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El Éxodo y el pacto sinaítico (Éxodo 12 a 24)
ОглавлениеDios preparó cuidadosamente a Moisés para su “llamado”. Primero, por medio de su madre biológica, milagrosamente contratada por la hija de faraón como “nodriza” de su propio hijo (Ex. 2.8–10). Ella le dio a Moisés conciencia de su herencia y lo preparó para su misión. Segundo, por medio de su formación en la casa de faraón (Hch. 7.20–22), que lo capacitó para enfrentar más tarde al propio faraón. Tercero, por sus años en el desierto de Madián, que lo prepararon para guiar a los Israelitas a la península del Sinaí, y a través de ella, al sitio donde recibieron los mandamientos de Dios. Los dos grandes hechos en la vida de Moisés fueron el Éxodo y el pacto en el Monte Sinaí.
• El Éxodo de Egipto. El Éxodo (la “salida de”) tuvo lugar después de que “los Israelitas vivieron en Egipto [durante] 430 años” (Ex. 12.40). Aunque el Éxodo es el hecho más importante en la vida de Israel, no sabemos dónde sucedió. No fue en el Mar Rojo al extremo sur de la península de Sinaí sino más probablemente en un lago o en el Mar de los Juncos (yam suf en las Escrituras hebreas). Tampoco sabemos la fecha exacta, y las opiniones están divididas entre el 1446 a.C., sobre la base de 1 Reyes 6.1, y 1290 a.C., sobre la base de datos arqueológicos (esta es la opinión mayoritaria). Tampoco sabemos con certeza cuántas personas participaron o cómo exactamente se llevó a cabo la “liberación” a través del agua.
En el Éxodo, Israel se encontró con el Dios de sus antecesores, que los salvó de una muerte segura. Ese fue y llegó a ser el momento decisivo de la historia de Israel, que los judíos celebran con una comida ceremonial (Seder), las dos primeras noches de la Pascua, de manera muy similar a la que los cristianos conmemoran la muerte redentora y la resurrección de Jesús en el viernes santo y el domingo de resurrección.
• El pacto sinaítico. Después de escapar de los soldados de faraón, que fueron ahogados en “el mar” (Ex. 14.28), Moisés condujo a los Israelitas a través de la península del Sinaí. En el Monte Sinaí, Dios ordenó a Moisés que dijera al pueblo de Israel que “si [ellos] eran del todo obedientes entonces serían su propiedad exclusiva entre todas las naciones” (Ex. 19.5). Dios entró luego en un pacto con Israel, que Moisés selló con la sangre de un novillo (Ex. 24.5–8). (En el Nuevo Testamento, Jesús selló el nuevo pacto con su propia sangre.) La historia siguiente de Israel en la Tierra Prometida —desde su ingreso con Josué en el 1250 a.C. hasta la caída de Jerusalén en el 586 a.C.—gira en torno a su fidelidad y, con más frecuencia, su infidelidad al pacto sinaítico.
La esencia o los términos del pacto sinaítico están contenidos en los Diez Mandamientos (Ex. 20.3–17), que llegaron a ser la ley religiosa y moral de Israel. (La expresión Diez Mandamientos proviene de Éxodo 34.28.) Los cuatro primeros mandamientos (los tres primeros para los católicos y los luteranos, ya que los enumeran de manera diferente) son los más importantes, porque hacen una distinción y separación entre los israelitas y los pueblos vecinos. De estos cuatro, el primero es el más importante de todos: Israel no tendría otros dioses por encima ni junto a “el Señor tu Dios. Yo te saqué de la tierra de Egipto, donde eras esclavo” (Ex. 20.2). El capítulo 10 de este libro contiene un breve comentario de cada uno de los Diez Mandamientos.