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Enero 3
Terminando bien la carrera

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“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (2 Timoteo 4:7)

Hay muchas historias en la Biblia de personas que empezaron muy bien pero terminaron mal.

Saúl fue uno de ellos. El primer rey de Israel que tuvo un inicio brillante, pero terminó desobedeciendo al Señor y fue sacado de su trono.

Salomón sin duda también lo fue, a pesar de un reinado esplendoroso, de haber construido el primer templo para El Señor y haber contemplado la gloria de Dios. Sin embargo, terminó adorando dioses ajenos e ídolos de las mujeres con las que se juntó para vivir.

Uzías comenzó muy bien. Dios lo bendijo al principio de su reinado pero al final murió leproso porque dejó que el orgullo se le subiera al corazón.

Las buenas intenciones no son suficientes para atravesar los tiempos difíciles. ¡Muchos seguidores no tendrán lo necesario para terminar la carrera!

O estás cambiando diariamente a la imagen de Cristo, o estás cambiando de vuelta a tu caminar en la carne. Qué gozo es conocer a aquellos que están corriendo bien la carrera. Ellos están creciendo en sabiduría y en el conocimiento de Cristo, distanciándose del mundo y sus placeres, y volviéndose cada vez más con una mente celestial. Sus sentidos espirituales están altamente ejercitados y su discernimiento de lo que es de Dios o de la carne está cada vez más aumentando. Mientras más envejecen, más hambrientos ellos están de Cristo. Ellos cortan todos los lazos con el mundo y con una intensidad que va aumentando, ellos anhelan estar con Cristo en su gloria. Para ellos, el morir es ganancia y el premio máximo es ser llamados a su presencia para estar a su lado para siempre. ¡No es el cielo lo que buscan, sino Cristo en gloria!

Y tú, ¿Cómo vas en tu carrera?

Oración:

Señor Jesús, hoy recuerdo que estoy en una carrera que me lleva hacia la meta final, la eternidad contigo en la gloria. Este día lo vivo con agradecimiento, con gozo, sabiendo que tú estás conmigo, que tus promesas son reales, que tú diste tu vida por mí para que hoy yo pueda vivir en el gozo de los redimidos que alaban al Señor sin cesar por sus grandes maravillas. Amén.

Una semilla para cada día

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