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Enero 4
Sed santos

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“porque escrito está: sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16)

Dios es santo. Esa es su naturaleza. Así mismo todo lo que proviene de Él es santo.

La creación que le alaba y le reconoce, los hijos de obediencia que le aceptan, todo cuanto puedes percibir que viene de la mano de Dios está impregnado de Su propia esencia y como tal, debes considerarlo.

Si aprendes a mirar con ojos de agradecimiento todo cuanto te rodea, verás las cosas que antes no podías ver. Los animales serán tus amigos, las flores regocijarán tu alma, la lluvia será tu refresco y el calor del sol vendrá como un reconfortante alimento que nutre tu espíritu. Debes tratar cada cosa y cada persona como viendo a través de la figura de Jesucristo en medio de todo.

Los seres humanos han vuelto ordinario y común lo extraordinario de este universo.

Las cosas maravillosas que vienen de las manos divinas son regalos permanentes de gracia y de bondad y están destinadas a llenarte de la plenitud de Dios. Cuando puedas sentir la presencia de Dios en todo lo que ves y haces a diario, estarás más cerca de Dios porque Él está en todo cuanto puedas percibir.

Si no puedes ver lo santo y tratarlo en esa dimensión, estarás profanando las maravillas que Dios ha puesto en la tierra, incluyéndote tú mismo.

El deseo y el anhelo de una vida espiritual profunda no pueden saciarse en lo superficial. La dimensión del amor de Dios es profunda pero a la vez es visible. Sin embargo debes sintonizarte en la misma dimensión que Él te ofrece.

No puedes experimentar amor si todo lo que tienes para ofrecer es amargura, egoísmo o desconfianza. En la renovación de cada día está implícito el amor de Dios y cuando abres tus ojos al amanecer sabes que allí está Él y que en todo lo que ves se representa el amor más grande y eterno que proviene de una fuente inagotable.

¡Sed santos en este día. Es un mandato de amor!

Oración:

Amado Dios, hoy celebro la vida, celebro tu misericordia nueva de cada mañana, celebro tu presencia conmigo. Sé que me has llamado a ser santo y al reconocer que en todo momento caminas conmigo, sé que debo vivir en la dimensión de tu presencia transformadora y bajo la obediencia que tú reclamas. Úsame entonces para tu gloria y sígueme transformando a tu imagen gloriosa.

Una semilla para cada día

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