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La caída para abajo: hermanos; diluvio; torre (Génesis 4 a 11)

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La historia de la caída en el huerto continúa con el pecado de los descendientes de Adán y Eva.

Caín y Abel. Caín y Abel eran hijos de Adán y Eva. Caín era agricultor y ofreció a Dios una ofrenda “del fruto de la tierra”. Abel era pastor y ofreció a Dios “lo mejor de su rebaño”. Dios “miró con agrado a Abel y a su ofrenda” pero “no miró así a Caín y a su ofrenda”. ¿Por qué miró Dios con agrado la ofrenda de Abel y no la de Caín? No se nos dice por qué. Muchos creen que el sacrificio de Abel fue aceptado porque dio lo mejor a Dios (“las primicias”), cosa que Caín no hizo (ver He. 11.4). Caín se puso celoso y mató a Abel, convirtiéndose en el primer asesino del que habla la Biblia.

Noé y el diluvio. La humanidad continuó deslizándose para abajo. El pecado llegó a multiplicarse tanto que Dios “se arrepintió de haber hecho al hombre” y decidió eliminar todo lo que había hecho. Pero antes de llevar a cabo su decisión llamó a Noé, “un hombre justo” (Gn. 6.9). Dios envió luego un diluvio sobre la tierra, pero salvó a Noé y a su familia como remanente para seguir adelante con sus propósitos. Después del diluvio, Dios entró en un pacto irrevocable con Noé y todas las criaturas vivientes, y dio el arco iris como señal de ese pacto perdurable (9.8–17).

La torre de Babel. Dios bendijo a Noé. Pero sus descendientes, al igual que los de Adán y Eva, cayeron en desgracia con Dios, como vemos en la historia final del prólogo bíblico, en los hechos que tuvieron lugar en la torre de Babel. La actitud de la raza humana, continuamente centrada en sí misma, llevó a los hombres a construir un ziggurat, una torre-templo mesopotámica, para honrarse a sí mismos y no a Dios. El Señor bajó y confundió el idioma entre ellos — empezaron a bla–bla— para que no pudieran seguir conspirando para hacer el mal; así, los dispersó hacia los cuatro puntos cardinales.

La historia de la caída nos habla acerca de los orígenes del pecado, la universalidad del pecado y el juicio de Dios sobre el pecado. Pero también nos dice que Dios ama a la humanidad: él hizo vestimentas para Adán y Eva antes de expulsarlos del huerto; le dio a Caín una señal de protección antes de enviarlo como errante por la tierra; le dijo a Noé que construyera un arca para sí y para su familia antes de enviar el diluvio; y llamó a Abraham para que fuera el padre de una comunidad que guiaría a los pueblos de la tierra a tener nuevamente comunión con Dios y entre ellos.

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