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Enero 6
¿Un mundo sin Dios?

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“a lo suyo vino y los suyos no le recibieron” (Juan 1: 11)

El ser humano ha perdido el rumbo y se encuentra a la deriva en medio de un océano que le aterra y que no sabe enfrentar. Decide por sí mismo y luego se queja de sus propias decisiones que no le satisfacen.

Al frente está la Palabra de Dios como un faro en la oscuridad, como un oasis en medio del desierto, como una fuente inagotable que invita a todos los que se acercan a beber de sus aguas, a saciarse en la plenitud de la presencia de Jesús, recibiendo de la misma fuente del agua para la vida eterna.

Sin embargo, los seres humanos pretenden negar su existencia y viven sin Dios, queriendo luego morir como herederos de un reino que jamás reconocieron.

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció” (Juan 1: 9-10).

La humanidad se contenta con luces fugaces o estrellas repentinas que así como aparecen en el firmamento de un momento a otro, también desaparecen sin dejar rastro.

Pero Jesús cambió las tinieblas por luz y al venir a este mundo invitó a los seres humanos a conocer una nueva realidad destinada a cambiar sus vidas para siempre.

Sin embargo, aún hay muchos que prefieren la oscuridad y sus tropiezos que la luz y su seguridad.

¿De qué lado estás tú? ¿Está tu camino siendo alumbrado por la luz de la Palabra divina?

En un mundo quebrantado, herido y perdido, solamente la guía del Pastor de pastores, arrojará luz en medio de tanta oscuridad y desaliento.

Cuando conozcamos más íntimamente a nuestro Dios, proclamaremos con nuestro testimonio la grandeza del que siempre nos amó, alabaremos con el corazón al dueño del trono celestial, acudiremos por fortaleza al que la posee y ante todo sabremos que siempre podremos contar con Jesús, pues su amor no se acabará jamás, ni la vida para los que creemos.

Oración:

“No tendría ningún valor nada de lo que poseo o llegare a poseer, si no tuviese relación con el reino de Cristo. Si algo de lo que poseo, puede servir para tu reino, te lo daré a ti, a quien debo todo en este mundo y en la eternidad.” (David Livingstone)

Una semilla para cada día

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