Читать книгу Entrenamiento de base en el fútbol sala - Jesús Velasco Tejada - Страница 8

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OBJETIVO

Se trata de aprovechar la gran capacidad condicional, de aprendizaje y de ilusión que los jugadores tienen entre los 16 y los 18 años (edad en categoría juvenil) para trabajar con la intención de que adquieran una gama de recursos mentales, técnicos y tácticos que fundamente su juego de conjunto y les dote del sentido colectivo necesario para llegar a hacerse “jugadores de equipo”, aspecto vital a la hora de poder desenvolverse de forma óptima a corto y/o medio plazo en la alta competición de nuestro deporte. Veamos gráficamente los pasos a seguir para conseguir este objetivo.


Como vemos, la motivación es la base de todo el proceso, pues sin ella será difícil que la mejora física, técnica, táctica o estratégica se produzca. Sobre ese primer pilar, que desde el comienzo de la práctica tienen todos los jugadores pero que poco a poco a veces se va debilitando, podremos ir apoyando los demás, tratando siempre de que con el paso del tiempo esa motivación no se reduzca. Así pasaremos de la mentalidad individual que todos los jugadores tienen al principio a una mentalidad grupal, y ésta dará paso a la competencia actitudinal suficiente que permita al jugador adquirir el sentido colectivo, paso previo e imprescindible para alcanzar el objetivo final. Paralelamente, el entrenamiento de la técnica, la condición física, la táctica individual y después la táctica colectiva dotarán al jugador de la competencia motriz que permitirá la adaptación al juego de conjunto y la actuación en función de él; sólo así se construirá un jugador de equipo. Alcanzar el objetivo final no es simple, ni seguramente se puede conseguir en un período tan corto como el que estamos tratando, por eso vemos esta etapa como la culminación de un proceso de formación que permita a los jugadores de 18 años tener un bagaje mental y de juego suficiente para poder adaptarse en la edad adulta a las necesidades de un deporte colectivo como el fútbol sala.

1.1LOS FUNDAMENTOS

Entendemos como fundamentos del juego aquellos aspectos del mismo que es imprescindible dominar para poder practicar de forma adecuada.

Cualquiera de nosotros que haya dedicado tiempo a entrenar algún equipo, de la categoría y el nivel que sea, habrá podido comprobar lo complicado que es muchas veces organizar adecuadamente a los jugadores en la cancha, y al decir organizar nos referimos a tratar de conseguir que todos jueguen a lo mismo, que actúen conforme a un plan preestablecido por nosotros. Esta dificultad viene dada por las carencias que los jugadores tienen en dos aspectos vitales a la hora de conseguir una práctica eficaz en el fútbol sala. La falta de fundamentos técnico-tácticos individuales y de capacidad táctica colectiva con la que los jugadores llegan a la edad adulta es un problema incluso en los equipos de elite de nuestro país. No es extraño que se abandonen planificaciones de trabajo estratégico orientado a afianzar los sistemas de juego a emplear durante la competición para dedicar gran parte de esas horas de entrenamiento a practicar gestos técnico-tácticos aparentemente sencillos que dichos jugadores de elite ya deberían comprender y saber ejecutar. Y esto no sucede sólo con el trabajo táctico; a nivel técnico no es fácil encontrar jugadores, aun en los equipos de mayor entidad, que sepan dar bien un pase en paralelo con la pierna de peor ejecución o recortar adecuadamente con dicha pierna.

El conocimiento de la existencia de estas carencias técnicas y tácticas nos lleva a orientar nuestro objetivo en busca de dotar a los futuros jugadores de alta competición de la llamada competencia motriz, que no es otra cosa que el perfeccionamiento en todos los ámbitos que intervienen en el juego. L. H. Ripoll (1982) nos lo explica de forma clara al insistir en que el entrenamiento no sólo consiste en que los atletas automaticen mecánicamente al máximo sus gestos técnicos, sino que deben ser capaces de adaptarlos y adaptarse a las perturbaciones que la situación deportiva les puede imponer. Este concepto de la adaptación a las situaciones del juego debe tenerse como primordial, pues dentro de los estudios que todos los autores consultados han hecho sobre cualquier deporte colectivo aparece como la base sobre la que fundamentar la enseñanza del movimiento táctico del jugador. Así, Bayer (1992) nos muestra la opinión que algún autor (Maurice Merlau-Ponty) tenía sobre el aprendizaje ya en 1942, al decir que:

“Aprender nunca es llegar a ser capaz de repetir el mismo gesto, sino dar a la situación una respuesta adaptada por diferentes medios.”.

Contando con estas opiniones, que como vemos se basan en el principio de la adaptación, nuestro trabajo no sólo ha de ir encaminado a dotar al jugador de una buena ejecución, sino también de una percepción adecuada de cada acción del juego y de la elección correcta de la ejecución que va a realizar, y esto exclusivamente teniendo en cuenta el aspecto físico de la competición. Además es necesario tener presente, como ya hemos comentado, la difícil edad en la que los jugadores están, con posibles problemas de autoestima, de ansiedad ante determinadas situaciones o de inseguridad en sí mismos que, sin duda, pueden influir en su rendimiento y que vienen acarreados en su mayor parte por la aún incompleta formación de su personalidad. La base para solucionar unos y otros está en la motivación, que nos permitirá hacerles trabajar y mejorar sin que ni siquiera se den cuenta de que lo están haciendo.

1.2LA ETAPA JUVENIL, ÚLTIMA ETAPA DE PREPARACIÓN

Comparando nuestra intención con la realidad, el objetivo de esta empresa parece inalcanzable, máxime si se analiza la práctica de los jugadores de edad juvenil en los campeonatos nacionales. Y esto no sucede en general por falta de material, porque jugadores con cualidades para llegar a la elite hay en todas nuestras ciudades. El principal problema radica en que los entrenadores no enfocamos como es debido nuestro trabajo hacia el que debe ser el objetivo primordial de la etapa juvenil y de todas las etapas anteriores, que no es otro que la formación de estos jugadores. Si en verdad intentamos ayudar a nuestros juveniles no a rendir más en el momento, sino a afianzar en ellos los fundamentos del fútbol sala como deporte colectivo, sin duda contribuiremos a la mejora de su futuro rendimiento, que es lo importante, posibilitando en breve el aumento del nivel competitivo de los equipos de categoría senior a los que pertenecen.

Es necesario tener en cuenta que todo este trabajo, si se ha realizado a largo plazo desde los primeros años de competición, comenzará a dar sus frutos precisamente en esta categoría, y no en todos los casos. Por esto, el hecho de quemar etapas nos puede llevar a ganar partidos, pero no a formar al futuro jugador de la mejor manera posible. Dar prioridad a aspectos importantísimos a desarrollar en este período, como pueden ser el compañerismo o el sentimiento de pertenencia a un grupo para colaborar en su buena marcha y no para servirse de él buscando el propio beneficio, podrá llevar a perder algún partido, pero a la larga los jugadores entenderán la verdadera filosofía de lo que es un deporte colectivo, aspecto primordial en la relación entre compañeros cuando el jugador comienza a competir con un equipo de elite y debe convivir con otros jugadores en busca de un objetivo común. Un claro ejemplo lo tenemos en los graves problemas de adaptación que muchos juveniles tienen cuando entran en las plantillas de equipos de primer nivel, pues suelen ser jugadores habituados a jugar muchos minutos y no aceptan de buen grado tener que ver los partidos desde el banquillo, optando muchos de ellos por abandonar la disciplina de esos equipos y perdiendo la oportunidad de aprender mucho gracias a la virtud, que también es entrenable, de la paciencia, que por desgracia en la mayoría de los casos no les enseñaron sus respectivos entrenadores.

Vemos pues que el objetivo principal, aún en esta etapa, debe ser la preparación de los jugadores para la siguiente, pues esta preparación servirá en la mayoría de los casos para mejorar su futuro rendimiento. La mejora perseguida se traducirá, con la maduración de estos jugadores, en un aumento de la calidad de la competición a nivel nacional al entrar en el sistema nuevos elementos con mejores herramientas para dominar el juego.

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