debamos utilizar en el entrenamiento algún ejercicio en el que se realice la defensa hombre a hombre y después incidir en el grado de responsabilidad que cada uno debe asumir al hacer la defensa en bloque.

8.10PROGRESIÓN

Se basa en la relación existente entre la carga de entrenamiento y la adaptación que la asimilación de esa carga produce en el jugador. La razón de ser del progreso en la cantidad o en la cualidad del trabajo a realizar es obligar al jugador a mejorar para poder adaptarse a la dificultad creciente de los problemas que se le plantean.

Es un hecho que nuestros jugadores no aprenderán lo mismo si les proponemos unas tareas tan simples que no les exigen esfuerzo que si deben hacer ejercicios complicados que les obliguen a esforzarse para conseguir realizarlos. Por esto la dificultad de los ejercicios propuestos ha de ser progresiva y siempre adaptada a la capacidad que en ese momento tengan nuestros jugadores. Si vemos que realizar un ejercicio que un año antes les motivaba ahora no lo hace, debemos cambiarlo aumentando su dificultad para conseguir que les vuelva a motivar, pues al resultarles difícil de resolver se implicarán más en el entrenamiento tratando de resolver la situación que les hemos planteado. Esto es respetar el principio de la progresión. Veamos un ejemplo de la progresión llevada a diferentes niveles de rendimiento en el pase en carrera y la finalización con un ejercicio que comienza en un área y termina en la otra.

1.Benjamín. Con un equipo en categoría benjamín podrá resultar adecuado realizar un ejercicio de dos contra el portero en carrera, con el número de toques y de pases libre.

2.Este mismo ejercicio con alevines será interesante si reducimos el número de toques a dos, dejando siempre el número de pases libre.

3.Ya en infantiles, si queremos que mejoren la precisión del pase y la atención selectiva para mirar por dónde van a pasar antes de que el balón llegue a su posición, el ejercicio será a un toque.

4.Para conseguir el mismo objetivo en categorías superiores, la dificultad aumentará introduciendo un defensor que ayudará al portero, pudiendo jugar, con equipos infantiles que tengan ya una cierta competencia o con cadetes, tres atacantes contra el defensa y el portero y pudiendo dar dos toques cada jugador.

5.Para continuar con la progresión, dejaremos un sólo toque, reduciendo si es necesario el número de pases posibles antes de tirar a puerta.

6.En categoría senior o con juveniles de buen nivel adaptaremos el ejercicio a una situación de contraataque (dejando pocos pases y con un solo toque cada vez) o para practicar el movimiento de apoyo al compañero con balón (con cuatro atacantes contra dos defensas y el portero, pudiendo dar un toque pero con un número ilimitado de pases).

Como hemos visto el principio de progresión ha de adaptarse a los jugadores que tenemos, y más que a su edad o categoría en la que juegan a su nivel de competencia, pues ejercicios que pueden ir bien para un equipo de juveniles no se podrían utilizar con otro, aunque quizá sí con uno de cadetes de buena calidad.

8.11SOBRECARGA

Este princpio está íntimamente relacionado con el de adaptación, pues se basa en la cantidad y calidad de trabajo realizado para conseguir que el jugador se adapte al nivel del ámbito que estemos tratando.

En general es un principio que se usa en el ámbito condicional para desarrollar la capacidad física de los jugadores, pero igualmente podremos servirnos de él para el desarrollo de los ámbitos coordinativo (técnica) y cognitivo (táctico y estratégico).

La razón de ser del entrenamiento es conseguir aumentar el rendimiento de los jugadores, para lo cual se intentará estimular la capacidad en la que estemos interesados; ésta es la finalidad de la sobrecarga. Si al entrenar nos limitamos a dejar que los jugadores hagan sólo lo que saben hacer, jamás podrán mejorar; para eso, y sólo en la categoría senior, están los partidos, no los entrenamientos. Sólo con propuestas que les exijan algún tipo de esfuerzo “extra” se podrá conseguir la adaptación a ese aspecto que estamos entrenando y que queremos mejorar. Después tendremos que calibrar si ese esfuerzo que les exigimos entra dentro de su capacidad para superarlo o no. Si es así, la sobrecarga dará sus frutos; pero si esta sobrecarga queda por encima del umbral al que los jugadores pueden llegar, sólo conseguiremos frustración y desilusión, o si queda por debajo aburrimiento y apatía.

Un ejemplo de la utilización de la sobrecarga para mejorar la técnica y la táctica individual es el uso del juego a dos toques con más jugadores de los que hay en el juego real (6 x 6); ya Zego, en los primeros años del Caja Toledo en la División de Honor, a inicios de los años noventa, lo utilizaba con excelentes resultados. De esta forma el jugador debe mejorar el pase en el transcurso del juego y el movimiento sin balón para ayudar al compañero que lo tiene, así como la capacidad de decisión al tener él el balón, pues sólo tendrá dos oportunidades cada vez para pasarlo bien y no perderlo. Si vemos que los jugadores son capaces de mover el balón y de dar un determinado número de pases sin perderlo, estaremos utilizando un ejercicio en el que vamos a conseguir la mejora deseada. Pero si por el contrario observamos que los jugadores no llegan a pasar el balón más de dos o tres veces antes de perderlo, y que esto es general a todos, habremos de cambiar alguna regla porque el ejercicio será demasiado difícil para ellos y no vamos a conseguir la adaptación perseguida. Podremos optar por dejar tres toques al equipo que más problemas tenga o a los dos, si son ambos los que los tienen.

Acabamos de ver una idea de lo que es este principio, de lo que persigue. Para conseguir la adaptación de la que ya hemos hablado es necesario obligar a los jugadores a pensar, a esforzarse. Sólo así mejorarán con el tiempo y la práctica, y, poco a poco, veremos en los partidos los frutos de este trabajo.

8.12TRANSFERENCIA

Está relacionado con los principios de adaptación, progresión, variedad, individualidad, adecuación y especificidad.

Nos dice que es necesario utilizar ejercicios que simulen todo lo posible la realidad de la competición, pero de una forma más concreta para mejorar el componente tratado y poder controlar mejor esa mejora. Sólo así habrá transferencia de lo practicado en el entrenamiento a lo realizado en el juego real.

Los ejercicios estarán basados en situaciones factibles para los jugadores, pero no servirán de nada si después éstos no son capaces de transmitir lo que han aprendido a la hora de jugar. Si esto sucede, los entrenamientos no habrán servido para nada, por lo que habremos estado perdiendo el tiempo. De ahí viene la necesidad de utilizar ejercicios reales, es decir, cercanos a situaciones que se den en verdad en el juego.

Es necesario conocer la capacidad de nuestros jugadores a la hora de preparar para ellos ejercicios en los que pueda haber transferencia al juego real, pues dependiendo del nivel que tengan les serán útiles o no. Así, un ejercicio cuyo objetivo es aprender a hacer la cobertura al compañero que está defendiendo al atacante que tiene el balón puede ser adecuado dependiendo de la dificultad que tenga este ejercicio con respecto a la capacidad de los jugadores para entenderlo y poder después aplicarlo.

Hay situaciones tan rápidas en el juego que es difícil para el jugador “ver” en el momento justo lo que debe hacer para resolverlas adecuadamente. En nuestro caso la necesidad de hacer la cobertura siempre existe, pero en algunas situaciones los jugadores no la harán, simplemente porque no se han dado cuenta de que debían haberla hecho. Si yo propongo un ejercicio de cobertura simple aislado de la práctica real y quienes los ejecutan son jugadores juveniles de un nivel avanzado, estaré perdiendo el tiempo, pues no conseguiré la mejora que busco. Pero si con estos mismos jugadores realizo un ejercicio de cobertura para un nivel de División de Honor, es posible que muchos de ellos tampoco sean capaces de aprender lo que yo quiero, y mucho menos de aplicarlo después en el juego. Vemos que ejercicios de aspectos que es necesario mejorar pueden llegar a carecer de interés para los jugadores, ya sea por su simpleza o por su excesiva dificultad.

En la figura 1 tenemos un movimiento simple de cobertura, en el que el defensor del centro acude a ayudar a un compañero que ha sido regateado hacia su posición. De una dificultad parecida sería la ayuda del cierre si el regate es por la banda (como sucede en el movimiento del cierre de la figura 2). Decimos que se trata de un movimiento sencillo porque es relativamente fácil percatarse en el juego de que el compañero necesita la ayuda, y esto es porque el compañero es desbordado hacia la zona en la que está situado el jugador que le ayuda, que por lo tanto debe acudir a esa posición.

Vemos en la figura 1 que el defensor adelantado retrocede un poco (tiempo 1) a la vez que comienza el movimiento el atacante; de esta forma se coloca en la línea del balón y cuando se produce el regate (tiempo 2) está en disposición de acudir a la ayuda. Si desde un primer momento no hubiera hecho este movimiento de acompañar la jugada, no habría llegado a tiempo de hacer la ayuda.


Figura 1

En la figura 2 podemos observar un movimiento más complicado por parte no del cierre, que se ve afectado directamente en la jugada, como hemos comentado ya en el segundo supuesto de la figura 1, sino del defensor del lado opuesto. Éste, en un principio, no tiene responsabilidad ninguna en la jugada, ya que ésta viene del otro lado, pero la debe asumir en el momento en que el cierre abandona el centro para acudir a la ayuda (tiempo 2). En ese momento el defensor del lado opuesto debe desplazarse a la posición en la que estaba el cierre para marcar al pivote, abandonando a su oponente directo al no intervenir éste en la jugada (tiempo 2). Decimos que este movimiento de la figura 2 es más complejo porque el jugador debe intervenir en una zona de la cancha de la que en principio no es responsable al no estar el balón allí.


Figura 2

El movimiento del cierre al salir de su posición y acudir a la ayuda en la banda debe ser cerrando la línea de pase entre su par y el atacante. Al mismo tiempo, el lateral del lado contrario corre a marcar al pivote que el cierre ha dejado libre, mientras el adelantado debería acercarse por el centro, cerrando así el posible pase en diagonal al lado contrario o el regate hacia el centro del atacante.

En la figura 3 el movimiento realizado por el jugador que hace la cobertura es sutil y muy difícil de ejecutar, sobre todo en el momento justo, pues abandona la marca de su oponente cuando éste tiene el balón, lo cual exige una gran visión del juego con anticipación y un elevado desarrollo de la atención. Si en esta situación el jugador presionara al portador del balón, también él sería seguramente desbordado, con el grave peligro de gol que esto supondría para su equipo al ser él el segundo jugador en quedar detrás del balón.

Lo que el cierre hace para solucionar la momentánea inferioridad numérica de su equipo es interponerse en la línea que une al poseedor del balón con el que corre por el centro, y esto lo empieza a hacer en el tiempo 1, que es cuando se produce el primer pase y su compañero es desbordado en velocidad, de forma que si en el tiempo 2 hay intento de pared por parte del que era su par podrá interceptar el balón, o si éste controla y conduce por la banda estará también en condiciones de llegar a esa posición.

Éste es un movimiento de cobertura complicado de aprender, pues exige dominar conceptos del juego que en edad juvenil muy pocos jugadores tienen desarrollados; lo veremos más detenidamente en el punto dedicado a la cobertura (12.4.10.) Por tanto, si intentamos enseñar este tipo de cobertura a nuestros jugadores, probablemente jamás consigamos de ellos la transferencia que les permita aplicar este movimiento a la hora de competir. Será necesario conocer su capacidad para saber qué ejercicios pueden servirles para progresar y cuáles les entorpecerán en su aprendizaje.


Figura 3

Con estos ejemplos vemos que los mejores ejercicios no siempre son los más específicos. Los mejores ejercicios son los más adecuados, es decir, los que pro-ducen mayor transferencia y adaptación en los jugadores en su etapa determinada de desarrollo; ésos serán los que debamos utilizar siempre que queramos mejorar.

8.13VARIEDAD

Es un principio enfocado al entrenamiento. Nos dice que para conseguir un objetivo prefijado en la planificación el trabajo se basará en la variedad de los ejercicios utilizados. Esto nos lo confirman la mayoría de los autores consultados, como Bayer (1992) o Sánchez y Ruiz (1997). Estos últimos nos proponen:

“De ahí que sugiramos que los entrenamientos estén cargados de variación que incite a hacer lo mismo pero de todas las maneras posibles y cada nueva propuesta será concebida por el deportista como un nuevo reto.”.

La idea, por tanto, no es buscar un objetivo diferente cada vez que proponemos un ejercicio, sino tratar de conseguir el objetivo deseado por medio de estrategias diferentes. De esta forma dotaremos a los jugadores de una mayor gama de recursos ante las posibles variaciones del juego al tiempo que haremos los entrenamientos más amenos.

Ya hemos hablado de que el fin del entrenamiento es conseguir adaptación en el jugador sobre lo que entrenamos, pero sobre el objetivo, no sobre el ejercicio en concreto que utilizamos para conseguir ese objetivo. Alcanzaremos mejor la adaptación que perseguimos si utilizamos varios ejercicios con los que podamos cumplir el objetivo que si usamos uno solo.

Si queremos mejorar el contraataque de nuestro equipo pero siempre utilizamos el mismo ejercicio para entrenarlo y para hacer que los jugadores mejoren en esa faceta del juego, su aprendizaje será más pobre que si usamos una variedad mayor de ejercicios.

Hemos de tener también en cuenta que los ejercicios nunca son del todo completos, y que sólo el juego lo es; pero el juego es tan complejo que muchas veces se nos escapa, resultando la mayoría de las veces muy difícil controlar todas sus posibles variaciones. Trasladamos aquí las palabras de Jesús Candelas, conocido entrenador de nuestro deporte a nivel de alta competición:

“El juego es tan rico que siempre va por delante de nosotros.”

Con esto queremos decir que con los ejercicios podemos acotar situaciones, cosa que con el juego real no podemos hacer; pero también que si el jugador es capaz de “leer” las situaciones que la competición le plantea, siempre será mejor hacerle ejercitarse con él que con cualquier ejercicio. Por tanto nos quedan sólo dos opciones, utilizar el juego como entrenamiento o ejercicios adaptados para mejorar esta faceta de la competición. Si optamos por la primera opción para enseñar a realizar el contraataque, acertaremos en que en verdad será muy “real”, pero fallaremos en que no seremos sistemáticos, no podremos elegir la situación de contra que queramos ni el momento de realizarla. Si en cambio elegimos la segunda opción, podremos incidir en estos puntos; pero utilizando un sólo ejercicio es difícil que podamos abarcar toda la riqueza de posibilidades que el contraataque tiene, ya que éste depende del número de jugadores que atacan, del número que defienden y de la situación de todos ellos. Está claro que no es lo mismo una superioridad momentánea de tres contra dos que de cuatro contra uno, ni que ésta comience en el centro de la cancha o en el área contraria. Ésta es una de las razones por las que los ejercicios deben ser variados. Si en el entrenamiento propusiéramos siempre un ejercicio de tres contra dos, los jugadores llegarían a especializarse en este tipo de contraataque, tanto para atacarlo como para defenderlo; pero si en un partido se vieran en una situación de contra diferente en número de participantes o en su orientación en la cancha, quizá no sabrían cómo proceder.

Con la variedad de nuestras propuestas en los entrenamientos conseguiremos dotar de una mayor riqueza en la capacidad de la respuesta que los jugadores podrán dar a una situación parecida en el transcurso de un partido, y además nos acercaremos más a la realidad de nuestro deporte.

Entrenamiento de base en el fútbol sala

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