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DOC LUTHER
ОглавлениеSin hacer ruido, probó de abrir la puerta del dormitorio de Lila y vio que estaba cerrada; a continuación fue a su propio dormitorio, cuya puerta dejó abierta para poder oír cualquier posible movimiento de Lila, y abrió el maletín.
Sacó las pólizas de seguro, las repasó un segundo y se las metió en el bolsillo interior de la chaqueta. Mañana haría que las guardaran en la cámara acorazada del banco.
Volvió a introducir la mano en el maletín y sacó otros papeles. Los estudió, con el ceño fruncido, con casi tanta desgana como la que le producían las pólizas de seguro. Con un gruñido de irritación, los barajó, hasta establecer una suerte de orden cronológico, y se puso a leer:
PENITENCIARÍA ESTATAL DE SANDSTONE
Clínica Psicológica Luther
Capital Street, esquina con Lee Street
Capital City
Estimados señores:
Esta es una petición de empleo bastante inusual. Espero que la lean hasta el final y la consideren con seriedad.
Tengo treinta y tres años de edad, me gradué en el instituto y, por medio de la lectura y el estudio, tengo unos conocimientos equivalentes a los que hubiera obtenido estudiando dos años en la universidad. Mido 1,80 y peso 77 kilos. A pesar de diversas dificultades, he logrado mantenerme en buena forma física. No estoy familiarizado con su negocio y no sé qué tipo de empleo pueden tener disponible. Pero estaría encantado de aceptar cualquier clase de trabajo —en este estado—, por el salario que a ustedes les parezca bien.
Los últimos quince años los he pasado como recluso en este centro, cumpliendo una condena de entre diez años y cadena perpetua por atraco a mano armada. El crimen que cometí no puede ser tomado a la ligera, y no es así como me lo tomo. Pero, con toda humildad, no veo qué consecuencias positivas puede tener la prolongación de mi estancia aquí.
Hace unos cinco años me fue otorgado el derecho a pedir la libertad condicional. Por desgracia, mis padres habían muerto y el único miembro de mi familia que me quedaba, una hermana casada, no estaba y no está en disposición de responsabilizarse de mí. Y, por supuesto, en el momento de ser condenado era demasiado joven para haber establecido alguna relación de tipo profesional o comercial. Como sin duda saben, un preso no puede salir en libertad condicional si no tiene un empleo en el exterior; el recluso está obligado a acreditar su capacidad para ganarse la vida. Les pido que me ayuden a hacerlo.
¿Serían ustedes tan amables de responder a esta misiva? Aunque, pensándolo mejor ¿estarían sencillamente dispuestos a dirigirse a la Comisión de la Libertad Condicional en relación con mi caso, en la forma que suele ser habitual cuando una persona o institución se interesa por un recluso? La comisión está en disposición de responder a todo cuanto quieran saber sobre mí, lo que serviría para aclarar todo posible malentendido derivado del hecho de que me haya decidido a escribirles.
Muy atentamente,
Patrick M. Cosgrove (n.º 11.587)
Bibliotecario, Penitenciaría Estatal de Sandstone
Sandstone...
Luther creía estar acostumbrado a las aberraciones. Pero con Sandstone era imposible no escandalizarse. Sandstone no era una cárcel. Era una casa de locos en la que quien estaba loco era el director, y no los inquilinos. En Sandstone tan solo había una forma de sobrevivir: llegar a ser más duro y más retorcido que el propio director. Si lo hacías —si conseguías caerle en gracia al hombre con los ojos extraordinariamente brillantes y la risa impredecible—, no solo sobrevivías, sino que lo hacías con relativa comodidad.
Pero no podías bajar la guardia en ningún momento. Podías terminar por cansarte del juego, pero aquel hombre no se cansaba jamás. Y cuando te cansabas o empezabas a descuidarte en el juego...
PENITENCIARÍA ESTATAL DE SANDSTONE
Oficina del director
Dr. Roland Luther
Capital Street, esquina con Lee Street
Capital City
En referencia a: Pat Airplane Red Cosgrove
Querido Doc:
Es estupendo saber de ti y ojalá pudiera estar contigo en la gran ciudaz. Siempre digo que eres el perfecto hanfitrión que hace lo posible para que un amigo se divierta y que lo pasemos en grande la última vez que nos vimos con los amigos. Pero bueno, al leer tu carta me han entrado ganas de ir a la celda de ese hijo de p. y darle lo suyo. Pero como me pides que lo deje en paz, pues vale, lo que tu digas, y la verdaz es que la cosa tiene su gracia. Ya conoces al Jefe, mi secretario. Bueno, pues yo sé que el Jefe es el que te ha enviado esa carta de Cosgrove y seguramente ha estado enviando cien cartas suyas más. Pero es complicado conseguir que lo reconozcan. Me digo que podríamos ahorcarlos a los dos y seguirían sin reconocerlo. Y, bueno, yo admiro a los que son leales y no se van de la lengua, y sé que a ti te pasa igual. Así que arréglalo todo como mejor te parezca, pero eso sí, dime como vas a hacerlo, para que pueda seguirte la corriente en lo que pueda. Avisame por teléfono cuando vayas a venir. Y, bueno, ahora te dejo, pues estoy escribiendo esto yo mismo en lugar de ese hijo de p. del Jefe. ¡Vamos a darles una sorpresa de campeonato!
Tu s. servidor,
Yancey Fish
P. D.: Doc, ya sabes qe está prohibido entrar botellas de whisky en la cárcel, así que como te pille con una caja o dos, voy a tener qe confiscarlas. ¡Ja, ja, ja!
Y. F.
Bueno, Fish no los había ahorcado, pero sí que les había amenazado con todo lo demás; aunque cada uno de aquellos dos hombres había aguantado el chaparrón a su manera, los resultados habían sido idénticos en ambos casos.
El Jefe, indio puro y condenado a tres cadenas perpetuas, se había limitado a sonreír con insolencia y a responder con evasivas. Cosgrove, un pelirrojo de ojos azules, había hablado mucho: con cortesía, no sin humor, puntilloso en expresarse con corrección... pero sin decir nada. No iba a delatar al Jefe, el hombre que estaba claro que lo había ayudado. Ninguna amenaza ni ningún soborno iba a hacerle cambiar de idea.
A Luther le inquietaba un poco la evidente inteligencia de Cosgrove. Aun así, en todos los demás aspectos, Cosgrove se ajustaba a cuanto él necesitaba. Y Luther no pensaba darle la menor ocasión para que pudiera aplicar esa inteligencia suya.
OFICINA DEL GOBERNADOR
A la atención de Yancey L. Fish
Director de la Penitenciaría Estatal de Sandstone
Saludos cordiales:
Considerando que tiene usted bajo su custodia al señor Patrick M. Cosgrove;
Considerando que el susodicho Patrick M. Cosgrove ha cumplido quince años de condena y que asimismo cumple los requisitos necesarios para que su caso sea considerado por la Junta de Concesión de Libertad Condicional;
Considerando que el señor Roland T. Luther, doctor en Medicina y ciudadano con buena reputación, ha ofrecido empleo al susodicho Patrick M. Cosgrove durante dos años a contar desde la fecha de este documento; y que el susodicho doctor Roland T. Luther se ha ofrecido a ayudar por todos los medios al susodicho Patrick M. Cosgrove a llevar una existencia de conformidad con las leyes del país;
En consecuencia dispongo que Patrick M. Cosgrove a partir de la fecha de hoy quede en libertad condicional bajo la custodia del doctor Roland T. Luther durante un período de dos años, o hasta y/o en caso que sea necesario el reingreso del susodicho Patrick M. Cosgrove en su actual centro de detención.
Asimismo, dispongo que, en caso de finalización satisfactoria del mencionado período de libertad condicional, el susodicho Patrick M. Cosgrove vuelva a ser considerado un ciudadano con todos los derechos y privilegios subsiguientes.
FIRMADO Y SELLADO:
Louis Clements Clay
Gobernador del estado, presidente de la Junta de Concesión de Libertad Condicional
Bueno, ahí lo tenía: el principio y el final de todo. Y ahora que había revisado todo, documento a documento, Luther no terminaba de librarse de la idea de que la jugada era tan estúpida como peligrosa. Si Hardesty no hubiera estado completamente seguro de que iba a funcionar... Pero Hardesty estaba completamente seguro. Tenía clarísimo que, bajo las circunstancias que estaban creando, las compañías de seguros iban a tener que pagar, y pagar con rapidez. Era la opinión profesional de Hardesty como abogado, y Hardesty hasta la fecha nunca se había equivocado en lo referente a una cuestión legal.
Y bueno —Luther suspiró y empezó a desvestirse—, la cosa ya estaba hecha. Hubiera preferido que Cosgrove no fuese una persona que suscitara tantas simpatías, pero, por desgracia o no, resultaba necesario que fuese así. Tenía que existir alguna razón que justificase sacarlo de Sandstone.
Oyó que se abría la puerta del dormitorio de Lila y se detuvo a medio descalzarse de un zapato. Lila estaba plantada en el pasillo, con el abrigo de pieles doblado sobre el brazo.
—No puedes dormir, ¿eh? —dijo él—. Bueno, pues espero que hayas concertado una cita con alguien. Encontrar plan en los bares es complicado a estas horas de la noche.
Lila sonrió débilmente y con expresión de disculpa.
—Pero, Doc, después de todo soy humana...
—Interesante —repuso él, dejando que el zapato cayera al suelo—. Una opinión interesante, aunque también cuestionable.
—Tú... ¿no te importa que salga un rato?
—Me da igual lo que hagas.
—Necesito algo de dinero, Doc.
—Ya iré al banco por la mañana.
—Con un talón me arreglaría...
—Tú —recalcó Luther—, tú vas a hacer exactamente lo que te digan. Exactamente. ¿Me has entendido?
—Lo he entendido —repuso Lila con lentitud—. A la perfección.