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Enero 14 Examíname, pruébame y guíame

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“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mi camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmo 139:23-24)

Los amantes del conocimiento humano en la antigua ciudad de Corinto creían que los hombres podían averiguar cualquier cosa por medio de la investigación y la lógica. Los gnósticos creían que podían descubrir los secretos más recónditos de Dios por su intelecto.

No así el Apóstol Pablo. Él estaba convencido de que no había una sabiduría más grande que la que recibimos de parte de Dios. El afirma que sólo el Espíritu Santo puede comunicar esta verdad.

Hoy en día muchos científicos están en los laboratorios haciendo investigaciones que procurarán mejorar en algún aspecto la vida humana. Pero el esfuerzo de toda esa sabiduría humana ¿Nos acercará más a Dios? ¿Seremos mejores seres humanos porque se desarrollen nuevas tecnologías?

La comunicación avanza a pasos agigantados, ¿eso servirá para comunicarnos más con Dios?

La justicia de los seres humanos trata de modificarse en todas partes, ¿eso nos acercará más a la justicia de Dios?

Se están inventando nuevas formas para hacer dinero, ¿eso nos hará más dadivosos y generosos?

La verdad es que el mundo avanza pero no necesariamente en dirección a la voluntad divina.

En los próximos años el mundo podrá tener más gente con mucho dinero, podrán levantarse grandes investigadores, podrán así mismo desarrollarse avances científicos que nos sorprendan y quizás se volverá común el ir a la luna o gravitar alrededor del planeta.

Sin embargo el corazón humano no se transforma para encontrar admiración en el Creador del universo. Descubrimos más planetas pero no le damos el crédito al que los puso con su mano. En los laboratorios se estudian las partículas más pequeñas e imperceptibles para el ojo humano, pero no reconocemos al Hacedor de tantas maravillas. Analizamos la composición de los elementos del mundo, pero nos olvidamos de agradecer a Aquel que con su palabra de poder creó los cielos y la tierra y todo cuanto en ella existe.

Hoy más que nunca necesitamos pedirle al Señor que examine nuestro corazón y nos ayude a descubrir si estamos errando o podemos encontrar el camino de la eternidad. A lo mejor descubriremos que nos estamos alejando cada vez más de su voluntad y de su divina presencia.

Oración:

Señor amado, hoy te pido que abras mi entendimiento para descubrir la manera de vivir sabiamente en este mundo tan complejo. Reconozco que la verdadera sabiduría viene de lo alto y es primeramente pura, después pacifica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Amén. (Santiago 3:17).

Una semilla para cada día

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