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Un llamado a la consagración
ОглавлениеSin duda que como hijos de Dios necesitamos renovar continuamente nuestra consagración al Señor.
Es fundamental que en nuestros días, podamos reafirmarnos en nuestra fe y buscar tener vidas que le agraden a Dios en medio de una sociedad que lo rechaza de la misma manera que rechaza los valores cristianos.
Hoy más que nunca se necesitan hombres y mujeres, adultos, jóvenes, niños, personas de todas las edades, razas y lenguas, que testifiquen del poder de Dios y que se propongan hacer una diferencia real en este mundo.
Y como hijos de Dios hemos comprendido que las armas de nuestra milicia no son carnales sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas (2 Corintios 10:4).
Es por eso que es tan importante mantenernos día a día cerca de la Palabra de Dios y sus promesas para nuestras vidas.
Cuando tú y yo comenzamos a vivir en el temor de Dios, cuando comenzamos a buscarle con seriedad absoluta, cuando decidimos que Dios ha de ocupar el lugar primordial sobre nuestras vidas, cuando le permitimos al Espíritu Santo de Dios que sea el que controle nuestras vidas, entonces podemos experimentar vidas llenas de su presencia.
Este es el tiempo para buscar a Dios, para dejarnos moldear por Él, y dejar que su Espíritu Santo nos transforme, para que la presencia de Dios se haga sentir en cada acto de nuestra vida.
Debemos ser creyentes que entienden que tienen una misión en el mundo.
Que Dios nos ha puesto para que seamos luz y que debemos amar a los perdidos con la misma forma de amor que manifestó Jesucristo cuando estaba en este mundo, desarrollando su ministerio.
La consagración es dar mi vida a Dios para que Él haga Su voluntad en vez de la mía.
Significa que presente mi cuerpo como un "sacrificio vivo" a Él.
Los animales que se ofrecían a Dios en el Antiguo Testamento eran matados. Eran sacrificios muertos. Dios no me pide poner mi cuerpo sobre un altar para ser matado.
En vez de eso, Él pide que me convierta en "sacrificio vivo".
Esto quiere decir que Él desea que yo viva para Él.
Dios no quiere que yo le ofrezca mi vida antigua de egoísmo. Es la nueva vida en Cristo la que Dios quiere que le presente.
Prometo que estaré orando por ti para que no te rindas en la mitad de la jornada.
El Señor está levantando un pueblo que le represente, un remanente fiel que se mantenga firme aunque los vientos y las tempestades arrecien.
Por eso Dios te ha escogido a ti para que seas uno de ellos.
Que Dios bendiga este caminar en tu vida y al final podamos decir todos juntos: El Señor ha estado con nosotros, y nunca nos dejará.
Bendiciones:
Pastor Harold